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MURIÓ POR FUERA, RESUCITÓ POR DENTRO

Mientras los soldados romanos le mataban, Su resurrección proseguía. Mientras un grano de trigo muere debajo de la tierra, la vida por dentro crece. Por una parte, el grano muere exteriormente. Por otra, la vida interior del grano resucita interiormente. Dos cosas prosiguen simultáneamente en dos direcciones. La muerte toma lugar en la cáscara del grano y la vida crece dentro de la cáscara. A la vez que un grano de trigo muere, la resurrección toma lugar. Primera Pedro 3:18 es un versículo crucial en el Nuevo Testamento que nos revela lo que estaba sucediendo cuando Cristo moría en la cruz. Al morir en la carne en la cruz, a la vez estaba resucitando en Su espíritu. Esto fue el comienzo de Su resurrección. Su resurrección no tuvo lugar de repente, temprano por la mañana el tercer día después de Su muerte, más bien empezó cuando estaba en la cruz, cuando estaba bajo la muerte.

¡Cuando Jesús como el grano de trigo estaba muriendo exteriormente en la cruz, interiormente estaba resucitando! Los soldados romanos llevaron a cabo la muerte, y el Dios Triuno llevó a cabo la resurrección. Dos cosas proseguían al mismo tiempo. Todos los que estaban cerca, mirando la crucifixión, vieron a los soldados matando a Jesús exteriormente, pero no tenían la visión interior para ver que mientras los soldados romanos le mataban exteriormente el Padre, el Hijo y el Espíritu interiormente hacían que Su espíritu resucitara. Mientras un equipo de soldados romanos le mataba, otro equipo, un equipo formado por el Padre, el Hijo y el Espíritu, estaba resucitando desde Su interior. Esto fue el comienzo de la resurrección.

EN SU DIVINIDAD CON SU HUMANIDAD

En el capítulo anterior vimos la muerte del Hijo en Su humanidad con Su divinidad. En este capítulo vemos Su resurrección en Su divinidad con Su humanidad. Resucitó primero en Su espíritu, y estar en Su espíritu significa estar en Su divinidad. Luego resucitó en Su cuerpo con Su humanidad. Resucitó primero en Su espíritu en Su divinidad y luego en Su cuerpo con Su humanidad.

Las dos naturalezas de Cristo

Romanos 1:3-4 dice: “Acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”. Observen que en estos dos versículos se usa “según” dos veces. El versículo 3 habla de Cristo como la simiente de David según la carne, mientras el versículo 4 habla de El como el Hijo de Dios según el Espíritu de santidad. Según la carne. El era el Hijo del Hombre de la simiente de David, un descendiente de David. Esta es Su naturaleza humana, Su humanidad. Sin embargo, según el Espíritu de santidad, era el Hijo de Dios. Esta es Su naturaleza divina, Su divinidad. En la carne El era el Hijo del Hombre. En el Espíritu era el Hijo de Dios. Su humanidad está en Su carne, y Su divinidad, el Espíritu, como Su esencia divina, está en Su espíritu. En Su carne estaba el hombre, y en Su espíritu estaban el Padre, el Hijo y el Espíritu: el Dios Triuno.

El tema en Romanos 1:3-4 es el Hijo de Dios, Jesucristo. Estos versículos nos dicen que esta Persona está constituida de dos naturalezas: la humanidad y la divinidad. Una naturaleza es según la carne, y la otra es según el Espíritu. El Espíritu de santidad está en contraste con la carne en el versículo 3. Como la carne en el versículo 3 se refiere a la esencia humana de Cristo, así también el Espíritu en este versículo no se refiere al Espíritu Santo de Dios sino a la esencia divina de Cristo, la cual es “la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9). Esta esencia divina de Cristo, la cual es Dios el Espíritu mismo (Jn. 4:24) es de santidad, llena de la naturaleza y calidad de ser santa.