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Especialidad, la generalidad y el sentido práctico de la vida de la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-123-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 7 Sección 2 de 3

UN ESPIRITU FUERTE

Entonces tenemos el tercer versículo, 2 Timoteo 1:7. El espíritu que tenemos, nuestro espíritu humano, no es un espíritu de cobardía. No es un espíritu débil, sino un espíritu de poder, y de amor, y de una mente sobria.

PERSIGUIENDO CON LOS QUE INVOCAN AL SEÑOR

Después de darnos cuenta de que tenemos tal espíritu, ¿qué haremos? Hay un cuarto versículo, 2 Timoteo 2:22. Dice: “Persigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor desde un corazón puro” (lit.). Este versículo nos dice que debemos perseguir las virtudes espirituales invocándole desde un corazón puro. Número uno, el Señor Jesús es el Espíritu. Número dos, El está en nuestro espíritu. Número tres, nuestro espíritu es un espíritu que es fuerte. Número cuatro, tenemos que perseguir con los que invocan al Señor desde un corazón puro ejercitando nuestro espíritu.

ORANDO-LEYENDO LA PALABRA

Ahora tenemos el quinto versículo, 2 Timoteo 3:16: “Toda Escritura es soplada por Dios” (lit.). El Señor no es solamente el Espíritu dentro de nuestro espíritu; El también es la Palabra en la Escritura. Cada palabra en la Biblia es Su aliento. Las Escrituras nos ayudan a invocar al Señor, a aspirar al Señor. La palabra griega pneúma, traducida como “Espíritu”, también significa “aliento”, o “aire” o “viento”. Por lo tanto, el Señor Jesús como el Espíritu es el aliento de vida para nosotros. Si ustedes saben que el Señor Jesús es el Espíritu, el aliento, es fácil aspirarle. Alguien que no sepa respirar, puede decir que invocar al Señor es demasiado simple. Para él decir: ¡Oh Señor Jesús! ¡Oh Señor Jesús!, es demasiado simple. Sin embargo, si a él no le gusta ser tan simple, hay sesenta y seis libros que se pueden usar. El puede abrirla en cualquier capítulo, en cualquier versículo, en cualquier línea, y empezar a orar. Como un ejemplo, él puede orar: “En el principio Dios creó. ¡Amén! En el principio, oh, en el principio. ¡Amén! Dios creó. Dios creó los cielos y la tierra. ¡Aleluya!” (Gn. 1:1).

La Biblia es un almacén maravilloso. Vengan a las Escrituras y recojan todas las riquezas de Cristo (Ef. 3:8). No vengan solamente para leer ejercitando su mentalidad. Eso puede secarles totalmente. Junto con su lectura, deben ejercitar su espíritu para orar lo que leen. Sí quieren hacerlo, seguramente serán llenos del Señor. Esto es alimentarse del Señor. Muchos pueden testificar que esto es verdadero. Cuando ustedes lo hayan gustado, nunca lo renunciarán. Sin embargo, no insistamos en ello como un punto de nuestra fe cristiana.

EL INVOCAR Y EL ORAR-LEER
COMO EL MAYOR SENTIDO PRACTICO

Romanos 10:12 dice: “El mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan”. ¿Cómo podrían ustedes disfrutar de las riquezas de Cristo? El mejor medio es invocarle. El Señor es rico para todos los que le invocan. A cualquier hora, en cualquier tipo de situación, simplemente invoquen: “¡Oh Señor Jesús! ¡Oh Señor Jesús!”. No traten de liberarse de sus circunstancias. Si no saben responder a alguien, si no saben qué hacer, si tienen miedo de que se enojarán, si están temerosos de que serán tentados, invoquen el nombre del Señor. El Señor es rico para todos los que le invocan.

Primera de Corintios 12:13 dice que “a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Nosotros hemos sido colocados para beber, ¿pero cómo bebemos? En el mismo capítulo, el versículo 3, dice que “nadie puede decir: Señor Jesús, sino en el Espíritu Santo” (lit.). En otras palabras, cuando ustedes dicen Señor Jesús, están en el Espíritu Santo. Por lo tanto, todos necesitamos ensayarnos a decir: “Oh Señor Jesús”. Esto es el invocar real al Señor. No es sólo orar. No es sólo pedir. Es invocarle.

Lamentaciones 3:55-56 dice: “Invoque tu nombre, oh Jehová, desde el calabozo profundo; oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros (mi respirar)” (lit.). Me gusta la palabra: “Invoqué tu nombre, desde el calabozo profundo”. A veces nuestras queridas esposas o esposos son nuestro calabozo profundo. Desde su calabozo profundo, invoquen el nombre del Señor.

Estos versículos también nos muestran claramente que nuestro clamar, nuestro invocar el nombre del Señor, es nuestro respirar. En el respirar es el beber, y en el beber es el comer. Cuando ustedes respiran, beben; cuando beben, comen. Abranse desde su espíritu, y con su boca invoquen: “Oh Señor Jesús”. Es tan dulce, tan refrescante, tan confortante, y tan alumbrante. También, es muy fortalecedor y aun muy regador. Luego intenten el orar-leer.

Estos dos asuntos son muy prácticos para la vida de iglesia. Los primeros creyentes practicaron el invocar el nombre del Señor. Era una evidencia de que ellos eran seguidores de Jesús como el pueblo de la iglesia (Hch. 9:14). Y el apóstol Pablo, en Efesios, un libro sobre la iglesia, encargó a los creyentes “recibid ... la palabra de Dios, por medio de toda oración” (lit., 6:17-18). Recibir la palabra de Dios por medio de la oración es orar-leer la Palabra. Esto es para que la iglesia sea prevaleciente contra el poder maligno de Satanás, como se muestra en Efesios 6.

Nadie puede decir que el hecho de orar-leer no está en la Biblia. Alguien puede decir que en la Biblia no hay tal término como orar-leer. La palabra Trinidad tampoco está en la Biblia, pero el hecho de la Trinidad está en la Biblia. El hecho de orar-leer también está en la Biblia. Por lo tanto, necesitamos recibir la Palabra de Dios por la oración. Pero no piensen que yo estoy enseñando esto como una parte de nuestra fe cristiana. No estoy enseñando el invocar al Señor y el orar-leer la Biblia como la fe cristiana, pero los recomiendo como el mejor sentido práctico para la vida de iglesia.


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