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Experiencia que tenemos de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4619-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 7 Sección 6 de 7

SERVIR POR EL ESPÍRITU DE DIOS

En el versículo 3 Pablo dice: “Porque nosotros somos la circuncisión, los que servimos por el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne”. La expresión servimos por el Espíritu de Dios está en contraste con los malos obreros; y nos gloriamos en Cristo Jesús está en contraste con los mutiladores del cuerpo. Según la revelación contenida en estos versículos, quien intente hacer algo para Dios sin estar en el Espíritu, se opone a quienes verdaderamente sirven a Dios en el espíritu. A los ojos de Dios, tal persona es un perro.

Las palabras del Señor respecto a no dar lo santo a los perros indica que los perros no son santos. Las cosas santas no son para los perros porque éstos no son santos. Debemos desechar el concepto de que ser santo es simplemente estar exento de pecado o ser recto y perfecto. En la Biblia, ser santo significa ser de Dios, por Dios y con Dios. Todo lo que no sea de Dios, por Dios y con Dios no es santo, puesto que en todo el universo el único que es santo es Dios. Es posible que usted sea perfecto y recto pero no sea santo. Es únicamente al ser personas de Dios, por Dios y con Dios que podemos ser santos. Por lo tanto, ser santos es ser uno con Dios.

Por esta razón, Dios el Espíritu es llamado el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios es Dios mismo que llega al hombre. Cuando Dios llega al hombre, Él es el Espíritu. Nadie puede contactar a Dios si no es por el Espíritu. Dios no puede llegar a nosotros a menos que sea por medio del Espíritu, y nosotros no podemos contactarlo si no es por medio de Su Espíritu. El Espíritu por medio de quien contactamos a Dios es santo. Por lo tanto, cuando Él llega a nosotros, nosotros llegamos a ser santos. Si no tenemos algo de Dios, no somos santos en absoluto. Pero si tenemos alguna relación con Dios, llegamos a ser santos.

La primera vez que se usa la palabra santo en la Biblia no es en el libro de Génesis, sino en el libro de Éxodo. En Génesis es difícil hallar algún indicio de que Dios llegue a ser uno con el hombre. Pero en Éxodo vemos que Dios empieza a hacerse uno con el hombre. Por esta razón, en Éxodo, se usa el adjetivo santo para describir muchas cosas, como por ejemplo, el Lugar Santo, el monte santo, el tabernáculo santo y el ungüento santo de la unción. Éxodo usa el adjetivo santo para describir muchas cosas porque en este libro Dios viene al hombre y el hombre es llevado a Dios.

Ser santo es algo que está estrechamente relacionado con el Espíritu Santo. Hoy en día todos aquellos que son celosos por su religión sirven a Dios. Pero es dudoso que sirvan a Dios por el Espíritu de Dios. Cualquier persona religiosa que sirve a Dios aparte del Espíritu es un perro a los ojos de Dios. Éste es un asunto muy serio. Si recibimos esta visión, ésta nos regulará de una manera muy estricta. Estaremos con temor y temblor y diremos: “No me atreveré a servir a Dios a menos que esté seguro de que lo estoy sirviendo por el Espíritu de Dios. Si no estoy en el Espíritu, no lo serviré”. Ver esto operará gran cambio en nuestra vida cristiana. Todo lo que hagamos para Dios debemos hacerlo por el Espíritu de Dios. Debemos tener la confianza de decir: “Nosotros somos la circuncisión honorable que sirve por el Espíritu de Dios”.

EXPERIMENTAMOS EL ESPÍRITU AL VACIARNOS
A NOSOTROS MISMOS

Muchos cristianos hoy en día no conocen al Espíritu Santo. Tienen la terminología mas no la experiencia. Cuando usted esté a punto de servir a Dios o de hacer algo para Dios, debe recordar que no debe hacer estas cosas en usted mismo. Entonces se repudiará y se rechazará a sí mismo. Si después que se ha rechazado a sí mismo no queda nada, eso significa que no hay nada del Espíritu Santo en lo que usted se propone hacer. Pero si después de que usted se rechaza queda algo, ese sobrante es el Espíritu Santo. Éste entendimiento del Espíritu Santo no es fruto del estudio teológico sino que proviene de la experiencia.

Supongamos que una botella está llena de tierra. Cuanto más vaciemos la tierra que está en la botella, más aire podrá entrar en la botella. La cantidad de aire que entre, dependerá de cuán vacía esté la botella. Asimismo, si queremos ser llenos del Espíritu Santo, debemos vaciarnos a nosotros mismos. Si nos vaciamos, el Espíritu Santo de inmediato nos llenará. Si nos rechazamos a nosotros mismos cuando vamos a orar, a adorar o a hacer algo para Dios, descubriremos que el Espíritu Santo quedará allí como el excedente. No es necesario hablar en lenguas para tener al Espíritu Santo. En tanto que deseemos a Dios y al Señor Jesús, el Espíritu Santo estará con nosotros. Sin embargo, a fin de experimentar al Espíritu, tenemos que vaciarnos a nosotros mismos.


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