Diez 'unos' extremadamente cruciales para la edificación del Cuerpo de Cristo, Lospor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-951-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Cuerpo de Cristo es el organismo del Dios Triuno en Su mover. La vida es una substancia, el Dios Triuno, y este organismo es la expresión de dicha substancia.
El Cuerpo de Cristo está constituido de la divinidad del Dios Triuno procesado y consumado y de la humanidad de Su pueblo redimido, regenerado y transformado (Ef. 4:4-6). El Cuerpo está conformado por el Dios Triuno, en quien el Padre es la fuente, la substancia, el Hijo es el elemento, la expresión, y el Espíritu es la esencia. El Dios Triuno en Su divinidad se mezcla con lo humano de Su pueblo redimido. Nosotros somos redimidos para ser regenerados y transformados.
No debemos ni podemos tener la vida del Cuerpo en nuestra vida natural, en nuestro hombre natural. Tenemos que ser redimidos por la sangre, regenerados por el Espíritu y transformados mediante la cruz de Cristo. La cruz de Cristo debe anularnos a nosotros. Entonces llegaremos a ser hombres nuevos. Todos los miembros del Cuerpo constituyen el nuevo hombre; en conjunto forman un solo y nuevo hombre.
Según Colosenses 3:10-11, todos los miembros del nuevo hombre deben de ser Cristo. Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). También dijo: “...será magnificado Cristo ... Porque para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:19, 21). Tenemos que ser Cristo; entonces podremos ser Su Cuerpo. Los dedos de una persona y su nariz son miembros, y todos sus miembros, en conjunto, constituyen la persona misma. Tenemos que conocer el Cuerpo de una manera intrínseca. No se trata simplemente de que no expresemos opiniones y hablemos la misma cosa. Eso no es suficiente. Tenemos que salir nosotros para que Cristo entre. Nosotros morimos para que El viva.
El Cuerpo, el organismo único, es el cumplimiento de la economía de Dios según Su beneplácito, o sea el deseo de Su corazón, Su voluntad (Ef. 1:5). Dicho Cuerpo es edificado con la vida de Cristo como elemento, con el Espíritu de realidad como esencia y con la persona de Dios como fuente (Ef. 4:4-6), y además por los santos que hayan sido perfeccionados por los miembros dotados (Ef. 4:11-12). Si queremos edificar el Cuerpo, tenemos que ser perfeccionados. Los apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros están facultados para perfeccionar a los santos. Sólo entonces pueden éstos edificar el Cuerpo de Cristo.
El Cuerpo también se edifica con los creyentes maduros como constituyentes, por medio del crecimiento de ellos en la vida de Cristo hasta llegar a la madurez, y también se edifica a sí mismo en amor (Ef. 4:15-16). El Cuerpo está unido por todas las coyunturas del rico suministro (los miembros dotados específicos) y entrelazado por la función de cada miembro (de todos los santos) en su medida. Las coyunturas son como la estructura metálica de un edificio, y los miembros son semejantes al material que llena los vacíos. El Cuerpo edificado tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén (Ap. 21—22).
El título la ciudad santa, la Nueva Jerusalén implica que ella no sólo es santa sino también nueva (Ap. 21:2). Es santa porque está separada y santificada para Dios como algo que le pertenece a El según Su naturaleza santa. Y es nueva porque, como la parte principal de la nueva creación, tiene la naturaleza de Dios, Su naturaleza de novedad (2 Co. 5:17).
La santa ciudad, la Nueva Jerusalén, es la máxima consumación de la obra en la cual se produce la nueva creación a partir de la vieja creación a lo largo de las cuatro edades de la historia del hombre (la edad anterior a la ley, la edad de la ley, la edad de la gracia y la edad del reino); empieza cuando Dios le hizo al hombre un espíritu y lo puso delante del árbol de la vida, y termina con el cumplimiento de esta ciudad para el beneplácito de Su voluntad, el cual es la intención de Su economía eterna. Dios produce la nueva creación a partir de la primera creación mediante cuatro eras. Esta obra comenzó cuando Dios creó al hombre y le hizo un espíritu, y luego lo ubicó frente al árbol de la vida, y termina en la Nueva Jerusalén.
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