Estudio-vida de 1 y 2 Reyespor Witness Lee
ISBN: 0-7363-1278-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje continuaremos hablando de la construcción del templo de Dios y de los palacios del rey, ambos realizados por Salomón.
Salomón construyó sus palacios conjuntamente con la morada de Dios (7:1-12).
Salomón construyó sus palacios con materiales idénticos a los del templo, lo cual indica que sus palacios tenían el mismo nivel que la morada de Dios. La morada de Dios era donde Su pueblo le adoraría, mientras que los palacios de Salomón eran donde éste ejercería Su gobierno sobre el pueblo. El gobierno de Salomón representaba la administración gubernamental que Dios ejercía sobre Su pueblo.
El hecho de que los palacios de Salomón fueron construidos conjuntamente con la morada de Dios indica que el gobierno que Dios ejerce sobre Su pueblo debe ir a la par de la adoración que Su pueblo le rinde.
En tipología, los palacios del rey y el templo de Dios estaban separados, mientras que en la realidad del Nuevo Testamento, éstos son una sola entidad. Por una parte, los creyentes neotestamentarios somos los sacerdotes de Dios que le sirven y le adoran; y por otra, somos los reyes que reinan por Dios.
El capítulo ocho narra la dedicación del templo.
Los versículos 1-11 muestran que el tabernáculo y el templo llegan a ser una sola entidad.
El tabernáculo era un prototipo portátil del templo y era transportado por el desierto.
El templo fue la consumación de la morada de Dios en tipología, construido en el monte de Sión, la cima del monte de Moriah.
La gloria de Jehová llenó el templo (cfr. Ex. 40:34) y trajo a la tierra al Dios que estaba en los cielos, uniendo así la tierra y los cielos. Esta debe ser nuestra experiencia hoy.
En Génesis 28 Jacob tuvo un sueño y llamó al lugar donde lo tuvo, Bet-el, que significa “la casa de Dios”. Allí el cielo bajó a la tierra y la tierra se unió con el cielo mediante la escalera que Jacob vio en su sueño. Esta escalera tipificaba al Cristo que, como Hijo del Hombre, mantendría el cielo abierto a la tierra y uniría la tierra al cielo (Jn. 1:51). Hoy el Dios celestial baja a la tierra y, el Cristo que mora en nosotros, une la tierra a Dios.
La bendición y la proclamación que expresó Salomón estaban relacionadas con el hecho de que Dios habitaría en la oscuridad y con la promesa que Dios hizo a David de que su hijo le edificaría casa (1 R. 8:12-21).
Los versículos 22-53 narran la oración de Salomón. Mi carga es que veamos el significado intrínseco de esta oración, para lo cual requerimos sabiduría y revelación espirituales.
En su oración, Salomón pide a Dios que fijara Su atención sobre la casa que él le construyó (vs. 22-29).
Salomón suplicó a Dios que escuchara desde Su morada celestial las oraciones que Su pueblo le ofrecía en torno a la morada terrestre que Salomón le había preparado. En esto vemos que Dios tiene dos moradas: una en los cielos y la otra en la tierra, aunque en realidad ambas son una sola, ya que son dos extremos de la misma morada; un extremo está en los cielos, y el otro en la tierra. Hoy los creyentes somos un pueblo particular, un pueblo que está en los cielos y al mismo tiempo en la tierra.
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