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Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6571-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 64 Sección 2 de 5

LA OFRENDA DE HARINA
NO CONTIENE LEVADURA NI MIEL

La ofrenda de harina no debía contener levadura ni miel. La levadura representa el pecado y otras cosas negativas. En los Evangelios, el Señor Jesús habla de la levadura de los fariseos, de la levadura de los saduceos y de la levadura de Herodes (Mt. 16:6, 11-12; Lc. 12:1; Mr. 8:15).

La miel representa la vida humana natural; representa nuestra vida natural, no en su aspecto negativo, sino en su aspecto positivo. No debemos pensar que las personas siempre son malas, puesto que a veces son muy buenas. Pero esta bondad natural es miel. El odio es levadura, pero el amor natural es miel. Asimismo, la soberbia es levadura, pero la humildad natural es miel.

Al parecer, la miel es diferente de la levadura. Sin embargo, después de cierto tiempo, la miel puede fermentar, y esta fermentación redunda en levadura. Esto indica que aunque seamos buenos o malos, el resultado será el mismo. Ésta es la razón por la cual Génesis 2 habla del árbol del conocimiento del bien y del mal. Seamos buenos o malos, en ambos casos el resultado será levadura.

Usemos el divorcio como ejemplo de la fermentación de la miel. Cuando un matrimonio termina en divorcio, esto se debe por lo general a que cierta clase de miel —el amor natural— fermenta y redunda en levadura. Con este ejemplo vemos que el resultado del odio, que es levadura, y del amor natural, que es miel, es el mismo. Las cosas negativas son levadura, y los buenos aspectos de la vida natural, representados por la miel, terminan por fermentar y redundan en levadura.

La vida que Cristo llevó en la tierra fue una vida sin levadura y sin miel, y nosotros debemos llevar la misma clase de vida hoy en día. Debemos tener los cuatro elementos positivos —la flor de harina, el aceite, el olíbano y la sal—, pero no los dos elementos negativos: la levadura y la miel. Si ésta es nuestra situación, seremos una ofrenda de harina apropiada, una ofrenda compuesta de humanidad aceitada con divinidad en resurrección por medio de la muerte de Cristo, y sin levadura ni miel. Esta clase de vida es el alimento que satisface a Dios y que también nos nutre a nosotros, que servimos a Dios.

EL CUADRO PRESENTADO EN LOS CUATRO EVANGELIOS
DEL VIVIR HUMANO DE CRISTO EN LA TIERRA

En los cuatro Evangelios se nos presenta un cuadro del vivir humano de Cristo en la tierra. Él era Dios desde la eternidad, pero por medio de la encarnación Él vino a ser un hombre genuino y vivió en la tierra como tal.

El Espíritu en el vivir humano de Cristo

La humanidad de Cristo tiene mucho que ver con el Espíritu de Dios. Cristo fue concebido por obra del Espíritu Santo (Lc. 1:35; Mt. 1:18, 20). Desde el momento en que Él fue concebido, es decir, desde que comenzó a vivir como hombre, Su humanidad estaba estrechamente relacionada con el Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo, Jesús no habría sido concebido ni habría nacido. La concepción y el nacimiento del Señor fueron obra del Espíritu Santo. Su humanidad estaba mezclada con el Espíritu Santo. El vivir humano de Cristo se basa en esta mezcla.

Cuando el Señor Jesús comenzó a ministrar en favor de Dios, Él fue bautizado. “Jesús fue bautizado; y mientras Él oraba, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre Él en forma corporal, como paloma” (Lc. 3:21b-22a). El hecho de que el Espíritu Santo descendiera en forma de paloma, la cual se caracteriza por su mansedumbre, indica que el Espíritu de Dios es una persona, y no simplemente un poder, un medio o un instrumento. El Espíritu Santo como persona descendió sobre el Señor Jesús. Esto significa que así como se derramaba el aceite sobre la flor de harina, el Espíritu Santo fue derramado sobre el Señor Jesús. Por una parte, en Su humanidad, Él estaba mezclado con el Espíritu Santo; por otra, el Espíritu Santo fue derramado sobre Él y lo ungió.

La primera parte de Lucas 4:1 dice: “Jesús, lleno del Espíritu Santo”. Él estaba lleno del Espíritu, plenamente aceitado con el Espíritu, por cuanto se había mezclado con el Espíritu y el Espíritu había sido derramado sobre Él. Por esta razón, Él se conducía y obraba en el Espíritu. Todo cuanto Él hizo en Su ministerio lo hizo en el Espíritu: en el Espíritu esencial y también en el Espíritu económico. Él es un hombre que se mezcló con el Espíritu y sobre el cual se derramó el Espíritu.


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