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Economía de Dios y el misterio de la transmisión de la Trinidad Divina, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7101-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 12 Sección 3 de 5

El Hijo y el Espíritu son uno

Al final de Juan 14:17 el Señor dijo que el Espíritu de realidad vendría a morar con los discípulos y estaría en ellos. Luego en el versículo 20 Él dijo que los discípulos estarían en Él y Él en ellos. Después de decir en el versículo 17 que el Espíritu de realidad estaría en los discípulos, el Señor continuó diciendo en el versículo 20 que Él estaría en los discípulos. ¿Son entonces “el Espíritu de realidad” y “el Señor” dos personas? ¿Es posible que dos personas vivan en nosotros? Todos podemos testificar por experiencia que sólo hay uno que vive en nosotros. Si es así, ¿cuál de ellos vive en nosotros?

Cuanto más hablamos respecto a si el que vive en nosotros es el Padre, el Hijo o el Espíritu, más nos confundimos en nuestra mentalidad humana, que es tan limitada. Sólo podemos decir que sabemos que estos versículos nos hablan acerca del Padre, del Hijo y del Espíritu; pero aun lo que sabemos, no lo sabemos. Sin embargo, si decimos que no sabemos, al mismo tiempo parece que sí sabemos. Es muy difícil determinar cuántas personas son el Padre, el Hijo y el Espíritu. Si decimos que son tres, es difícil explicar estos pocos versículos. Si decimos que no son tres, es igualmente difícil de entender. Debido a que el misterio en cuanto a la Trinidad Divina es tan difícil de entender, la manera teológica de explicar esto es decir que el Dios único, quien es el Padre, el Hijo y el Espíritu, es el Dios Triuno. Él es tres y a la vez uno; Él es Triuno.

El Padre y el Hijo son uno

En Juan 14:23a el Señor dijo: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará”. ¿Por qué el Señor no dice que el que le ama, Él lo amará, y en vez de ello dijo que el que le ama, Su Padre le amará? ¿Por qué cuando alguien ama al Hijo, el Padre participa también? ¿Qué clase de relación de amor es ésta? Más aún, el Señor continuó diciendo en el versículo 23b: “Y vendremos a él, y haremos morada con él”. La palabra “vendremos” aquí indica que el Padre y el Hijo están juntos. ¿Qué significa esto? Significa que el Hijo, quien es amado, está en el Padre, y el Padre también está en el Hijo. Por lo tanto, si el Señor hubiera dicho: “El que me ama, Yo le amaré”, no habría revelado el hecho de que el Hijo y el Padre son uno. Por esta razón, el Señor dijo: “El que me ama [...] Mi Padre le amará”. Esto demuestra que cuando amamos al Hijo, amamos también al Padre, porque el Padre está en el Hijo. Al mismo tiempo, debido a que el Hijo está en el Padre, el resultado de ello es que tanto el Padre como el Hijo responden a nuestro amor, amándonos. Cuando el Padre nos ama, es el Hijo que nos ama en el Padre y el Padre que nos ama en el Hijo. Por lo tanto, no podemos amar al Hijo sin amar también al Padre; pues cuando amamos al Hijo, el Padre aparece. El Padre responde amándonos, y cuando el Padre nos ama, el Hijo viene con Él. Por ello, el Señor dijo “vendremos”, dando a entender que tanto el Padre como el Hijo vendrían. Ellos vienen a hacer morada con nosotros.

EL PADRE ENVÍA AL ESPÍRITU
EN NOMBRE DEL HIJO,
Y EL ESPÍRITU VIENE
CON EL PADRE Y CON EL HIJO

En Juan 14:26 un versículo que es aún más difícil de entender que los versículos anteriores que hemos abarcado, el Señor dijo: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él os enseñará todas las cosas”. Este versículo nos dice que el Padre envía al Espíritu en nombre del Hijo; por lo tanto, el Espíritu también está en el nombre del Hijo. Además, cuando el Padre envía en nombre del Hijo, ¿el que envía es el Padre o el Hijo? Supongamos que usted va al banco a retirar dinero en nombre del hermano Chang. Cuando el cajero llama el nombre del hermano Chang, usted responde y pasa a la caja. En ese momento al cajero no le importa si usted es el hermano Lin o el hermano Wang, sino que únicamente la importa ese “nombre”, el nombre del hermano Chang. Así que, lo único que usted tiene que hacer es darle al cajero el sello del hermano Chang y su libreta de ahorros, y entonces podrá retirar dinero en nombre del hermano Chang. Al respecto, usted y el hermano Chang en ese momento son uno. De manera semejante, el que el Padre envíe al Espíritu en nombre del Hijo significa que el Padre y el Hijo son uno; los dos son inseparables.

Además, cuando el Espíritu viene, viene con el Padre (cfr. 15:26, nota 1). En otras palabras, el Espíritu viene con Aquel que lo envía. Aquel que envía al Espíritu es el Padre, y el Padre está en el Hijo. Por lo tanto, cuando el Espíritu, quien es enviado, viene con el Padre, el Padre, por estar dentro del Hijo, viene con el Hijo. Como resultado, cuando el Espíritu viene, viene con el Padre y con el Hijo. Los tres —el Padre, el Hijo y el Espíritu— vienen.

A fin de entender este versículo mejor, debemos leer 14:26 y 15:26 nuevamente. En 15:26 el Señor dijo: “Pero cuando venga el Consolador, a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de realidad”. Juan 14:26 claramente dice que el Padre enviará al Espíritu, pero 15:26 dice que el Hijo enviará del Padre al Consolador. Esto significa que tanto el Hijo como el Padre son Aquellos que envían, y que Aquel que es enviado es el Espíritu, quien procede del Padre. En este versículo la palabra del tiene el sentido de “de con” en el griego (véase la nota 5 de 1:14). El Espíritu de realidad, quien es enviado por el Hijo y desde el Padre, no sólo viene desde el Padre, sino también con el Padre. El Padre es la fuente. Cuando este Espíritu viene de la fuente, no deja atrás la fuente, sino que viene con ella. Este Espíritu, que es enviado por el Hijo y que viene con el Padre, da testimonio acerca del Hijo. Por lo tanto, Su testimonio en cuanto al Hijo tiene que ver con el Dios Triuno. Así pues, cuando el Espíritu viene, viene con el Padre y también con el Hijo; por tanto, Aquel que viene es el Dios Triuno.


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