Información del libro

Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 31 Sección 2 de 5

Una mujer toca al Señor

En Marcos 5:28-29 dice: “Porque decía: Si toco siquiera Su manto, seré sana. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquella dolencia”. La palabra griega que se traduce sana en el versículo 28 también se puede traducir restaurada. Literalmente, la palabra significa salva. La enfermedad es una opresión que el diablo impone sobre las personas. Así que, la sanidad que realizó el Salvador-Esclavo fue un servicio concedido a la víctima doliente para que ésta disfrutara alivio y liberación de la opresión del maligno (Hch. 10:38).

La multitud se agolpaba sobre el Salvador-Esclavo, lo cual impedía que lo tocaran los que lo buscaban genuinamente. No obstante, esta mujer pudo tocarlo y cuando lo hizo, quedó sana. “Al instante Jesús, conociendo en Sí mismo que de El había salido poder, volviéndose entre la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado Mis vestidos” (v. 30). El Señor percibió en Sí mismo que de El había salido virtud, o poder, y que había sido infundida en alguien. Por eso preguntó quién había tocado Sus vestidos. Conforme al hombre natural, los discípulos, al ver que la multitud se agolpaba sobre El, le dijeron: “Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?” (v. 31). La muchedumbre que lo apretaba no recibió nada de parte del Salvador-Esclavo, pero la mujer que lo tocó, fue sana.

Los vestidos del Salvador-Esclavo, el Dios encarnado (Jn. 1:1, 14), representan Su conducta perfecta en Su humanidad, es decir, la perfección de Sus virtudes humanas. Tocar Sus vestidos equivalía a tocar Su humanidad, en la cual Dios se había corporificado (Col. 2:9). Cuando la mujer lo tocó, el poder divino del Señor, mediante Su humanidad perfecta, fue infundido en ella y la sanó. Dios, quien habita en luz inaccesible, se hizo accesible en El mediante Su humanidad para que esta mujer fuese salva y le disfrutara. Este fue el servicio que el Salvador-Esclavo, como Esclavo de Dios, brindó a la pecadora enferma.

En el versículo 34 el Señor dijo a la mujer: “Hija, tu fe te ha sanado; ve en paz, y queda sana de tu dolencia”. El poder sanador del Salvador-Esclavo expresó Su deidad (v. 30), mientras que Su palabra dada con amor, bondad y compasión, manifestó Su humanidad. En este caso vemos otra vez la deidad unida con la humanidad para expresar al Señor.

El significado de la enfermedad de la mujer

¿Qué representa la enfermedad de esta mujer? Representa la decadencia de la vida. El flujo de sangre significa que la esencia de la vida se escapa. Desde que el hombre cayó, todos los descendientes de Adán han padecido de esta dolencia. Como pecadores caídos, la esencia de nuestra vida se nos escapa paulatinamente, por lo cual, todo descendiente de Adán va muriendo día tras día. Tan pronto nace un ser humano, comienza a morir. ¿Qué significa morir? Morir es experimentar la fuga de la esencia vital. Si observa la sociedad actual notará que toda persona pecaminosa tiene esta enfermedad.

UN CUADRO DE LA SOCIEDAD

En 4:35—5:43 vemos tres eventos: se subyuga la rebelión, se expulsa a los demonios poniéndosele fin así a la subsistencia basada en la inmundicia, a saber, la crianza de cerdos, y se sana a una mujer que tenía un flujo de sangre. Estos tres acontecimientos reflejan la condición actual de la sociedad. Primero, entre los seres humanos hay una corriente de rebeldía. En lugar de que haya paz, ocurren conflictos constantemente. Además, en la sociedad actual se da la posesión de demonios y la “crianza de cerdos”. En todos los países hay personas que se ganan la vida dedicándose a alguna forma de negocio inmundo. El mundo entero está entregado a criar cerdos y está bajo el control de legiones de demonios. Además, todas las personas caídas están moribundas; la esencia de la vida se les escapa irremediablemente. La rebelión, la posesión de demonios junto con la crianza de cerdos, y el escape de la vida caracterizan la sociedad humana actual. Por esto sentimos el deseo de salir a predicar el evangelio. Se necesita que el Señor venga y subyugue la rebelión, eche fuera los demonios, acabe con la crianza de cerdos, y sane la dolencia del escape de la vida.

Ya vimos que en 5:21-43 se combina el caso de la mujer que tenía el flujo de sangre y el de la hija del principal de la sinagoga, lo cual indica que estos dos casos presentan la condición de una persona. Podemos decir que la niña nació con la enfermedad mortal de la mujer. Esta también es la condición de todo ser humano. Todos nacimos con una enfermedad mortal; nacimos para morir. Según lo que se relata en este pasaje, cuando esta enfermedad llega a su fin, morimos, tal como murió la niña. La niña nació con la enfermedad de la mujer y murió de ella. Pero el Salvador-Esclavo la sanó de esa enfermedad mortal. Cuando la enfermedad fue eliminada, la niña revivió. Esto muestra que la sanidad de la mujer equivalía a la resurrección de la niña.

La sanidad de la mujer y la resurrección de la niña muestran un cuadro de lo que experimentamos cuando aceptamos el evangelio. Cuando oímos el evangelio y lo recibimos, fuimos sanados de la enfermedad del escape de la esencia de nuestra vida, y como resultado, fuimos vivificados. Nacimos con una enfermedad mortal, pero al recibir el evangelio fuimos sanados y vivificados.

UNA DEMOSTRACION DEL REINO

En 4:35—5:43 se aprecia una demostración del reino, en la cual se subyuga la rebelión, se echa fuera una legión de demonios, se acaba con el modo inmundo de ganarse la vida, se sana de la enfermedad de muerte y se vivifica a una persona. Esto es el reino de Dios. Donde está el reino, no existe la rebelión, los demonios, la crianza de cerdos ni la enfermedad. Además, tanto los mayores como los jóvenes son sanados y vivificados. Este es el reino, éste es el evangelio, y esto es también lo que experimentamos en la vida de iglesia.

Todo ser humano se enfrenta a los problemas de la rebelión, los demonios, la crianza de cerdos como modo de ganarse la vida, la enfermedad y la muerte. Este es el caso de la sociedad en su totalidad y de cada individuo. Pero cuando el Señor Jesús viene como semilla del reino, todos estos problemas quedan resueltos, se hace presente el reino de Dios.

Nos complace testificar que el Señor Jesús eliminó la rebelión junto con las tempestades que hay en nuestras circunstancias. Ahora podemos seguirle libremente. Además, una vez estuvimos poseídos de demonios y nos ganábamos la vida por medios inmundos, pero los demonios fueron expulsados y a la crianza de cerdos se le puso fin. También podemos testificar que fuimos sanados y vivificados, y que ahora estamos en la vida de iglesia, en el reino. ¡Cuánto disfrutamos el servicio evangélico que nos brinda el Salvador-Esclavo!


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