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Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6426-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 24 Sección 3 de 3

EL SALMO 24: CRISTO EN SU REGRESO

El salmo 24 es uno de los salmos más profundos de todos los salmos, y es bastante difícil de entender. Comienza diciendo: “De Jehová es la tierra”. El salmo 8 habla de la excelencia del nombre del Señor en toda la tierra. Pero este salmo va más allá de eso, pues dice: “De Jehová es la tierra y su plenitud; / la tierra habitable y los que en ella habitan” (v. 1). Esto significa que el Señor tiene el derecho, el título de propiedad, de la tierra. “Él la fundó sobre los mares / y la asentó sobre las corrientes” (v. 2). Puesto que Él la asentó, es Suya. Al parecer, la tierra hoy en día no es del Señor. Incluso cuando este salmo fue escrito, la tierra aparentemente no era del Señor. Pero, ¿se ha dado cuenta de que en esta tierra por lo menos existe un monte, que es llamado el monte santo, y que por lo menos ese monte es Suyo? Por eso, el versículo 3 dice: “¿Quién subirá al monte de Jehová?”. Así que la tierra es del Señor, pero en la práctica, la tierra hoy no es Suya. Sin embargo, sobre esta tierra existe al menos un monte, un pequeño lugar, que es del Señor.

Permítame darle un ejemplo. ¿Es la ciudad de Los Ángeles del Señor hoy en día? No. ¿Pero se han dado cuenta de que hoy en día en Los Ángeles hay un monte? ¡Alabado sea el Señor! Según la tipología, el Sion de aquellos tiempos era un monte. El monte Sion era poseído por el Señor en un cien por cien, mientras que el resto de la tierra no era Suya. Podemos decirlo de esta manera: Aunque la tierra es del Señor, solamente el monte Sion era verdaderamente poseído por el Señor. De igual manera, Los Ángeles es del Señor, pero solamente el monte de la iglesia local es poseído hoy por el Señor. ¿Es California del Señor? No. Pero en California hay algunos montes, hay algunas iglesias locales, y estos lugares son poseídos por el Señor.

En el versículo 3 encontramos esta pregunta: “¿Quién subirá al monte de Jehová, / y quién podrá estar en Su lugar santo?”. La respuesta es: Cristo y Sus hermanos. La iglesia es un monte que es ocupado por el Señor hoy como el peldaño, la cabeza de playa, que le permitirá al Señor regresar. La tierra es del Señor, pero hoy se encuentra usurpada; sin embargo, en esta tierra usurpada hay un pequeño lugar, un monte, que es el peldaño que le permitirá al Señor regresar para poseer toda la tierra.

El versículo 7 dice: “Alzad vuestras cabezas, oh puertas; / y seáis levantados, oh portales perdurables; / y entrará el Rey de gloria”. Siendo nosotros el monte Sion, debemos mantener nuestras puertas abiertas para que Cristo entre en ellas. Según un artículo, que considero acertado, este salmo fue escrito cuando David devolvió el Arca a Sion. Fue en esta situación, en estas circunstancias, que David escribió el salmo 24. Sion estaba allí, y también las puertas. Entonces David dijo: “Alzad vuestras cabezas, oh puertas; / y seáis levantados, oh portales perdurables; / y entrará el Rey de gloria”. ¿Quién es este Rey de gloria? / ¡Jehová, fuerte y valiente! / ¡Jehová, valiente en la batalla!” (vs. 7-8). Éste es Cristo. El Arca tipificaba a Cristo; que el Arca entrara en las puertas tipifica la entrada de Cristo.

En Apocalipsis 3:20 el Señor le dijo a la iglesia en Laodicea: “He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él”. Este versículo indica que incluso algunas de las iglesias locales le han cerrado la puerta al Señor Jesús, dejándolo afuera. No piensen ustedes que por el solo hecho de que somos una iglesia local, tenemos al Señor Jesús con nosotros. En cierto sentido Él sí lo está, pero en otro sentido puede ser que esté afuera. Incluso ahora mismo, mientras disfrutamos mucho de la presencia del Señor, debemos decir: “Alzad vuestras cabezas, oh puertas; / y seáis levantados, oh portales perdurables”. Todos debemos tener nuestro ser abierto al Señor. Si Cristo no pudiera entrar en la iglesia hoy de manera adecuada y plena, ¿cómo podría Él regresar a la tierra? Si la iglesia, si Sion, no está totalmente abierta al Señor, ¿cómo podemos esperar que la tierra esté abierta a Él? Por lo tanto, debemos responder y decir: “Sí, abran las puertas; abramos nuestro ser completamente a Él. ¡Entra, oh Señor, entra! Antes que regreses a la tierra, entra en la iglesia, entra para poseer plenamente este pequeño monte, el monte Sion”.

En el contexto del salmo 24, el monte Sion ya estaba allí, mas no el Arca. Pero luego vemos que el Arca viene, es decir, Cristo está en el proceso de entrar. Y mientras el Arca entraba, David dijo: “Alzad vuestras cabezas, oh puertas; / y seáis levantados, oh portales perdurables; / y entrará el Rey de gloria”. Es posible que seamos el monte Sion, que seamos la iglesia local, pero que el Rey de gloria aún no esté completamente adentro. Por lo tanto, debemos estar abiertos; debemos alzarnos, para que el Rey de gloria entre por completo. Entonces la iglesia será el peldaño, la cabeza de playa, para que el Señor regrese y posee la tierra.

El rey David, en los últimos días de su vida, fue echado de Jerusalén por su hijo rebelde, Absalón. Su reino se vio amenazado, y su lugar fue usurpado. Pero el Señor vindicó a David, y al cabo de poco tiempo Absalón pereció. En aquel tiempo, David envió a algunos a Jerusalén para que prepararan el camino para su regreso. Ellos entonces vinieron a ser el peldaño que permitió que el rey David regresara (2 S. 15:25-29; 19:11-15). Hoy en día nosotros somos aquellos a quienes Cristo envió a este mundo rebelde y usurpado. Estamos aquí para ser el peldaño por el cual el Señor puede regresar para tomar posesión nuevamente de la tierra. En este mundo usurpado hay un monte que es la cabeza de playa que el Señor debe poseer. Si Él logra poseer plenamente esta área, podrá regresar y tomar posesión de toda la tierra. Éste es el pensamiento profundo del salmo 24. ¡Alabado sea el Señor!

RESUMEN

Ahora consideremos como conjunto estos tres salmos. El salmo 22 nos dice que Cristo fue muerto; Él fue crucificado por nosotros. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (v. 1). Todos debemos responder, diciendo: “¡Señor, fue por mí, fue por mi causa!”. Él sufrió la muerte para redimirnos. Luego, Él resucitó, y por medio de Su resurrección produjo a muchos hermanos. Estos hermanos llegaron a ser Su rebaño, Su iglesia, Su Cuerpo; y ahora Él está pastoreando este rebaño, está cuidando de la iglesia, está edificando Su Cuerpo. ¿Con qué propósito? A fin de obtener un lugar en esta tierra, un monte en esta tierra usurpada, un peldaño por el cual Él podrá regresar y tomar posesión nuevamente de toda la tierra. En aquel tiempo Él será el Rey que ha regresado. En el salmo 22 Él es el Redentor y Aquel que regenera. En el salmo 23 Él es el Pastor; y en el salmo 24 Él es el Rey que viene, el Rey que tomará posesión de toda la tierra mediante aquellos a quienes está pastoreando hoy. Él murió por nosotros, y fue resucitado junto con nosotros y nos hizo Sus hermanos para que llegáramos a ser Su rebaño que disfruta de Su pastoreo, a fin de ser Su iglesia que Él está edificando. Luego, a través de nosotros, por medio de nosotros y con nosotros, Él regresará para ser el Rey de gloria. Podemos ver todo esto en el Nuevo Testamento.

Todos estos pasos los podemos ver en el Nuevo Testamento, y todos ellos se abarcan en los salmos del 22 al 24. Estos salmos nos dicen cómo Cristo capacita a los santos para que participen de Él en cinco pasos: (1) Él efectúa la redención por nosotros al sufrir la muerte (22:1-21); (2) Él nos hace Sus hermanos mediante Su resurrección (vs. 22-26); (3) Él es predicado hasta los confines de la tierra a fin de que todos los hombres se vuelvan a Él, le adoren y le sirvan (vs. 27-31); (4) Él es nuestro Pastor en la vida de resurrección, quien nos guía a morar en la casa de Dios (Sal. 23); y (5) Él regresa a toda la tierra para ser el Rey de gloria para nosotros (Sal. 24). ¡Cuán maravilloso es esto!


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