Perfeccionamiento de los santos y la edificación del Cuerpo de Cristo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6129-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cristo, mediante Su muerte y resurrección, venció a Satanás y la muerte, y rescató al hombre de la esclavitud de Satanás. En Su ascensión, Él hizo de estos pecadores redimidos dones por medio de Su vida de resurrección y los dio al Cuerpo para que realizaran la obra de perfeccionar a los santos para la edificación del Cuerpo de Cristo. Cuando yo recién fui salvo, no sabía nada. Yo no sabía cómo leer la Biblia ni cómo orar. Cuando mucho, tenía un corazón para buscar al Señor y para amar la Biblia. Alabado sea el Señor que por medio de Sus riquezas en Su ascensión, la Cabeza ascendida ganó a un grupo de personas entre Sus redimidos y los constituyó dones, y los puso en la iglesia para que nos perfeccionaran. Tenemos a los apóstoles que levantan iglesias y definen doctrinas. Tenemos a los profetas que hablan por Dios y proclaman a Dios. Tenemos a los evangelistas que predican a Cristo para salvar a los pecadores. Tenemos a los pastores y maestros, quienes suministran vida y enseñan la verdad. Mientras estamos en la vida de iglesia asistiendo a todas las reuniones una y otra vez, según la manera revelada en la Biblia, espontáneamente somos perfeccionados en muchos aspectos. Gradualmente, empezamos a entender la Biblia, desarrollamos un gusto por ella y nos encontramos profundizando en sus riquezas. Asimismo nos encontramos predicando el evangelio, alimentando y enseñando a otros, profetizando por el Señor e impartiendo al Señor en otros al hablar.
A medida que somos perfeccionados poco a poco de esta manera, produciremos el resultado mencionado en Efesios 4:14-16. El versículo 14 dice: “Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza en las artimañas de los hombres en astucia, con miras a un sistema de error”. Esto nos muestra que ser sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza describe la condición de un niño. Estas enseñanzas provienen de las artimañas de los hombres, las cuales son semejantes a las trampas que hacen los jugadores de dados. Estos hombres también vienen con su astucia para conducir a las personas a un sistema de error. De hecho, detrás de estos vientos y olas está la instigación de Satanás, el enemigo de Dios. Dios desea edificar el Cuerpo de Cristo. Sin embargo, Satanás utiliza las artimañas y la astucia de los hombres para apartar a los hombres de la edificación del Cuerpo de Cristo y conducirlos a su sistema de error.
Antes de que fuéramos salvos, todos nosotros estábamos en el sistema del mundo. Después que fuimos salvos, Dios nos puso en la iglesia para la edificación del Cuerpo de Cristo. Sin embargo, Satanás de una manera engañosa usa diferentes vientos de enseñanza para provocar olas y alejar a los creyentes de la edificación del Cuerpo de Cristo y conducirlos a un sistema de error, el cual es el sistema satánico de las tinieblas. Sin embargo, si permanecemos en la vida apropiada de iglesia y recibimos el perfeccionamiento mencionado en Efesios 4:11-13, creciendo en la vida divina hasta ser un hombre de plena madurez que tiene la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, de tal modo que ya no seamos niños, no seremos engañados ni tampoco sacudidos por la astucia de Satanás.
Según la historia de la iglesia, vemos que la mayoría de las dificultades que la iglesia afrontó se debieron a los vientos de enseñanza, que son las diferentes enseñanzas. Las enseñanzas diferentes provenían de un hablar diferente, y dicho hablar diferente a su vez provenía de diferentes opiniones. Cuando las diferentes opiniones se suman a las artimañas de los hombres y su astucia, tenemos los vientos y las olas. El recobro del Señor ha estado entre nosotros por más de sesenta años. Yo vine aquí en 1932, hace cincuenta y seis años. En los primeros diez o veinte años, estuve en la China continental y allí me tocó ver muchas situaciones tormentosas. En 1949 el Señor nos llevó al extranjero, primero a Taiwán. Taiwán puede ser considerado como la base del recobro del Señor en el extranjero, pues de aquí el recobro se propagó al Sudeste Asiático, a Japón y Corea, a los Estados Unidos, y luego a Europa, a Australasia, a África y finalmente a toda la tierra. Durante los últimos treinta y nueve años, hubo tres o cuatro ocasiones en las que experimentamos las olas. Cada vez, las olas se debían a los vientos, los cuales eran las diferentes enseñanzas y opiniones. Por ejemplo, en 1954, a fin de recibir más ayuda en la vida espiritual, invitamos al hermano T. Austin-Sparks, a quien considerábamos sumamente espiritual, para que nos visitara. Su venida nos brindó un poco de ayuda. Pero en privado, él tenía una visión disidente en cuanto al terreno de la iglesia, una práctica que nosotros enfatizábamos. Él no estaba de acuerdo con que la iglesia debía ser una sola en cada localidad y trató de persuadirnos a abandonar el terreno de la unidad de la iglesia en la localidad. Cuando esta disensión se desencadenó, algunos colaboradores más jóvenes, que eran considerados los más avanzados, fueron afectados. De este modo, se levantó una gran tormenta, lo cual causó mucho daño a las iglesias.
En los pasados uno o dos años, se han levantado nuevamente vientos de enseñanza. Esta vez no se originaron en Taiwán. Más bien, se originaron en el extranjero. El primer viento de enseñanza dice que después de que los apóstoles nombraban ancianos, ya no podían intervenir en los asuntos de una iglesia local. Esta clase de hablar es contraria a la enseñanza del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento nos muestra que después que los apóstoles nombraron a los ancianos, aunque ellos les confiaron a los ancianos la responsabilidad de cuidar y dirigir la iglesia, nunca quitaron sus manos de ella. Al contrario, ellos siguieron perfeccionando a los santos e incluso enseñando a los ancianos. Según el relato de Hechos y las Epístolas, después que los apóstoles nombraron ancianos, hicieron todo lo posible por visitar y fortalecer las iglesias (Hch. 15:36, 40-41; 1 Co. 4:17; 11:34b). Incluso Pablo se quedó en Corinto por año y medio, y en Éfeso por tres años. Durante su último viaje de predicación, cuando iba camino a Jerusalén, él hizo llamar a los ancianos de Éfeso para que vinieran a él a fin de recordarles ciertas cosas, exhortarlos, amonestarlos y enseñarles. En su primera carta a los corintios, repetidas veces reprendió e instruyó a los corintios. Incluso dijo que las demás cosas las pondría en orden cuando fuera (11:34b). Esto claramente nos muestra que, a fin de perfeccionar a los santos, el apóstol no puede abandonar la iglesia ni retirar sus manos de ella después que nombra a los ancianos. Decir que después de esto los apóstoles no pueden intervenir en los asuntos de la iglesia es una enseñanza errónea. Algunos están promoviendo este viento, e incluso están practicando esto abiertamente. Como resultado, esto se ha convertido en un problema entre nosotros.
El segundo viento que algunos están promoviendo es que toda iglesia local debe ser absolutamente autónoma. La iglesia local es establecida con base en el principio de que debe haber una sola iglesia en una ciudad. En cierto sentido, la administración es por localidad. Por ejemplo, si una iglesia debe partir el pan el día del Señor por la mañana o por la noche, o si debe reunirse en un edificio central o en docenas de salones de reuniones, son asuntos relacionados con la administración local de una iglesia local. Sin embargo, por otro lado, la iglesia es el Cuerpo de Cristo. Es universal. Todos los millones de creyentes salvos a través de los siglos están en este Cuerpo. La vida que está en este Cuerpo es el pulso vital de cada miembro. Es semejante a la circulación de la sangre; uno jamás puede separarla conforme a los diferentes miembros. Refiriéndonos a los diferentes miembros de nuestro cuerpo, tal vez digamos que ésta es la mano y ése es la pierna. No obstante, en lo que a la circulación de la sangre se refiere, no podemos decir que ésta es la sangre de la mano y que ésa es la sangre de la pierna. Por lo tanto, la administración de una iglesia local es, por un lado, local en su administración, pero por otro, no está aislada en su comunicación. No solamente vemos que las iglesias comparten mutuamente las finanzas, sino que también hacen lo mismo con respecto a otros asuntos prácticos. Las iglesias de diferentes localidades se administran por separado, pero no están completamente separadas la una de la otra. Ellas siguen siendo el Cuerpo de Cristo universal y corporativo. Todo el que haga hincapié en la autonomía o independencia de una iglesia local está yéndose a un extremo. Eso destruye la unidad del Cuerpo de Cristo.
El tercer viento de enseñanza que algunos están promoviendo es que la iglesia es edificada por el Señor Jesús mismo y que no es necesario que el hombre la edifique. Ellos afirman esto basándose en Mateo 16:18. Pero, según la revelación del Nuevo Testamento, el Señor Jesús no edificó la iglesia directamente. En vez de ello, Él primero perfeccionó a los dones y luego los dio a la iglesia. Estos dones tampoco edifican la iglesia directamente. Más bien, ellos perfeccionan a los santos, quienes son los muchos miembros de Cristo. Estos santos edifican directamente el Cuerpo de Cristo (Ef. 4:11-16). Por lo tanto, ésta es la manera en que Cristo edifica la iglesia. Pablo dijo en 1 Corintios 3:10 que él había recibido un ministerio de parte de Dios, y que él, como sabio arquitecto, había puesto el único fundamento, el cual es Cristo, sobre el cual otros pudieran edificar. Esto claramente nos muestra que el Señor edifica a la iglesia por medio de Sus muchos ministros, e incluso por medio de cada uno de los muchos miembros de Su Cuerpo. Por consiguiente, es equivocado que algunos digan que para que la iglesia sea edificada, únicamente necesitamos al Señor Jesús y no a ningún hombre.
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