Cristo todo-inclusivo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-626-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ya hemos visto que la tierra es buena en su amplitud. Ya que es espaciosa, es buena. Ahora necesitamos ver algo más acerca de la excelencia de la tierra. En las Escrituras se nos dice que en esta tierra están las alturas de la tierra: “Lo hizo subir por las alturas de la tierra” (Dt. 32:13). Así que, esta tierra es buena también por su altitud.
La mayoría de nosotros sabemos que la tierra de Canaán es una tierra alta. Por lo menos está entre 600 y 1,300 metros sobre el nivel del mar. Es una tierra de montañas. Los libros de Deuteronomio y Ezequiel contienen muchos pasajes donde se nos dice que la tierra de Israel es un país alto y montañoso.
¿Qué tipifica esto de Cristo? Para contestar esta pregunta tenemos que mirar un mapa. A un lado de la tierra de Canaán está el mar Grande, o sea, el mar Mediterráneo. Al otro lado hay otro mar, el mar Muerto. Así que, a ambos lados de esta tierra hay mares. De acuerdo con la tipología de las Escrituras, los mares representan la muerte. ¡Esto significa que alrededor de Cristo no había más que la muerte! Pero de esta muerte algo surgió. ¡Cristo fue resucitado de entre los muertos! Así que la tierra alta, la tierra de las montañas, tipifica al Cristo resucitado, al Cristo ascendido. Cristo resucitó de entre los muertos y fue exaltado a los cielos. El es Aquel que resucitó y ascendió a lo alto. El es la alta montaña. Cristo es la tierra alta sobre las montañas de Israel. Fuera de El y aparte de El no hay nada más que muerte.
En el día de Pentecostés, Pedro se puso de pie con los once. Consideremos la situación de aquel día. Allí estaba Pedro, un pescador, un hombre pequeño, humilde y aparentemente sin ningún valor. Pero cuando se puso de pie con los once para testificar y proclamar que Jesús había resucitado y que había ascendido a los cielos, este hombre pequeño tenía una posición mucho más alta que el rango más elevado de la tierra. Las personas más importantes y más exaltadas de la tierra no podían compararse con Pedro y con aquellos que estaban con él. ¿Por qué tenían una posición tan elevada? ¿Cómo era posible que tales personas fuesen tan exaltadas? Porque en el mismo momento que se pusieron de pie para hablar del Cristo ascendido, estaban en el Cristo ascendido. No estaban en la tierra; estaban en los cielos. Leyendo los primeros capítulos de Hechos, usted se dará cuenta de que Pedro, Juan y los otros que estaban con ellos eran personas que estaban en una montaña, personas que estaban en los cielos. Superaban todo lo de esta tierra. El sumo sacerdote, los reyes y los gobernadores del pueblo estaban bajo sus pies. Sobrepasaban al rango más elevado del hombre debido al Cristo ascendido, y a que estaban en este Cristo ascendido; andaban en El. Ellos vivían en esta montaña alta, en esta tierra alta.
Oh, hermanos y hermanas, Cristo no es solamente espacioso, sino que es más alto que todos; ¡El es trascendente!
Creo que la mayoría de nosotros hemos tenido alguna experiencia de Cristo en esta forma. ¿Cuál es esta experiencia? Permítame compartir algo de la mía.
En 1943, por causa de la obra del Señor, la policía militar japonesa me puso en prisión. En ese tiempo el ejército japonés se había apoderado de una gran parte del continente de China, y la ciudad donde yo trabajaba estaba bajo su dominio. Durante el encarcelamiento, me llevaban a juicio casi todos los días, en la mañana y en la tarde. De las 9:00 de la mañana a las 12:00 y de las 2:30 a las 6:00 de la tarde, yo estaba en pie delante de ellos. No se puede imaginar cuán horrible era la situación. Yo no tenía ninguna ayuda más que el Señor, ni ninguna manera de obtener ayuda, sino orando al Señor. Me encerraron incomunicado porque temían que alguna palabra mía saliera al exterior. No tenía nada que hacer más que orar a toda hora, y puedo testificar que cuanto más oraba, tanto más sentía que yo estaba en los cielos. No estaba en prisión, estaba en los cielos. Cuando iba a juicio delante de los oficiales, me sentía mucho más elevado que ellos. No estaba en una posición inferior a ellos; estaba en una posición superior. ¿Por qué? Porque estaba en el Cristo ascendido. La prisión no era nada para mí, sino que Cristo era el todo para mí. Oh, hermanos y hermanas, en medio de todas las amenazas de ellos, yo estaba viviendo en los cielos.
Después de tres semanas de tratarme así, no pudieron encontrar ninguna falta en mí. El único juicio que pudieron emitir fue que yo era una persona supersticiosa. Dijeron: “Señor Lee, usted está poseído de Dios”. Un día me sacaron de la celda sólo para burlarse de mí. “Díganos” —ordenaron— “¿cuál es más importante, Dios o la patria?” Yo conocía su táctica. Si hubiera dicho que era más importante mi país, ya no me habrían juzgado como persona supersticiosa, sino como patriota. Su intención era determinar si yo era o no un patriota, si me importaba o no el país. Yo vacilé. Siguieron insistiendo: “¡Conteste pronto, pronto!”. Cuanto más decían “pronto”, tanto más yo vacilaba. Finalmente les dije: “Para mí, Dios es primero”. Entonces dijeron: “Bueno, que Dios le dé su pan hoy, no le daremos más alimento en la cárcel”. Esta fue otra clase de amenaza. Sólo les sonreí y me regresé a mi celda.
Poco después, un joven griego fue arrestado y encarcelado. Como este hombre no tenía relaciones con nadie en la ciudad y por eso no podría comunicar nada acerca de mí, le pareció a la policía militar que no había riesgo al ponernos en la misma celda. Cuando llegó la hora de la comida, el soldado japonés que distribuía la comida llegó a la celda. El no podía hablar en chino, así que me llamó la atención y empezó a burlarse de mí haciendo señas con el dedo hacia arriba varias veces. Eso quería decir que no me daría nada y que Dios tenía que alimentarme. Le dio algo de pan al joven griego y me dejó sin nada. Cuando se fue el soldado, el joven griego habló conmigo y me preguntó acerca de mi situación; así que le conté la historia. Entonces me dijo: “Oh, Señor Lee, yo no me voy a comer este pan. Tómelo usted”. “Pero” —le contesté— “ésta es su porción”. Me contestó: “Usted está sufriendo por causa de Cristo. ¿Acaso no debo compartir con usted sus sufrimientos”? Así que, me obligó a comer el pan y beber la leche.
Al día siguiente me sacaron de la celda para burlarse de mí una vez más. Me dijeron: “¿Te dio de comer tu Dios”? “¡Sí!” les dije. No pudieron hacerme nada. Les parecía que yo era sólo una persona supersticiosa a quien no le importaba nada más que Dios. Luego me dijeron: “Está bien, le hablaremos a un barbero para que le corte el pelo y le traeremos comida buena del restaurante”.
¿Se da cuenta usted de qué clase de experiencia fue ésa? Fue una experiencia del Cristo ascendido. Estamos en Aquel que ha ascendido. Cuando lo experimentamos, estamos en la misma posición. Somos trascendentes; todo queda bajo nuestros pies.
Poco tiempo después de que me dejaron en libertad, me enfermé gravemente de tuberculosis. Estuve en cama por seis meses de descanso absoluto, y después pasé otros dos años y medio muy restringido en mis actividades para poder recuperarme. Hablando de lo exterior, aquellos días fueron realmente oscuros. Pero puedo decir que cada vez que oraba no me sentía en la cama, sino en los cielos. Aunque estaba gravemente enfermo, al orar tenía la sensación de que no estaba en la enfermedad, sino de que estaba por encima de todo en los cielos. Usted no se imagina el deleite que tuve en el Señor en aquellos días. Primero encarcelamiento y persecución, luego pobreza y enfermedad. Pero, alabado sea el Señor, ¡el Cristo ascendido era mi camino! El Cristo trascendente era mi camino hacia los cielos.
Hermanos y hermanas, ¿cómo podemos estar en los cielos? Sencillamente estando en Cristo. Cristo ya ha ascendido. Cristo es ahora la alta montaña de este universo. El es la tierra elevada. Creo que la mayoría de ustedes entienden ahora lo que significa experimentar al Cristo ascendido.
Cuando era joven me dediqué a servir al Señor. Le estoy muy agradecido de que en Su arreglo soberano me juntó con dos o tres colaboradores de más experiencia. Uno de ellos fue el hermano Watchman Nee. Recibí mucha ayuda de ellos. Un día al tener comunión con uno de ellos, quien era una hermana, me dijo cómo había experimentado algo de la resurrección y ascensión de Cristo. En ese entonces, hace cerca de treinta años, yo era un joven. No entendía qué tenía que ver con nosotros la resurrección y ascensión de Cristo. Doctrinalmente hablando, lo sabía todo acerca de la resurrección y la ascensión, pero no las conocía en mi experiencia. Esta hermana me dijo que había tenido muchas experiencias de la resurrección y ascensión del Señor. Me dijo: “Hermano Lee, un día me encontré en problemas. No había ninguna razón por la que debiera tener esos problemas, pero los tenía. Acudí al Señor y oré diciendo: ‘Señor, ¿cuál es la razón de esto?’ El Señor me contestó: ‘Que conozcas el poder de Mi resurrección’”. Ella me dijo que en verdad aprendió algo del poder de la resurrección. Bajo aquella presión, aquellos problemas y dificultades, ella había aprendido algo del gran poder de la resurrección de Cristo. Nada la podía oprimir ni deprimir. Cuanto más problemas tenía, tanto más era liberada. Luego me dijo que después de algún tiempo, le vinieron más problemas serios. De nuevo fue al Señor y le dijo: “Señor, ¿qué es esto?” Otra vez el Señor le contestó: “Esto acontece sólo para que conozcas el poder de Mi resurrección”.
Oh, al escuchar su testimonio, yo sentía que ambos estábamos en los cielos. Ella no estaba sola allí, yo también estaba con ella. Esta es la experiencia del Cristo ascendido. Lo superamos todo y todas las cosas están bajo nuestro pies. Nada puede deprimirnos.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.