Base para la obra edificadora de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7268-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Empezaremos a estudiar algunos pasajes de las Escrituras para ayudar a todos a conocer la verdad en cuanto al lugar adonde van los creyentes. En estos días hemos hecho mención del edificio de Dios, especialmente de la morada de Dios con los creyentes. Debido a esto, quisiéramos confrontar una creencia desacertada que existe en el cristianismo en cuanto al asunto de ir a una mansión celestial. El concepto de ir a una mansión celestial está firmemente arraigado en el catolicismo romano, incluso al grado de haberse convertido en una superstición extrema. Incluso en el protestantismo, el veneno de esta superstición del catolicismo todavía no ha sido completamente eliminado. Hasta el día de hoy, entre tantos hijos de Dios, todavía existe esta clase de concepto equivocado en cuanto a ir a una mansión celestial. Por lo tanto, siento que es necesario que nos reunamos para estudiar la Palabra en cuanto a este asunto.
Pero antes que empecemos a estudiar la Biblia, quisiera hablar un poco sobre la creencia general que impera en el cristianismo. Yo creo que todos los hermanos y hermanas saben que entre los cristianos ortodoxos existe la creencia común de que cuando muere una persona que ha creído en el Señor y ha sido salva, aunque su cuerpo se queda en la tierra, su espíritu va a una mansión celestial, al lugar donde están Dios y el Señor Jesús. Por esa razón, en un funeral cristiano el pastor o predicador por lo general dice algo así: “No se turben ni se aflijan. El Señor se ha llevado a esta persona. Este hermano se ha ido a una mansión celestial y está en la casa de Dios disfrutando de la bendición eterna con Dios. En ese lugar hay puertas de perla, muros de jaspe y calles de oro. El lugar donde él está es mucho mejor que cualquier otro lugar. Por lo tanto, debemos sentirnos contentos y regocijarnos por él. Un día nosotros también tomaremos el mismo camino e iremos a aquel hermoso lugar”.
Naturalmente, todo el que oye un mensaje así con palabras azucaradas tendrá una dulce sensación. Sin embargo, sabemos que las palabras engañosas casi siempre son agradables a nuestros oídos. El año pasado, cuando viajé al extranjero, leí las notas de un mensaje que dio un pastor en el funeral de una mujer muy anciana. Él decía repetidas veces que esa mujer se había ido a una mansión celestial. Mientras leía esto, me dije a mí mismo: “Eso es absurdo. Eso no es otra cosa que engañar a las personas. Afortunadamente, esa mujer anciana no puede regresar; pues si regresara, diría: ‘Eso es completamente falso. No estoy en una mansión celestial. Donde yo estoy, usted no lo sabe’”. Pareciera que estoy hablando de manera sarcástica, pero quiero que los hermanos y hermanas tengan una profunda impresión de que hoy en el cristianismo la enseñanza en cuanto a ir a una mansión celestial es equivocada.
Ahora quisiera que veamos adónde van el espíritu y el alma de una persona que ha sido salva si ella muere antes de la venida del Señor. Tenemos que estudiar este asunto claramente y no simplemente escuchar la enseñanza tradicional del cristianismo. Yo he dicho muchas veces que el cristianismo introdujo muchas cosas que son equivocadas, por lo cual debemos ejercitar nuestro discernimiento. Deseamos el evangelio, deseamos la Biblia, y también deseamos al Señor mismo, pero no queremos nada del cristianismo con su organización y doctrinas. Hemos decidido abandonar la teología tradicional del cristianismo con todos sus errores.
Veamos ahora lo que la Biblia dice en cuanto a este asunto. Primero leamos Lucas 16:22: “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”. Todos debemos concordar en que este mendigo Lázaro era una persona salva. Él no habría sido llevado por los ángeles al seno de Abraham a menos que fuera una persona salva. Ahora debo preguntarles: ¿Qué clase de lugar es el seno de Abraham? Cuando el seno se menciona, sabemos que ello significa consuelo. Todos sabemos que el seno de una madre es el lugar donde el niño halla más consuelo. El versículo 25 dice: “Pero Abraham le dijo [...] ahora éste es consolado aquí”. Por lo tanto, el seno de Abraham es un lugar de consuelo, y no de angustia.
Regresemos y leamos desde la segunda mitad del versículo 22 hasta el versículo 23: “Y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno”. Aquí dice claramente que el rico murió, que su cuerpo fue sepultado y que su espíritu descendió al Hades. Además, él alzó sus ojos y vio de lejos a Abraham, y también vio a Lázaro en su seno.
Prosigamos y leamos los versículos del 24 al 26: “Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste ya tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá cruzar a nosotros”. Aquí dice que Lázaro era consolado en el seno de Abraham, pero que el rico era atormentado en el Hades. Estando en el Hades el rico vio de lejos a Lázaro en el seno de Abraham. Esto nos muestra que una distancia grande los separaba; más aún, había una gran sima puesta entre ellos, de modo que no podían cruzar de un lado a otro. Sabemos que el rico estaba en el Hades. Ahora debemos preguntarnos dónde estaban Lázaro y Abraham.
Para ello debemos ir a la Palabra para encontrar la respuesta. Génesis 25:8 dice: “Y Abraham expiró, y murió en buena vejez, anciano y lleno de días; y fue reunido a su pueblo”. Los versículos 34 y 35 del capítulo 37 dicen: “Entonces Jacob rasgó sus vestidos, puso cilicio sobre sus lomos y guardó luto por su hijo muchos días. Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él rehusó ser consolado y dijo: Ciertamente descenderé enlutado al Seol, donde está mi hijo”. Luego 42:38 dice: “Pero él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le acontece alguna desgracia en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol”. Por último, 47:29-30 dice: “Se acercaba ya para Israel el tiempo de morir, y llamó a su hijo José y le dijo [...] cuando me acueste con mis padres”. El abuelo de Jacob era Abraham, y el padre de Jacob era Isaac. Aquí, “cuando me acueste” significa cuando muera. Jacob dijo que su muerte equivalía a descender al Seol. También dijo que el tiempo de su muerte sería el tiempo cuando se acostaría con sus padres. Esto nos permite ver claramente que los espíritus de Abraham, Isaac y Jacob, y de los santos del Antiguo Testamento también, iban al Hades cuando morían.
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