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Lecciones acerca de la oraciónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1502-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 19 de 20 Sección 4 de 5

VI. NO AYUNAR DE MANERA LIGERA

Ya que el significado del ayuno es tan serio, yo les aconsejaría, hermanos y hermanas, que no ayunen de manera ligera. No podemos encontrar en los Evangelios que el Señor Jesús haya ayunado con frecuencia. No consideren que el ayuno es un asunto trivial. Solamente los fariseos hipócritas decían que ayunaban dos veces por semana. Ellos consideraban el ayuno como algo ordinario. En el Antiguo Testamento, el profeta Isaías reprendió seriamente esa clase de ayuno. Dios no acepta esa clase de ayuno en la oración. No consideren que el ayuno es algo religioso, ni lo tomen como un requisito supersticioso. El ayuno en oración que Dios acepta se da cuando una persona recibe una comisión de Dios que es de mucha importancia. Puesto que ama a Dios y le importa mucho Su propósito, él está dispuesto a renunciar a sus derechos y disfrutes legítimos. También está dispuesto a luchar por esa comisión hasta la muerte. En ese caso, tal persona ayunará espontáneamente.

VII. EL AYUNO ES NECESARIO

Por una parte, el cristiano no debe ayunar de manera ligera, pero por otra, sí necesita ayunar. Si un cristiano nunca ha ayunado, ciertamente hay algo que está mal en él. O Dios nunca le ha confiado algún asunto, o él ha rechazado la comisión de Dios. Si ustedes nunca han sentido una gran responsabilidad que viene de parte de Dios a ustedes, simplemente quiere decir que nunca le han indicado a Dios con una actitud firme que desean Su voluntad y que desean estar de Su lado. Ustedes consideran que las cosas de Dios no tienen importancia. No les interesa si el evangelio se predica o no, o si los pecadores son salvos o no. Después de todo, ya han orado por ellos. Así que, después de orar, aún pueden comer y beber con alegría. Hermanos y hermanas, si tienen tal actitud, ¡realmente son cristianos pobres! No les importa en absoluto si la iglesia está en desolación o no. Lo que les importa es nunca perderse de una comida. Puesto que no tienen la actitud de vida o muerte hacia las cosas de Dios, esto comprueba que su vida cristiana carece de mucho. Si les importara un poco el corazón de Dios, la carga del evangelio presionaría sobre ustedes, y lucharían entre la vida y la muerte. Ustedes orarían: “Oh Dios, el evangelio tiene que ser poderoso. Debes salvar a algunos, de otra manera, no puedo comer ni beber”. Esto es el significado de ayunar y orar. O quizás ustedes estén tan preocupados por la casa de Dios que puedan decirle a Dios: “Oh Dios, está bien que yo muera, pero no está bien que la iglesia esté en tal estado de desolación. A menos que Tú soluciones el problema de la desolación de la iglesia, prefiero morir”. Puedo decirles, hermanos y hermanas, que en ese momento, seguramente ayunarían. Es terrible que los hijos de Dios nunca hayan tenido tal experiencia, porque eso comprueba que no les importa el propósito de Dios y que no detectan cuán feroz es el enemigo de Dios. Así que, ¿qué significa el ayuno? El ayuno significa que les importa mucho el propósito de Dios, y que detectan profundamente la ferocidad del enemigo de Dios. Tal sensación los presiona y obliga hasta el grado que sencillamente no pueden comer, beber ni estar alegres como otros, sino que tienen que ayunar.

VIII. LA PRUEBA PARA AYUNAR

Ahora llegamos a la prueba para ayunar. ¿Cómo pueden saber si es necesario ayunar? Esto se determina si cuando dejan de comer sienten hambre o no. Si al dejar de comer tienen hambre y desean comer, esto comprueba que no debían haber ayunado. Si no tienen hambre cuando dejan de comer, ni tienen sed cuando dejan de beber, entonces deben ayunar. A veces los hermanos y hermanas dicen: “¡Vamos a ayunar todos!”. Pero con sólo haber ayunado por la mañana, quizás alguien diga a las once: “Oh, tengo mucha hambre”. Permítanme decirles la verdad, haber ayunado esta mañana fue incorrecto, y no lo debería haber hecho. Todo aquel que verdaderamente esté ayunando no tendrá hambre. Supongamos que un día una hermana que es viuda pierde a su único hijo. Indudablemente ella podría pasar tres días sin comer y no tener hambre. Quizás los demás se preocupen y le digan: “Hermana, no ha comido por tres días. ¿Cómo puede ser esto?”. Ella diría: “No tengo hambre en absoluto. Simplemente no puedo recibir alimento”.

Por tanto, al ayunar, si los hermanos y hermanas tienen hambre, es mejor que vayan rápidamente y consigan algo de comer, a que sean hipócritas y pequen contra Dios. Ustedes deben ayunar porque están tan preocupados con ese problema y esa carga, que en esos momentos no tienen ningún apetito y sienten que no hay espacio en ustedes para el alimento. Por tanto, si deben ayunar o no, depende de que tengan hambre. Si tienen hambre, entonces no ayunen; de lo contrario, ayunen.


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