Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4442-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el libro de Éxodo vemos a Cristo como el Ángel libertador, como el Moisés que habla y como el cordero que redime y nutre. La casa de Israel disfrutó de todos estos aspectos de Cristo. Ellos disfrutaron tanto de la sangre del cordero como de la vida del cordero. Por medio de este disfrute ellos fueron liberados y recibieron la fuerza para salir de Egipto. Cuando los israelitas cruzaron el Mar Rojo, todo el ejército de los egipcios los siguió. Pero Dios los sepultó a todos bajo un torrente de agua, después de que la casa de Israel cruzó el mar como por tierra seca. Por lo tanto, los israelitas no sólo fueron redimidos del juicio de Dios, sino también liberados de la esclavitud de los egipcios. Cristo es el Ángel libertador, el Moisés que habla y el Cordero que redime con la sangre limpiadora y con la vida nutritiva y fortalecedora. Cuando aplicamos este Cristo a nuestra situación, somos redimidos, liberados y salvos de la esclavitud de Satanás. ¡Aleluya, somos libres!
En 1 Corintios 5:7 y 8 dice: “Limpiaos de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra Pascua, que es Cristo, fue sacrificada. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”. Estos versículos nos muestran claramente que la Pascua del Antiguo Testamento es un tipo de Cristo. Cristo es nuestra Pascua. Todos los días le disfrutamos como el pan sin levadura, como el elemento que está exento de pecado. Día a día festejamos, comiendo no solamente la carne del Cordero, sino también este pan sin levadura. Hemos escapado de Egipto, y hemos sido liberados de la esclavitud de Satanás. Ahora estamos libres para seguir al Señor por el desierto, donde ya no hay esclavitud.
Sin embargo, mientras seguimos al Señor por el desierto, aún tenemos que comer y beber. Mientras los hijos de Israel viajaban por el desierto, Cristo vino a ellos nuevamente. Cuando ellos estaban en Egipto, Él vino a ellos como el Ángel, como Moisés y como el Cordero. Pero en el desierto Él vino como “una cosa menuda, redonda”, “como una semilla de culantro”, a fin de nutrirlos, fortalecerlos, saciarlos y vigorizarlos (Éx. 16:14-15, 31). La casa de Israel llamó maná a aquella cosa menuda y redonda (v. 31). Sin el maná, los israelitas no podrían haber viajado por el desierto. ¡Alabado sea el Señor porque día tras día Cristo vino de los cielos para visitarlos y nutrirlos!
La Pascua ocurrió una sola vez, pero comer el maná fue algo que ellos hicieron diariamente. Cada mañana debemos alimentarnos de Cristo como el maná. De hecho, debemos disfrutar a Cristo al menos tres veces al día, comiéndole mañana, tarde y noche. ¿Disfruta usted a Cristo de esta manera? ¿Lo comió de desayuno esta mañana? Esta mañana mi desayuno físico consistió de un poco de pan alemán. Fue un alimento bastante sólido, pues me vigorizó, sació y fortaleció. Cristo es mucho más sólido que el pan alemán. Debemos disfrutarlo a Él diariamente como nuestro desayuno. Cristo también debe ser nuestro almuerzo al mediodía y nuestra cena en la noche. Él no sólo es nuestro Ángel, nuestro Moisés y nuestro Cordero, sino también nuestro maná diario y celestial.
Cristo es también la roca de la cual fluye el agua viva (17:6). Cristo es nuestro alimento espiritual y nuestra bebida espiritual. En 1 Corintios 10:3 y 4 dice: “Todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”. ¡Oh, todos debemos disfrutar a Cristo a tal grado! Día a día, Él es el maná y también la roca que nos sigue. Cada vez que nos sintamos sedientos, podemos beber del agua viva que fluye de esta roca. Cristo, quien es el maná y la bebida celestiales, es ciertamente nuestro suministro diario. Ciertamente éste es el núcleo del libro de Éxodo. Hoy en día estamos disfrutando de este núcleo.
Hemos visto que la casa de Israel estuvo bajo esclavitud en Egipto y que Cristo vino como el Ángel, como Moisés y como el Cordero para redimirlos y liberarlos. En el desierto los israelitas fueron nutridos diariamente por el maná y el agua viva. Ahora debemos ver cuál es el resultado de este disfrute de Cristo. En Éxodo 19:4 el Señor dijo: “Vosotros visteis lo que hice con los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águila y os he traído a Mí”. En Éxodo 25:8 vemos el propósito que Dios tenía al sacar a la casa de Israel de Egipto y traerla a Sí mismo. En este versículo el Señor le mandó a Moisés diciendo: “Me erigirán un santuario, y habitaré en medio de ellos”. Dios les dijo a los hijos de Israel que le edificaran un tabernáculo, y ellos en efecto le edificaron un tabernáculo. Este tabernáculo, la morada de Dios, también representaba a la casa de Israel.
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