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Estudio-vida de Juanpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3245-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 26 Sección 2 de 7

I. A QUIEN EL SEÑOR SE CONFÍA

Antes de considerar el caso de Nicodemo necesitamos entender que el Señor no se fía del hombre que lo sigue por los milagros que realiza, sino del que lo sigue por causa de la vida (2:23-3:1).

Las palabras Ahora bien al principio del versículo 1 del capítulo 3 indican que el caso de Nicodemo difiere de los casos presentados en los versículos anteriores, del 23 al 25. Todos aquellos casos se refieren a personas que creyeron en el Señor porque vieron los milagros que hacía. El Señor no podía fiarse de personas así. Pero el caso de Nicodemo, un caso de la vida en regeneración, revela que el Evangelio de Juan no trata de milagros, sino únicamente de dar vida. Por esto aun los milagros que el Señor hizo en este libro, son llamados señales, lo cual significa que el Señor vino para dar vida, y no para hacer milagros.

II. LA REGENERACIÓN

El primer caso, el de Nicodemo, trata de la regeneración. Nicodemo era una persona de la mejor clase social, por lo que debemos tomar en cuenta sus virtudes y atributos. Primeramente debemos ver que él era un maestro con el más alto grado de educación. Como maestro de los judíos, enseñaba el Antiguo Testamento, la Palabra Sagrada. En segundo lugar, era “un principal entre los judíos”; tenía una posición con cierto honor y autoridad. En tercer lugar, era un hombre maduro. Debido a su edad tenía mucha experiencia. En cuarto lugar, indudablemente era un hombre moral, un buen hombre. Si consideramos la manera en que habló, veremos que era un hombre moral. En quinto lugar, Nicodemo verdaderamente buscaba a Dios. Aunque con cierto temor de los fariseos, fue a visitar al Señor de noche. Esto indica que buscaba a Dios. En sexto lugar, era una persona humilde. Nicodemo era un hombre de edad avanzada, probablemente tenía sesenta o setenta años de edad, y con todo eso fue a ver al Señor Jesús, quien sólo tenía un poco más de treinta años. El hecho de que un hombre tan experimentado y educado, un anciano, fuese a ver a una persona mucho más joven que él, demuestra su humildad. Además, aunque Nicodemo era un maestro, él se dirigió al Señor Jesús llamándole Rabí. Entre los judíos llamar a una persona Rabí indica que uno está tomando una posición de humildad. En séptimo lugar, Nicodemo era un hombre honrado y sincero. Su forma de hablar manifestaba su rectitud. ¿Podría usted encontrar una persona mejor que Nicodemo? Él era un hombre de un estándar muy alto, con grandes logros y alta moralidad.

Cuando Nicodemo acudió al Señor Jesús, el Señor aprovechó la oportunidad para revelar la verdadera necesidad de la humanidad. El Señor, en la conversación que tuvo con Nicodemo, reveló que no importa cuán bueno sea el hombre, necesita ser regenerado. La regeneración es la necesidad principal del hombre. Tanto los hombres morales como los inmorales necesitan la regeneración. Muchos cristianos tienen el concepto erróneo de que las personas necesitan la regeneración simplemente por su condición caída. No obstante, aun si el hombre nunca hubiera caído, necesitaría la regeneración. Aun si Adán no hubiera caído, habría necesitado la regeneración. Ésta es la razón por la que Dios lo puso frente al árbol de la vida. Si Adán hubiera participado del árbol de la vida, habría sido regenerado.

Como seres humanos tenemos la vida humana. El problema no depende de que nuestra vida humana sea buena o mala. No importa que clase de vida humana llevemos, mientras no tengamos la vida divina necesitaremos la regeneración. Ser regenerados simplemente significa tener la vida divina además de nuestra vida humana. El propósito eterno de Dios consiste en que el hombre sea un vaso para contener la vida divina. Nuestro ser con nuestra vida humana es un vaso para contener a Dios como vida. La vida divina es la meta de Dios, esta vida es Dios mismo. La meta de Dios consiste en que nosotros como poseedores de la vida humana, recibamos la vida divina como nuestra verdadera vida. Éste es el verdadero significado de la regeneración. Muchos cristianos no entienden claramente este hecho; piensan que la regeneración es necesaria simplemente porque somos seres caídos y pecaminosos. Conforme a este concepto, necesitamos la regeneración porque nuestra vida es mala y no puede ser mejorada. Este concepto es erróneo. Vuelvo a decirlo: si Adán jamás hubiera caído en el huerto del Edén, aun así, habría sido necesario que él fuese regenerado, que naciera de nuevo, para poder así recibir otra vida, la vida de Dios. Por lo tanto, ser regenerado equivale a recibir la vida divina, esto es, recibir a Dios mismo.

¿Cuál es el significado de la regeneración? La regeneración no es ninguna clase de superación personal o refinamiento exterior, ni tampoco un mero cambio o conversión que carece de vida. La regeneración es un nuevo nacimiento que trae una nueva vida. Es un asunto que depende absolutamente de la vida, no de hacer algo. La regeneración es simplemente tener una vida adicional a la que ya tenemos. Recibimos la vida humana de nuestros padres, pero ahora necesitamos recibir la vida divina de Dios. Así que la regeneración significa tener la vida divina de Dios, aparte de la vida humana que tenemos originalmente. Por lo tanto, la regeneración requiere otro nacimiento, para poder tener otra vida. Ser regenerado o nacer de nuevo no significa corregir nuestra vida humana. Más bien significa recibir la vida de Dios, así como nacer de nuestros padres significa recibir la vida de ellos. Ser regenerado es nacer de Dios (Jn. 1:13), y nacer de Dios es recibir la vida de Dios, esto es, la vida eterna (3:15-16). Si tenemos la vida de Dios, somos hijos de Dios, y esta vida nos da el derecho de llegar a ser hijos de Dios (1:12), porque por esta vida tenemos la naturaleza divina de Dios (2 P. 1:4) y también la relación de vida con Dios, o sea, la filiación (Ro. 8:15; Gá. 4:5-6; la palabra adopción en el griego significa “filiación”).


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