Información del libro

Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Lospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6380-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 10 Sección 2 de 4

CAPÍTULO NUEVE

LAS CARACTERÍSTICAS
DE UNA IGLESIA EDIFICADA

(3)

Lectura bíblica: Ap. 4:2-3; 21:11-12, 14-15, 18-20

En el último capítulo vimos que las puertas de la Nueva Jerusalén son perlas. Después de entrar por las puertas, la calle es de oro puro y la ciudad en sí es también de oro puro. Por lo tanto, la ciudad y la calle son una sola. En medio de la calle está el río de agua de vida, y en el río está el árbol de la vida, que extiende sus ramas a ambos lados del río y da sus frutos de vida continuamente. Ya dijimos que todas estas cosas son sumamente ricas en su significado espiritual. Nos muestran que todos los que desean entrar en esta ciudad y tener parte en esta edificación tienen que ser mezclados con Dios. Además, uno puede entrar por la puerta sólo después de que su ser natural ha sido crucificado y resucitado en Cristo. Después de entrar por la puerta, uno entra en contacto con el oro puro, el cual es la naturaleza de Dios. Esta naturaleza es el edificio mismo y también es la única calle. En esta única calle tenemos el agua de la vida y también el árbol de la vida. En otras palabras, esta calle de la naturaleza de Dios está llena del suministro de la vida de Dios. Y no sólo eso, sino que además esta calle nos conduce al trono de Dios. Por consiguiente, después que una persona entra por la puerta de perla, puede llegar al trono de Dios al andar por la calle de oro. Todos estos asuntos tienen su significado espiritual. Necesitamos que el Dios Triuno se mezcle con nosotros, y también necesitamos pasar por la muerte y la resurrección a fin de entrar por la puerta y contactar las cosas que se hallan en este edificio. Si entramos por la puerta de esta manera, tendremos contacto con la naturaleza de Dios, que es el camino sobre el cual podemos andar. Al mismo tiempo, este camino de la naturaleza de Dios está lleno del suministro de vida, y también nos conduce al trono de Dios. Dios también es el templo aquí, lo cual indica que Su presencia está aquí. Dios también reina aquí y de Su reinado fluye Su vida. Esta vida es la luz; por lo tanto, esta ciudad también está llena de la luz de Dios. Estas características que vemos en el edificio final de Dios, deben también ser las características de la iglesia, el edificio de Dios hoy.

LA IGLESIA EDIFICADA
NECESITA LA LÍNEA DIVISORIA
DE LA EXPRESIÓN DE LA IMAGEN DE DIOS

Otro punto crucial en cuanto a la Nueva Jerusalén es el muro. Sabemos que para que una ciudad sea una ciudad, debe tener un muro a su alrededor. Una ciudad sin muro, no puede ser considerada una ciudad. Los siete asuntos que vimos en los dos mensajes anteriores estaban relacionados con las puertas de la ciudad y con la base de la ciudad. Sin embargo, aún no hemos mencionado el muro. Por lo tanto, en este capítulo queremos hablar específicamente acerca del muro.

EL EDIFICIO DE DIOS ES LA EXPRESIÓN DE DIOS

Antes de examinar el muro, queremos mencionar la visión de Apocalipsis 4. En este capítulo el apóstol Juan, quien estaba en su espíritu, vio un trono establecido en el cielo. Aquel que estaba sentado en el trono era Dios mismo, el Señor soberano del universo. El aspecto del que estaba sentado en el trono era semejante a piedra de jaspe, y alrededor de Su trono había un arco iris (vs. 2-3). Recordemos que el arco iris no existió sino hasta después del comienzo del segundo mundo. Debido a la excesiva maldad de la humanidad, el primer mundo creado por Dios fue destruido con el diluvio, quedando solamente las ocho personas de la familia de Noé. Después que las aguas del diluvio decrecieron, el segundo mundo comenzó. Dios le dijo a Noé que usaría el arco iris como una señal de Su pacto establecido con los seres vivos de la tierra, y que cuando Él mirara el aro iris, no volvería a destruir la tierra con un diluvio (Gn. 9:8-17). Por lo tanto, en Apocalipsis 4, el hecho de que Dios aparezca con un arco iris alrededor de Su trono, implica que Él no sólo es el Dios del primer mundo, sino también el Dios que resguarda el segundo mundo. Además, también implica que la razón por la que Dios creó el primer mundo y resguarda el segundo es que desea edificar la Nueva Jerusalén. Aquí podemos ver una visión: tenemos un trono, el Dios que está sentado en el trono es semejante a la piedra de jaspe en aspecto, y alrededor del trono hay un arco iris.

Consideremos ahora el muro de la Nueva Jerusalén. Apocalipsis 21 claramente nos dice que el muro de la ciudad es de jaspe (v. 18) y que el resplandor de la ciudad es también como piedra de jaspe (v. 11). ¿Vemos esto? ¡La expresión de la ciudad es exactamente la misma que la expresión de Dios! Así como el Dios que está en el trono es semejante al jaspe, también la ciudad es semejante al jaspe. Ante todo el universo Dios es semejante al jaspe, y la ciudad también es semejante al jaspe. Por lo tanto, el aspecto de esta ciudad es el mismo aspecto de Dios.

Además, Apocalipsis 21 nos dice que el muro de la ciudad tiene doce cimientos (vs. 14, 19-20). Alguien una vez puso juntos los colores de las doce piedras preciosas del cimiento en la misma secuencia conforme a sus nombres en griego, y el resultado fue un cuadro semejante al arco iris. Por lo tanto, aquí podemos ver dos cuadros muy similares. En el cuadro que encontramos al comienzo de Apocalipsis vemos un trono en el cual Dios, quien es semejante al jaspe, está sentado y también vemos un arco iris alrededor. En el cuadro que se encuentra al final de Apocalipsis vemos una ciudad, en cuyo centro también hay un trono. Aquel que está sentado en el trono es también el mismo Dios. Además, toda la ciudad es semejante al jaspe, y los cimientos debajo el muro de jaspe también tienen la apariencia de un arco iris. Cuando comparamos estos dos cuadros, vemos que en el primero hay un trono y en el segundo también. En el primero la apariencia es la del jaspe, y en el segundo la apariencia es también la del jaspe. En el primero hay un arco iris alrededor del trono, y en el segundo también hay un arco iris alrededor del trono. Por consiguiente, en principio estos dos cuadros son iguales. La ciudad transparente es completamente igual a Dios sentado en el trono en Apocalipsis 4. Sin embargo, en el capítulo 4 la apariencia del jaspe se halla en una escala más pequeña, mientras que en el capítulo 21 la apariencia del jaspe ha sido agrandada. La apariencia del jaspe en el capítulo 4 es la expresión de Dios mismo, mientras que la apariencia de jaspe en el capítulo 21 es la expresión de Dios en todos los que han sido redimidos y edificados a través de los siglos.

Veamos ahora cuál es la forma geométrica de la ciudad. La ciudad se halla establecida en forma cuadrada, y su longitud es igual a su anchura, doce mil estadios (v. 16). El área de la ciudad, que calculamos al multiplicar doce mil por doce mil, es de ciento cuarenta y cuatro millones estadios. En las Escrituras el número doce es el número de absoluta perfección. El hecho de que el área de la ciudad sea de doce mil por doce mil significa que la ciudad es infinitamente perfecta. La altura de la ciudad también es de doce mil estadios. Estos números juntos nos muestran que en esta ciudad la expresión de Dios es ilimitada. Es la plenitud de la plenitud. Anteriormente, en el trono Dios no era plenamente expresado, pero ahora en la ciudad Él es expresado en plenitud.

Apocalipsis 21 incluye todo lo que se halla en las Escrituras; es la cristalización de toda la Biblia. El resultado de la obra que Dios habrá llevado a cabo en el linaje humano durante seis mil años será la Nueva Jerusalén. Todas las cosas positivas de las Escrituras hallan su consumación en ella. Por lo tanto, lo que esta ciudad incluye es rico sobremanera.

En palabras sencillas, la historia de la Nueva Jerusalén es la historia del agrandamiento de Dios en el hombre. Creo que esta afirmación es la mejor descripción de la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es el agrandamiento y plena expresión de Dios en el hombre. En principio, este agrandamiento, esta plena manifestación, es igual a Dios mismo. La apariencia de Dios es semejante al jaspe, y la apariencia de la ciudad es también semejante al jaspe. Ambos son exactamente iguales sin ninguna diferencia. Finalmente, el primer cuadro de Apocalipsis 4 se incluye en el segundo cuadro de Apocalipsis 21. Cuando la ciudad descrita en Apocalipsis 21 llegue a existir, el trono en Apocalipsis 4 estará incluido en la ciudad. Es por ello que esta ciudad es la expresión de Dios mismo.

Creo que después de leer estos capítulos podremos recordar fácilmente la historia de Génesis 1. Debemos recordar que en el principio Dios creó al hombre a Su imagen. Luego, al final de Apocalipsis vemos la manifestación de la Nueva Jerusalén como el producto cristalizado de la obra de Dios a través de los siglos. Todo lo que hay en la ciudad expresa a Dios, y la ciudad entera expresa la imagen de Dios. Por lo tanto, al final de Apocalipsis se logra la meta para la cual Dios creó al hombre. El hombre ha llegado a ser completamente la expresión de Dios y está llena de la imagen de Dios. Más aún, la luz de la ciudad es semejante al jaspe, lo cual indica que su resplandor es enteramente la expresión de la imagen de Dios. Las personas pueden tocar a Dios y ver a Dios. Todos debemos recordar que ésta debe ser la condición de una iglesia que ha sido edificada por Dios.

Si una iglesia realmente ha sido edificada, no sólo tendrá la presencia de Dios, el trono de Dios, el fluir y el suministro de la vida de Dios y el resplandor de la luz de Dios, sino que también tendrá la expresión de Dios. Miren la iglesia en la época del Pentecostés. Ciento veinte personas habían sido verdaderamente edificadas por Dios y estaban en armonía y en unanimidad. Si usted las hubiera tratado, habría percibido que Dios estaba con ellas. Entre ellas había una expresión, que era el resplandor de Dios. Ellas eran la ciudad de jaspe. Como cristales transparentes, ellas resplandecían con el Dios de jaspe que estaba dentro de ellas.

Por otra parte, si usted entra en medio de los santos de una iglesia que no ha sido edificada por Dios, no podrá ver allí la expresión de Dios. En vez de ello, lo que encontrará o verá será personas caídas o al maligno Satanás. Ellas expresarán al hombre y a Satanás, mas no a Dios. La iglesia en Corinto era un ejemplo bastante obvio de esto. El apóstol Pablo dijo que los corintios eran carnales, pues andaban según la corriente de este mundo, y había contiendas y divisiones entre ellos. Por lo tanto, lo que ellos manifestaban era la carne del hombre. La imagen de Dios estaba completamente tapada por ellos.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top