Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4643-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-4643-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Como aquellos que han nacido de nuevo, nosotros poseemos la vida divina. Sin embargo, es posible que en el servicio de la iglesia no dependamos mucho de la vida divina. Tal vez simplemente hagamos las cosas y hablemos, contemos chismes, hagamos preguntas y ejercitemos nuestra mente y parte emotiva, y a eso lo llamemos “comunión”, mas no dependemos en absoluto de la vida divina que está en nosotros. El simple hecho de reunirnos para conversar de forma amistosa sin ministrarnos vida unos a otros, no es comunión, sino meramente una actividad social. La comunión genuina es el fluir y la impartición de la vida unos a otros. Yo le ministro vida a usted, luego usted me ministra vida a mí, y en esa corriente de vida se da la verdadera comunión. Si en nuestros grupos de servicio únicamente nos preocupamos por cumplir con ciertas tareas sin impartirnos vida unos a otros, ése no será el verdadero servicio de la iglesia. Eso será sólo cierta clase de servicio social. Todo lo relacionado con la iglesia debe tener la naturaleza de vida, el contenido de vida y debe impartir vida. La “moneda” en el “cambio” de la iglesia no es el dólar, sino la vida divina; la vida divina es nuestra única “mercancía”. La iglesia depende íntegramente de la vida. Nuestra obra, palabras, comunión, servicio, ministerio, mensajes, estudio de la Biblia y nuestras oraciones deben hallarse en el fluir y la impartición de vida.
En la iglesia debemos tener vida, entrenamiento y llevar fruto. Cada miembro de la iglesia debería ser un pámpano que lleve fruto. La palabra del Señor en Juan 15 es enfática y definida. Él afirmó: “Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en Mí no lleva fruto, lo quita; y todo aquel que lleva fruto, lo poda, para que lleve más fruto” (vs. 1-2). Si somos salvos, somos un pámpano en la vid; no podemos negarlo. Por lo tanto, debemos darnos cuenta de que cada pámpano en la vid debe permanecer en el Señor para llevar fruto. Esto no es un asunto insignificante. El Señor dijo: “El que en Mí no permanece, es echado fuera como pámpano, y se seca; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (v. 6). Algunos estudiosos de la Biblia han malentendido este versículo. Si lo tomamos como una palabra con respecto a la salvación, no podremos entenderlo. Esta palabra no es acerca de la salvación; es acerca del disfrute del suministro de vida que proviene de la vid con el fin de llevar fruto. Ser echado fuera no significa estar perdido. Algunos cristianos pentecostales se valen de este versículo para negar que nuestra salvación es eterna. Ellos afirman que es posible que alguien sea salvo un día, pierda su salvación al otro día y a la mañana siguiente sea salvo otra vez. Esta clase de salvación es comparable a un ascensor que sube y baja. Sin embargo, en el capítulo 10 del mismo Evangelio, el Señor Jesús declaró: “Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de Mi Padre” (vs. 28-29). La salvación del Señor es eterna y fue consumada una vez y para siempre.
Sin embargo, esto no quiere decir que jamás podamos sufrir cierto trato, disciplina o castigo de parte del Señor. De hecho, podríamos sufrir todo esto. Después que alguien nace, no puede deshacer la acción de haber nacido debido a su mal comportamiento; en vez de ello, cuando un niño genuino comete errores es disciplinado. Lo que el Señor dijo en Juan 15 es que los pámpanos que no llevan fruto son primero cortados del suministro que le imparte la vid, luego se secan, y después son quemados en el fuego. En mi vida cristiana, he visto a muchos hermanos que se han secado y también he visto a algunos que incluso fueron “quemados”, es decir, no pudieron volver a recibir el suministro de vida. Los que se secaron no pudieron continuar disfrutando del jugo vital de la vid. Debemos tener cuidado de no jugar con el Señor y la iglesia. Hace unos veinte años algunos se opusieron al hermano Watchman Nee, lo criticaron y lo condenaron. Con el tiempo, todos los que lo criticaron se secaron. Ellos no perdieron su salvación, pero quedaron imposibilitados de poder disfrutar el suministro de vida.
Nosotros, como pámpanos, debemos llevar fruto. Me preocuparía mucho si alguno de ustedes dejara de llevar fruto por varios años. Ese hermano estaría corriendo el riesgo de ser definitivamente cortado del suministro de vida. Debemos esforzarnos y sentirnos desesperados al respecto. Debemos decir: “Señor, soy uno de Tus pámpanos; ¿por qué no he llevado fruto? Tengo que llevar algún fruto. Así, no puedo seguir adelante. Señor, ten misericordia de mí, y por Tu gracia permíteme llevar por lo menos un fruto”. Si llevamos por lo menos un fruto, el suministro de vida fluirá en nosotros. El jugo vital correrá en nuestro interior y llevaremos más fruto. Llevar el primer fruto es un gran avance. Debemos experimentar tal avance. Debemos acudir al Señor para que este asunto quede definitivamente resuelto.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.