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Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6927-5
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CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO

UNA HISTORIA DE LA PALABRA DE DIOS

Lectura bíblica: Jn. 1:1, 14; 1 Co. 15:45; 2 Ti. 3:16-17; Jn. 6:63; 2 Co. 3:6

Veamos juntos paso a paso la historia de la Palabra de Dios.

EL ANTIGUO TESTAMENTO

El Antiguo Testamento se compone de treinta y nueve libros. Como ya sabemos, los primeros cinco libros, llamados el Pentateuco, fueron escritos por Moisés. Poco a poco fueron añadidos otros libros. Luego, después del cautiverio babilónico, fueron escritos otros libros como Daniel, Nehemías, Esdras, Hageo, Zacarías y Malaquías. Aunque no se conoce la fecha exacta, ya para el siglo IV o III a. C. todos los treinta y nueve libros eran reconocidos por los judíos en general como sus escritos sagrados. Sin embargo, algunas veces los libros fueron agrupados de tal manera que en total eran veintidós libros. En los tiempos de Cristo, el Antiguo Testamento era llamado la ley (Jn. 12:34) y la Escritura (10:35).

EL NUEVO TESTAMENTO

El Antiguo Testamento gira en torno a las profecías y los tipos de Cristo. Luego vino Cristo mismo y vivió en la tierra por treinta y tres años y medio. Su vida en realidad consistió en proclamar y expresar a Dios mismo como realidad a la humanidad. Su vivir fue más que un modelo o un patrón, pues les fue a los hombres una proclamación de Dios mismo. En un sentido, Él estuvo en la carne durante esos años, en espera del proceso que lo trasladaría de la carne a otra forma. Luego, después de experimentar la muerte por medio de la crucifixión, Él pasó por el proceso que lo introdujo en la resurrección. Como Dios, Él había dado el paso de la encarnación para llegar a ser carne y quedó confinado en esa forma hasta que fue liberado por medio de la crucifixión. Luego, después que entró en la resurrección, dio un paso adicional y se hizo el Espíritu vivificante. Por lo tanto, el Señor Jesucristo, como Espíritu vivificante, incluye a Dios y la divinidad, al hombre y la humanidad, la mezcla de estos dos en la encarnación, el modelo de un vivir humano elevado que puede satisfacer el propósito eterno de Dios, Su preciosa muerte todo-inclusiva, y Su resurrección y ascensión misteriosa que lo trasciende todo. Esta persona representa a Dios, al hombre y todos Sus logros.

A pesar de que Él es tan grande, está tan disponible como el aire que respiramos. Cuando usted lo recibe a Él, recibe a Dios, la humanidad apropiada, el vivir humano apropiado, la encarnación, la muerte todo-inclusiva, la maravillosa resurrección y la ascensión trascendente. Al inhalarlo a Él, todos Sus logros llegan a ser su realidad.

El Nuevo Testamento nos revela todo esto, aunque en todos estos siglos la visión nunca había sido tan clara como hoy.

¿Cómo podríamos conocer estas verdades tan maravillosas si los cuatro Evangelios no hubieran sido escritos e impresos? Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos presentan un retrato de esta persona maravillosa, siendo cada libro escrito desde un ángulo diferente. Sin los cuatro Evangelios, la imagen que tenemos de Él sería incompleta.

El Nuevo Testamento continúa con el libro de Hechos. En este libro encontramos el relato de cómo Cristo fue predicado, propagado y reproducido. Sin Hechos, ¿cómo podríamos nosotros saber que esta maravillosa persona fue propagada en la humanidad y así llegó a ser las iglesias?

Sin las Epístolas, de Romanos a Judas, ¿cómo podríamos saber que las iglesias son Su Cuerpo, Su expresión? ¿Y cómo podríamos saber nosotros cómo debe ser la vida cristiana y la vida de iglesia?

En Apocalipsis se completa la revelación de Cristo y de la iglesia. Sin este último libro, no sabríamos que las iglesias hoy en día son los candeleros y que el día de mañana serán la Nueva Jerusalén, que lo expresará a Él en plenitud.

ENTENDER LA PALABRA

Sin la Palabra, todas estas cosas existirían, pero nosotros no podríamos entenderlas con nuestras facultades y ni siquiera estarían disponibles para entenderlos. Dios no sólo nos hizo beber del Espíritu, sino que también nos creó con una mente maravillosa para que pudiéramos captar y entender, y luego comunicar a nuestro espíritu lo que entendemos con nuestra mente, a fin de poder beberlo. Él asimismo nos dio dos ojos para poder leer y una voz para poder hablar. Por la soberanía de Dios, el hombre inventó el lenguaje escrito y la imprenta, lo cual tenía como propósito que Dios pudiera alcanzarnos. Dios es abstracto e invisible. A fin de que le conociéramos, Él dispuso todo para que el lenguaje fuera inventado y nos diseñó de modo que pudiéramos comprenderlo. Lo que Dios ha hablado a través de los siglos ha sido puesto por escrito en la Biblia. Este libro es la corporificación de Dios mismo, de todo lo que Él es y de todo lo que ha logrado. Nosotros ahora podemos leerlo, entenderlo y aceptarlo.

Cada día, cuando acudimos a esta Palabra, usamos nuestros ojos para leerla, nuestra mente para entenderla, nuestro corazón para apreciarla y nuestro espíritu para recibirla y asimilar su realidad. El resultado es que recibimos a Dios, a Jesús, a Cristo, al Espíritu, la vida, la luz, el amor, la bondad, la humildad, la paciencia (es decir, todas las virtudes divinas y humanas que se hallan en Él). Finalmente nosotros mismos llegamos a ser la corporificación de Dios, así como la Biblia.


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