Dos grandes misterios en la economía de Dios, Lospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2905-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Por tanto, debemos preguntarnos, ¿en qué consiste el misterio de Dios? ¿Dónde está Dios? Tanto los judíos como los musulmanes creen en Dios. Sobre esta tierra nadie se atreve a declarar que otras cosas sean Dios; todos saben que las cosas ajenas a Dios mismo, no son Dios, sino simplemente ídolos. Hay un solo Dios. Los judíos creen en el Antiguo Testamento, y los musulmanes creen en el Corán. El Corán es una imitación del Antiguo Testamento. Todos ellos creen en el único Dios, pero no saben que este Dios es un misterio. Tampoco saben que tal misterio de Dios es Cristo (Col. 2:2).
Este misterio divino es primeramente el misterio de Dios, y luego, el misterio de Cristo. Necesitamos leer, estudiar y aun orar los libros de Colosenses y Efesios, ya que en ellos nos es revelado el misterio de Dios, el cual es Cristo. Los judíos tienen a Dios únicamente en nombre, pero no en realidad. Ellos conciben a Dios como un misterio. No tienen la realidad de Dios porque no conocen el misterio de Dios. ¡El misterio de Dios es Cristo! Si alguien no conoce a Dios, si aún no ha conocido a Dios, simplemente necesita venir a Cristo, ya que Dios mismo está corporificado en Cristo. Toda la plenitud de la Deidad habita corporalmente en este Cristo (Col. 2:9). Si alguien no cree en Cristo, no puede conocer a Dios. Si usted no tiene a Cristo, aun cuando afirme creer en Dios, el objeto de su fe serán meros términos sin contenido; es decir, usted creerá en Dios como quien cree en un misterio y, por ende, le será imposible conocer a Dios en términos de su experiencia personal. Le será imposible percibir a Dios, obtener a Dios y, mucho menos, internarse en Dios, pues esto sólo es posible mediante Cristo. Los musulmanes y los judíos tienen a Dios sin Cristo, pero en realidad no tienen nada, pues Dios mismo está en Cristo. Si usted no tiene a Cristo, tampoco tiene a Dios. Cristo es maravilloso porque Él es el misterio, la respuesta, la definición, la corporificación y la realidad de Dios. Cristo es nada menos que Dios mismo, pero es Dios y algo más. Cristo es Dios y algo más. Es muy difícil explicarlo. Él era un hombre común y corriente, procedente de una región menospreciada: Galilea; aún así, este hombre era el misterio de Dios. Si usted es ajeno a Él y carece de Él, jamás podrá ver a Dios. Ya sea que usted lo crea o no, Cristo es Dios. ¡Él simplemente es Dios! En este vasto universo, Dios únicamente está en Cristo. Donde Cristo esté, allí está Dios. Sólo en Cristo podemos encontrar a Dios.
Cristo es el misterio de Dios. Entonces, ¿dónde está Cristo? En toda la historia nunca ha habido un nombre tan maravilloso como el de Jesucristo. En la actualidad, todas las naciones se rigen por el calendario establecido a partir de Jesús, ya sea que estén de parte de Él o no lo estén. Este año y todos los años están basados en la cronología de Jesús, de Cristo, de aquel hombre aparentemente insignificante. ¿No es maravilloso este Cristo? Nadie es mayor que Él, y ningún otro nombre es más grande que el nombre de Jesús. Pero, ¿dónde está Él? Hay quienes afirman que Él está en los cielos; pero Él también está en la tierra, en esta misma habitación. El misterio del universo es Dios, el misterio de Dios es Cristo, y el misterio de Cristo es la iglesia (Ef. 3:4-11). He ministrado sobre Cristo y la iglesia por muchos años, y cuanto más lo hago, más abundante y rico es aquello que ministro. Hace más de cincuenta años aprendí que la iglesia no es un chalet con campanario. Aprendí que la iglesia es la asamblea de los que Dios ha llamado; sin embargo, incluso afirmar esto es todavía demasiado superficial. La iglesia es el Cuerpo de Cristo. La iglesia es un organismo, no una organización. No debemos considerar a la iglesia como una organización, sino como un organismo. Por muchos años no supe que la iglesia es un misterio. Ahora sé que la iglesia es el misterio de Cristo. En otras palabras, la iglesia es el propio Cristo, pero en una forma misteriosa. La iglesia es Cristo mismo (1 Co. 12:12). Así que, cuando declaramos que nosotros somos el Cristo, no estamos exagerando. ¡Aleluya, nosotros somos el Cristo aquí en la tierra! Por una parte, somos personas maravillosas, y por otra, somos Cristo mismo de una forma misteriosa. En nosotros hay algo misterioso, esto es, Cristo mismo. Hoy Cristo está presente en este mismo lugar.
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