Información del libro

Economía de Dios y el misterio de la transmisión de la Trinidad Divina, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7101-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 24 Sección 2 de 2

ENTRAR EN EL REINO DE DIOS,
NO POR MEDIO DE ENSEÑANZAS,
SINO POR MEDIO DE LA REGENERACIÓN

Si deseamos servir al Señor y andar en Su senda por el resto de nuestros días, tenemos que poseer un conocimiento puro de la Palabra en conformidad con la revelación de Dios. Tenemos que comprender que acercarse al reino de Dios es acercarse a Dios mismo. También tenemos que entender que el que el hombre llegue a formar parte del mundo de Dios equivale a que entre en el reino de Dios. En cuanto un hombre llega a formar parte del mundo de Dios, él entra en el reino de Dios. A Nicodemo principalmente le preocupaba la moralidad y, por eso, cuando vino al Señor, le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro” (Jn. 3:2). Él pensaba que el Señor había venido de parte de Dios para enseñar sobre la ética. Pero el Señor de inmediato lo interrumpió y le dijo: “De cierto, de cierto te digo: El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (v. 3). El Señor Jesús fue muy paciente y refinado. Él no era como nosotros; nosotros siempre somos tan toscos. En realidad, el significado de lo que dijo era: “No digas tonterías. ¿No has visto lo que Juan el Bautista hacía? De cierto, de cierto te digo, el que no nace de nuevo no puede entrar en el reino de Dios, y ni siquiera puede verlo”. Nicodemo se mostró ansioso cuando escuchó estas palabras y preguntó: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?”. El Señor Jesús respondió: “El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (vs. 4-5). Lo que Él quería decir con esto era: “Tú tienes que recordar lo que Juan el Bautista dijo, y sumergirte primero en el agua, y entonces yo te bautizaré en el Espíritu Santo. A menos que nazcas de agua y del Espíritu, no podrás tener parte en el mundo de Dios, es decir, no podrás participar en el reino de Dios”.

Para entrar al reino humano y participar de él, un perro o una vaca tendrían que recibir la vida humana al nacer de nuevo. Un perro o una vaca sólo pueden entrar en el reino humano por medio del nacimiento. Yo nací como un hombre, poseyendo la vida humana, así que de forma natural entré en el mundo humano, en el reino humano. Cuando yo estoy en el mundo humano, estoy en el reino humano. Hoy todos somos descendientes de Adán por haber nacido en el mundo humano; nosotros entramos en el reino humano al nacer de nuestros padres. Si queremos obtener la ciudadanía de determinado país o formar parte de cierto club social, por lo general debemos cumplir ciertos requisitos o pagar cierta cuota; no obstante, para formar parte del reino humano, lo único que se requiere es nacer como humanos. De hecho, nosotros entramos en el reino humano aun cuando todavía estábamos en el vientre de nuestra madre. Es por ello que los chinos contamos la edad de una persona desde el momento en que es concebida en el vientre de su madre.

Hoy Dios desea que nosotros entremos en el mundo de Dios, el reino de Dios. Conforme a nuestra mentalidad natural, diríamos: “¡Qué maravilloso! Señor, te ruego que me enseñes cómo entrar en el reino de Dios”. Pero Su respuesta sería: “¿Cómo podría enseñarte eso? Aun si te lo enseñara hasta que envejecieras, seguirías siendo un hombre. Es imposible que Yo te haga Dios por medio de enseñanzas. Tú no puedes llegar a ser Dios a menos que nazcas de nuevo, a menos que nazcas de Mí”. Por ejemplo, la enseñanza es absolutamente necesaria cuando uno quiere que un mono se comporte como un ser humano. Sin embargo, no importa cuánta enseñanza el mono reciba ni cuánto logre imitar el comportamiento humano, el mono seguirá siendo un mono. El mono jamás llegará a ser un ser humano, a menos que nazca de nuevo, a menos que nazca del hombre. Hace treinta años cuando por primera vez vine a Taiwán, fui al zoológico y vi un espectáculo en el que un mono comía con cuchillo y tenedor. Cuando el mono subía al estrado, el entrenador lo golpeaba con un látigo, y el mono empezaba a caminar erguido, ponía una taza pequeña y tomaba el cuchillo y el tenedor. Luego, cuando el entrenador golpeaba al mono de nuevo, éste empezaba a comer la comida como un occidental. Esa clase de actuación era un esfuerzo por enseñarle a un mono a entrar en el reino humano. Sin embargo, en mi opinión, las enseñanzas nunca serán suficientes para hacer que un mono entre en el reino humano. Ese mono tenía la vida del mono y no quería entrar en el reino humano. De hecho, era un gran sufrimiento para el mono tratar de estar en el reino humano. El mono era forzado a aprender obedientemente por los latigazos que recibía. Pero una vez que acababa la función, el mono de inmediato se bajaba de la mesa y mostraba su verdadera condición. Hoy en día todas las religiones, incluyendo el cristianismo, son exactamente iguales a los entrenadores que les enseñan a los monos a entrar en el reino humano. Sin embargo, al final la verdadera naturaleza del hombre queda al descubierto. Un mono que únicamente tiene la vida de los monos sólo puede entrar en el reino de los monos; no es posible que entre en el reino humano por medio de la educación. Si un mono ha de entrar en el reino humano, tiene que poseer la vida humana.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top