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Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7381-4
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CAPÍTULO UNO

EL ESPÍRITU, LA PALABRA Y LOS DONES
PARA TRANSMITIR CRISTO A LA IGLESIA

Lectura bíblica: Gá. 1:15a, 16a; 1 Co. 1:24, 30; 2:2; 10:3-4; Mt. 25:14-15; Ro. 12:4-8; Ef. 4:11, 16

Según la revelación de la Palabra, el pensamiento central y la intención del Señor es obtener la iglesia como Su Cuerpo a fin de expresarse a sí mismo. Por consiguiente, la iglesia no existe para nada más que para Cristo, y Cristo es la vida misma, el contenido mismo, de la iglesia. Esto debe ser muy claro para nosotros. La iglesia es el Cuerpo de Cristo. Un cuerpo es algo que contiene la vida de la cabeza y que expresa lo que la cabeza es. El cuerpo es la expresión de la vida de la cabeza, así que la cabeza es la vida y el contenido mismo del cuerpo. De la misma manera, el asunto primordial y el más importante en la vida de iglesia es que Cristo sea la Cabeza, y que esta Cabeza sea la vida, el contenido y todo en la iglesia. La iglesia no es solamente una reunión; ni tiene como fin realizar cierta clase de actividad, algún tipo de servicio o alguna otra cosa. La iglesia es absolutamente para expresar a Cristo.

Gálatas 1:15a y 16a dice: “Pero cuando agradó a Dios [...] revelar a Su Hijo en mí”. Debemos ver la manera en que Cristo puede ser hecho real a la iglesia, revelado en la iglesia y forjado en la iglesia. Según la Biblia, y todas las experiencias de los santos, Cristo se forja en nosotros por medio de tres medios. El primero es el Espíritu Santo. Cristo se forja en nosotros a través del Espíritu Santo, porque Cristo es el Espíritu y el Espíritu es la realidad misma de Cristo (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17). Si tenemos al Espíritu Santo, tenemos a Cristo. Si no tenemos al Espíritu Santo, no tenemos a Cristo. El segundo medio es por la Palabra, la cual contiene muchas enseñanzas, y el tercer medio son los dones. Es mediante el Espíritu Santo que Cristo es revelado, forjado y entretejido en nosotros. Pero ¿cómo el Espíritu Santo lleva a cabo esto? Lo hace por medio de la Palabra o mediante los dones.

LAS ENSEÑANZAS Y LOS DONES SON PARA CRISTO

El Espíritu Santo, la Palabra y los dones constituyen los tres medios por los cuales Cristo se forja en nosotros. Sin embargo, la iglesia es para Cristo; y estrictamente hablando, ni siquiera es para el Espíritu Santo, las enseñanzas de la Palabra o algún don. ¿Cuál es entonces la posición que ocupan las enseñanzas y los dones? Ellos son simplemente los medios. Todas las enseñanzas son un medio, y todos los dones son también un medio. El problema que ha existido durante todos los siglos, e incluso ahora mismo, es que la gente presta más atención a ciertas enseñanzas que a Cristo. Esto crea un problema. Asimismo, algunas personas prestan más atención a los dones que a Cristo. Esto también crea un problema.

Consideren la manera en que todas las denominaciones y divisiones llegaron a existir. La denominación presbiteriana, por ejemplo, surgió debido a que algunas personas recalcaron el gobierno de la iglesia ejercido por el presbiterio. De igual manera, hoy en día tenemos la Iglesia Bautista debido a que algunas personas hicieron énfasis en el bautismo por inmersión, y no en Cristo, creando así una división. Éstas son divisiones según enseñanzas o prácticas. En la actualidad, también tenemos la Iglesia Pentecostal, porque esas personas hacen énfasis en las cosas pentecostales en lugar de Cristo. Por supuesto, ellos afirman que creen en Cristo y que exaltan a Cristo. Sí, lo hacen, pero de algún modo recalcan algo además de Cristo. Tal vez sea algo correcto, pero nadie debería hacer énfasis en eso.

Todas las enseñanzas son para Cristo y todos los dones son para Cristo. Los dones no deben ser para los dones, ni las enseñanzas deben ser para las enseñanzas. No importa cuántas enseñanzas tengamos y cuán buenas sean, debemos considerarlas simplemente como un medio, y no como el asunto central. El punto central tiene que ser Cristo. Necesitamos las enseñanzas, pero nuestro enfoque y énfasis no deben centrarse en las enseñanzas, sino en Cristo. Si hacemos énfasis en las enseñanzas en vez de Cristo, éstas llegarán a ser un sustituto de Cristo. Debemos estar muy claros en esto. Necesitamos las enseñanzas porque necesitamos a Cristo; las enseñanzas nos transmiten a Cristo. Sin embargo, no debemos prestar atención a las enseñanzas en lugar de Cristo. Tenemos que prestar atención a Cristo, a quien recibimos mediante las enseñanzas.


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