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Cristo como la realidadpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3063-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 21 Sección 2 de 5

DIFERENTES DIMENSIONES DEL HOLOCAUSTO

El segundo punto es que el holocausto tiene diferentes dimensiones. Por ejemplo, está el ganado vacuno, que es bastante grande, los corderos y cabras, que son más pequeños, y finalmente las aves, tórtolas o palominos, que son las ofrendas aún más pequeñas. En Sí mismo Cristo es siempre igual. Él es ilimitado en Su grandeza; sin embargo, en términos de nuestra experiencia, Él tiene diferentes dimensiones. En nuestra experiencia algunas veces Él es como un gran toro, y otras como un pequeño palomino, y a veces es mediano como un cordero. En Sí mismo Él es siempre igual, pero en nuestra experiencia tiene diferentes dimensiones.

¿De qué tamaño es el Cristo que ha experimentado usted el día de hoy? ¿Lo experimentó como una palomita o como un novillo? Debemos preguntarnos cuál es el tamaño del Cristo que hemos experimentado y traído para presentarlo delante de Dios en la Tienda de Reunión. En lo profundo de nuestro ser sabemos cuál es la dimensión del Cristo que hemos experimentado. Así que debemos orar: “Señor, concédenos Tu gracia para que nuestra experiencia de Cristo aumente y para que siempre tengamos un novillo que presentar delante de Ti”.

CUATRO ELEMENTOS PRINCIPALES
AL PRESENTAR EL HOLOCAUSTO

Tercero, debemos ver que para presentar el holocausto, o aun para presentar cualquiera de las otras ofrendas, se requieren cuatro elementos. Necesitamos de estos cuatro elementos a fin de ofrecer a Dios al Cristo que hemos disfrutado apropiadamente. Sin estas cuatro cosas nos sería difícil presentar cualquiera de las ofrendas.

El lugar único que Dios escogió

El primer elemento es el lugar único que Dios escogió. En Deuteronomio 12:8-14 Moisés, hablando del lugar escogido por Dios, le dijo al pueblo de Israel: “No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece, porque hasta ahora no habéis entrado al reposo y a la heredad que os da Jehová, vuestro Dios. Pero pasaréis el Jordán y habitaréis en la tierra que Jehová, vuestro Dios, os hace heredar. Él os hará descansar de todos vuestros enemigos de alrededor, y habitaréis seguros. Y al lugar que Jehová, vuestro Dios, escoja para poner en él Su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas reservadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hayáis prometido a Jehová. Y os alegraréis delante de Jehová, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, así como el levita que habite en vuestras poblaciones; por cuanto no tiene parte ni heredad con vosotros. Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que veas; sólo en el lugar que Jehová escoja en una de tus tribus ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando”.

Moisés le dijo al pueblo de Israel que cuando entraran en la buena tierra, no debían hacer lo que a ellos les parecía bien, pero que no estaba bien ante los ojos de Dios. En el desierto ellos hicieron lo que bien les parecía, lo cual era iniquidad; algo que nunca podría agradar a Dios. Él lo había tolerado en el desierto, pero no lo toleraría en la buena tierra. Debido a eso Moisés les dijo que cuando entrasen en la buena tierra deberían presentar sus holocaustos en el lugar que Dios escogiere. Si el lugar fuese el que ellos escogiesen, sería algo de su preferencia. Pero en la buena tierra, ellos habían de hacer lo que estaba bien a los ojos de Dios. Lo primero que debían hacer era traer sus ofrendas al lugar escogido por Dios.

Esto quiere decir que cuando no estamos viviendo en Cristo, ni descasamos en Cristo o heredamos nuestra porción en Cristo, podemos actuar de una manera descuidada según nuestra predilección. Sin embargo, una vez que estemos descansando en Cristo, heredándolo como nuestra porción, no debemos hacer nada según nuestro buen parecer, sino según lo que Dios escogió. ¡Alabado sea el Señor que ahora estamos en Cristo! ¡Estamos en la buena tierra! Por tanto, no debemos hacer nada según nuestra propia elección, sino según lo que Dios escoja. Para presentar las ofrendas se necesita un lugar apropiado, un lugar que preserve la unidad del pueblo de Dios. Si al entrar a la buena tierra, el pueblo de Israel hubiese tenido la libertad de escoger un lugar para rendir su adoración a Dios, no habría pasado mucho tiempo antes de que se dividieran. A través de los siglos el pueblo de Israel ha mantenido la unidad, en lo que respecta a su adoración a Dios, debido a que tenían un único lugar de adoración. Lo único que ellos podían escoger era lo que Dios había escogido, y lo que Dios había escogido fue lo que ellos escogieron.

Hoy en día los cristianos son muy libres; tienen mucho de donde elegir. Casi todos tienen cierta iglesia conforme a su elección. La gente dice: “No me gusta esa clase de reunión”, o: “Prefiero esta clase de reunión”. ¿Qué es esto? Esto es su elección. Todos tenemos que preguntarle: “¿Señor, qué es lo que escoges? ¿Cuál es el lugar que has escogido? No me gusta lo que yo escojo. No quiero hacer nada que a mí me parezca bien; sólo quiero hacer lo que esté bien delante de Tus ojos. No quiero reunirme en el lugar de mi agrado; sólo quiero reunirme en el lugar de predilección”.

Hoy en día hay mucho de donde elegir. Usted tiene su gusto y yo el mío. Todos tenemos nuestros propios gustos; finalmente estos gustos tan diversos causan muchas divisiones. Pero hay sólo un gusto que es el apropiado, y sólo hay una cosa que se puede escoger: lo que Dios ha escogido, que es el terreno único de la unidad. Todos necesitamos estar en el terreno único de la unidad. No piensen que esto es algo insignificante. Tal vez ustedes podrán ver el disfrute que hay en nuestras reuniones y aun participar de tal disfrute, pero no traten de ir al lugar donde se reúnen e imitar lo que vieron. Usted disfrutará cuando viene a nuestra reunión, pero si va a otro lugar y trata de copiar las cosas, inmediatamente perderá el disfrute. Esto se debe a que no está en el lugar único escogido por Dios, que es el terreno genuino de la unidad. No deben reunirse con la iglesia en su localidad debido a que concuerda con su propio gusto. Ya sea que les guste o no, no importa. Lo que importa es que a Dios sí le gusta. Aunque digan que esta noche todo fue de su agrado, tal vez mañana no lo sea. Debemos decir que esto es lo que Dios escogió, y lo que Dios escogió es nuestro destino. No es poca cosa estar en el lugar que Dios escogió, en el terreno de la unidad. Cientos de nosotros podemos testificar que cuando estamos en el terreno de la unidad, estamos en nuestro hogar. Nos sentimos en casa porque esto es lo que Dios escogió.


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