Llevar fruto que permanece, tomo 2por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6315-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En 2 Corintios 3:8 se nos habla acerca del ministerio del Espíritu. La palabra ministros, en plural, se refiere a los muchos ministros, mientras que la palabra ministerio se refiere al único ministerio. Ministros se refiere a las personas y ministerio se refiere a la obra que ellas realizan. Nosotros, los ministros, somos personas del Espíritu. Sin embargo, nuestra obra no es simplemente una obra del Espíritu; antes bien, ella es el ministerio del Espíritu. Hay una diferencia entre tener un elemento de algo y ser algo. Decir que algo tiene oro indica que tiene cierta medida de oro, pero decir que es el oro mismo significa que el objeto es enteramente de oro. Por ejemplo, una cadena dorada puede ser enteramente de oro, y no simplemente tener un baño de oro. Hoy nuestra obra es el Espíritu. La Biblia primeramente nos dice que la palabra es espíritu (Jn. 6:63). Luego en Efesios 6:17, Pablo declara esto pero invirtiendo el orden, es decir, dice que el Espíritu es la palabra de Dios. Los traductores de la Biblia han polemizado en torno a este versículo, el cual habla de la espada del Espíritu. La mayoría de las personas entiende que la espada del Espíritu es la palabra de Dios; es decir, que la palabra es la espada. Pero según la gramática griega, el Espíritu es la palabra, y no la espada.
No debemos decir simplemente que la obra que realizamos hoy es una obra espiritual. Al contrario, la obra que realizamos hoy es el Espíritu mismo. El Señor Jesús fue el primero en el Nuevo Testamento en decir: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn. 6:63). Según este principio, también podemos afirmar que la obra que el Señor nos ha dado es espíritu. La obra, el ministerio, del nuevo pacto es un ministerio del Espíritu, no simplemente un ministerio espiritual. En griego, frases como el ministerio del Espíritu están compuestas por palabras que están en aposición. Así como el amor de Dios significa que Dios y el amor son una misma cosa, y la vida de Dios significa que Dios y la vida son lo mismo, el ministerio del Espíritu significa que el Espíritu y el ministerio son uno solo. La obra que vamos a realizar no es simplemente una obra espiritual, sino también una obra que es el Espíritu mismo. El Señor dijo: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha”. También podemos decir que la doctrina para nada aprovecha; solamente el Espíritu es el que da vida. Si las palabras que hablamos son espíritu, éstas darán vida. Por lo tanto, todas las revelaciones del Nuevo Testamento exigen que nosotros lleguemos a ser espíritu. Cuando lleguemos a ser personas que están llenas del Espíritu, las palabras que hablemos serán espíritu, y la obra que hagamos también será espíritu. Entonces nuestro ministerio no simplemente será espiritual, sino que será espíritu.
Colosenses 1:27 dice: “A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. El misterio del cual se nos habla aquí es el misterio de Dios, el misterio oculto en Dios. Este misterio tiene una gloria, que es la gloria del misterio. Dios tiene un misterio, y este misterio tiene una gloria. Más aún, la gloria de este misterio posee riquezas. Este misterio que tiene gloria es Cristo en nosotros como la esperanza de gloria. Aquí, en este misterio, hay gloria y una esperanza de gloria.
Lo que determina que seamos espirituales y que nuestra obra sea espíritu es el grado al cual conozcamos el misterio de Dios. El misterio de Dios es Cristo. Por lo tanto, el grado al cual conocemos y experimentamos a Cristo como el misterio de Dios es el grado al cual somos espirituales. Dicho esto en palabras sencillas, si el elemento de Cristo está en nosotros, somos espirituales. Cuando Cristo crece en nosotros, el elemento del Espíritu también aumenta en nosotros. La razón por la cual hay más del Espíritu en nosotros es que Cristo es el Espíritu.
Nuestra vida cristiana debe ser la vida que se describe en los Evangelios, una vida en la cual nos negamos al yo y tomamos la cruz para seguir al Señor. Muchas personas tienen el pensamiento superficial de que seguir al Señor simplemente significa andar en pos de Él. Esto no es lo que indican las palabras del Señor. Al contrario, significan que hoy necesitamos llevar una vida en la cual negamos nuestro yo, desechamos el yo e interiormente recibimos a Cristo como vida. Recibir a Cristo como vida en nuestro interior es la manera verdadera de seguir a Jesús. Cuando fuimos salvos, pudimos haber escuchado que debíamos dejarlo todo para seguir a Jesús. Probablemente nos sentimos muy conmovidos y estuvimos dispuestos a seguirlo, pero al mismo tiempo quizás no sabíamos cómo hacerlo. Un día entonces recibimos luz y vimos que la verdadera manera de seguir a Jesús es desechar nuestro yo, recibir al Cristo pneumático en nuestro interior, y permitir que Él sea nuestra vida, y que crezca y aumente en nosotros cada día. Éste es el aumento y crecimiento del Espíritu en nosotros. De este modo, un día no sólo llegaremos a ser espirituales, sino también espíritu.
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