Información del libro

Expresión práctica de la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-905-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 22 Sección 2 de 2

OH SEÑOR, AMEN, ALELUYA

Nos encanta decir estas cuatro palabras: “¡Oh Señor, Amén, Aleluya!”. En los versículos de Apocalipsis hemos visto “Amén” y “Aleluya”. Entonces, ¿dónde podemos hallar “Oh Señor”? Esto se encuentra en los Salmos. Es muy fácil encontrar “Oh Señor” en muchas páginas de los Salmos. Así que, no hemos inventado estas cuatro palabras, sino que las hemos descubierto en la Palabra. Al leer los Salmos anteriormente, es posible que hayamos pasado por alto estas dos palabras: “Oh Señor”. Si usamos estas dos palabras y oramos-leemos los Salmos otra vez, éste será un libro nuevo.

Los últimos cinco salmos, del 146 al 150, empiezan y terminan con “Aleluya”, lo cual quiere decir: “Alabado sea el Señor”. Por tanto, a estos cinco salmos se les llama los Salmos Aleluyas. Cada salmo empieza con “Aleluya” y termina con “Aleluya”. Así pues, en los Salmos tenemos “Oh Señor” y “Aleluya”. Todos debemos ejercitarnos proclamando estas cuatro palabras: “¡Oh Señor, Amén, Aleluya!”

SE NECESITA LA PRACTICA

Se necesita cierta cantidad de práctica para aprender cómo hacer algo, pues al principio no nos sentimos cómodos, pero con la práctica gradualmente aprendemos a hacerlo. Creo que poco a poco aprenderemos a orar-leer la Palabra mejor. Todavía estamos en el comienzo, y si se regula algo al principio, se mata. Por tanto, necesitamos dejarlo crecer. No se debe tocar mucho a una planta pequeña mientras crece porque se morirá. Si la regula, la mata; pero sí hay que adaptarla poco a poco. De la misma manera, nuestro orar-leer la Palabra con el tiempo necesitará ser calibrado un poco.

Por ejemplo, algunas veces no tomamos cuidado de los demás cuando oramos-leemos en las reuniones. A veces, todos decimos algo al mismo tiempo; otras veces, todos nos detenemos. Así que nos falta el balance porque nuestra técnica áun no es adecuada. No hemos practicado lo suficiente para poder orar-leer de manera balanceada y coordinada. Quizá oremos-leamos de manera viviente, pero no de manera balanceada y coordinada.

Necesitamos practicar, pero no debemos hacer de esto un método o un formalismo. Somos personas vivientes con algunas reglas, pero sin nada formal. Lo que sí necesitamos es adquirir alguna destreza y técnica. Los jugadores de baloncesto de un equipo bien coordinado algunas veces juegan lentamente y de pronto juegan muy rápido. De la misma manera, podemos orar-leer rápido y después detenernos un poco. Algunas veces quizá oremos-leamos en voz alta y después en silencio. Y a veces quizá tengamos la guía del Señor que nos conduzca a leer todos juntos y a decir: “Amén”. Lo principal es la práctica; la práctica hace al maestro.

Algo más que hemos aprendido de nuestra experiencia al orar-leer es que al principio, todos pueden orar al mismo tiempo por unos dos minutos. Esto es como el sonido de muchas aguas, como el eco de un fuerte trueno. Pero después de dos o tres minutos, debemos orar uno por uno. Luego, todos pueden orar-leer juntos fuertemente cuando lleguemos al punto estratégico, pero después de unos minutos, todas las voces deben calmarse de nuevo para orar uno por uno. Esto es semejante a tocar el piano: no todas las notas se tocan al mismo tiempo. Algunas se tocan suavemente mientras que otras se tocan fuerte, lo cual da como resultado una hermosa música. Nuestro orar-leer debe hacerse así. Al principio todos oramos juntos, pero poco a poco oramos uno por uno hasta que se aumente la intensidad y lleguemos a la culminación. Esto requiere coordinación. No hay reglas, pero todos necesitamos practicar.

EL BALANCE DEL ESPIRITU Y DEL ALMA

Esto no quiere decir que no necesitamos la enseñanza de la Palabra, pero lo más importante es que los espíritus de todos los santos sean liberados y nutridos. Los mensajes se dan principalmente para abrir nuestro entendimiento, lo cual ayuda, pero no nutren ni alimentan al espíritu tanto como el orar-leer. Es imprescindible que nuestros espíritus sean alimentados, liberados y despertados. En cada reunión, primero debemos liberar y alimentar el espíritu de los santos. Después, quizá tengamos algún mensaje del Señor por el cual se abra nuestro entendimiento. No sólo tenemos un espíritu sino que también tenemos un alma; por lo tanto, para el espíritu necesitamos el orar-leer, y para el alma necesitamos que el entendimiento sea abierto a la Palabra. Esta es la manera correcta de ser balanceados. No estoy diciendo que no necesitamos una enseñanza sólida y viviente, sino que las enseñanzas por sí solas no son adecuadas.

¿Por qué decimos siempre que no necesitamos enseñanzas sino el Espíritu? Decimos esto porque el cristianismo da demasiado énfasis a las enseñanzas, y descuida la alimentación y la nutrición del espíritu. Todos podemos orar-leer, pero no todos somos maestros. Algunos tienen el don de la enseñanza pero la mayoría no. De hecho, no todos pueden dar un mensaje corto, pero todos sí pueden orar-leer. Y al hacerlo, el sacerdocio en la iglesia será grandemente ayudado y fortalecido.

LOS VASOS MAS DEBILES

Hay algo más que se debe mencionar referente al orar-leer, y es que las hermanas deben ejercitar un poco de osadía. Como los hermanos son agresivos, a las hermanas les es bastante difícil tener oportunidad para orar-leer. He notado que en las reuniones de hermanas no hay problema porque ellas son atrevidas allí, pero en las reuniones de la iglesia, las hermanas necesitan ser más agresivas y entrar pronto en el orar-leer. Los hermanos deben simpatizar con los vasos más débiles y compartir el tiempo con ellas. Sin embargo, los hermanos no deben esperar demasiado, ya que la reunión perderá el fluir de vida. Todos necesitamos aprender a “sazonar” la reunión. Por supuesto, esto requiere práctica.

Creo que el Señor como Espíritu vivificante nos guiará en muchas maneras. De ahora en adelante, estamos en la etapa del Espíritu. Tenemos que abandonar nuestro pasado, dejar todas las viejas maneras y seguir al Espíritu vivificante. El es tan viviente; El es siempre fresco y siempre nuevo. Esto ocasionará una verdadera liberación del espíritu en el funcionamiento de nuestras reuniones.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top