Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Examinemos una vez más el contexto histórico de 1 Corintios. Pablo escribió esta epístola a griegos filosóficos, a personas que se creían muy sabias. Debido a que estaban habituados a filosofar, algunos decían: “Yo soy de Pablo”, otros decían, “Yo de Apolos”, y aun otros declaraban, “Yo de Cefas”. Así vemos que los creyentes de Corinto tenían preferencias, y éstas los dividían. Decir: “Yo soy de Pablo”, equivale a decir: “Yo fui llamado a preferir a Pablo”. Lo mismo es verdad en cuanto a decir: “Yo soy de Apolos” o “Yo soy de Cefas”. En lugar de tomar a Cristo como la porción que lo incluye todo, los corintios tomaban a otras personas: a Pablo, a Apolos o a Cefas. Así que, en esta epístola Pablo parecía decir: “Creyentes de Corinto, ustedes no fueron llamados a tener su propia preferencia. Dios los llamó a la comunión de Su Hijo. No deben preferirme a mí, a Apolos, a Cefas ni a ningún otro. Todos fuimos llamados a una persona viviente que lo es todo. Todos fuimos llamados por Dios a la comunión de Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo”.
En el texto original griego, el Nuevo Testamento no estaba dividido en versículos. Lo que significa que 1:10 es una continuación directa del versículo 9. Hemos hecho notar en varias ocasiones que en el versículo 9 Pablo dice que Dios nos llamó a la comunión de Su Hijo. Luego, en el versículo 10 añade: “Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer”. En esto vemos que Pablo hace un ruego a los creyentes, y lo hace por el nombre del Señor Jesucristo, el nombre que invocan todos los creyentes. En particular, Pablo les rogaba que hablaran una misma cosa, ya que al decir los corintios: “Yo soy de Pablo”, o “Yo de Apolos”, hablaban cosas diferentes. Si estudiamos los versículos del 11 al 13 veremos que la comunión que se menciona en el versículo 9 está en contraste con las divisiones mencionadas en el versículo 10. Además, comprenderemos que estas divisiones resultaron de las preferencias que los corintios tenían por algunas personas. A nosotros no se nos llamó a tener preferencias, ni a entrar en divisiones, sino a participar de la comunión única, o sea, a participar de Cristo. ¡Es de vital importancia que veamos esto! Lo único que puede salvarnos de la división es estar conscientes de que el Cristo que todo lo incluye es nuestra porción y de que fuimos llamados a la comunión, al disfrute de El.
Los cristianos están divididos a causa de sus preferencias. Y puede ser que éste también sea el caso de nosotros en la vida de iglesia. Es posible que usted se agrade de la iglesia hoy debido a que su condición corresponde con la preferencia suya. Tal vez alguien diga: “¡Alabado sea el Señor! La vida de iglesia en mi localidad es excelente. Las reuniones son elevadas y vivientes, y las disfruto mucho”. Sin embargo, tal vez después de algún tiempo las reuniones no serán tan elevadas ni tan vivientes como los son ahora. Entonces, es posible que algunos se desanimen, abandonen la vida de iglesia y vayan en pos de algo que se acomode a su preferencia.
Tener preferencias y disfrutar al Cristo que lo es todo son dos cosas muy diferentes. Si hemos visto lo que significa que Cristo sea nuestra porción y lo que es ser llamados a Su comunión, no nos afectará el que las reuniones sean elevadas o bajas. No tendremos preferencias en cuanto a ellas. La fuente principal de las divisiones entre los cristianos son las preferencias. Pero si hemos visto que el beneplácito de Dios es simplemente forjar a Cristo en nosotros como nuestra porción para nuestro deleite, lo único que nos interesará es la persona de Cristo y disfrutar Su comunión.
Hemos visto que la comunión consiste en disfrutar a Cristo y participar juntos de El. No es necesario analizarla de manera doctrinal a fin de experimentarla. Cuando usted desayuna, ¿acaso analiza todo lo que come? ¿Hace usted un estudio de la composición de los huevos, del pan y del jugo? Nadie sería tan insensato como para estudiar el desayuno en lugar de disfrutarlo. Además, no debemos preocuparnos por los utensilios que usamos. ¡Cuán insensato es disputar sobre los utensilios, los vasos o los platos! ¿No sería ridículo que alguien dejara de participar de los alimentos preparados para su disfrute y se distrajera con la clase de cuchillos, tenedores y cucharas que están sobre la mesa? Sin embargo, éste es un ejemplo de la actual situación de los cristianos. En lugar de ocuparse de Cristo como su porción única, muchos argumentan sobre las doctrinas y prácticas.
Supongamos que usted viene a la reunión de la iglesia y encuentra las sillas arregladas de una manera fuera de lo común. Si esto le molesta, queda comprobado que usted no ha visto qué es la iglesia. La vida de iglesia adecuada no depende de que las sillas se arreglen de cierta manera. La iglesia es la comunión, la coparticipación, tener el disfrute mutuo de Cristo. Este Cristo ahora es la resurrección y el Espíritu. Si usted ha visto que la vida de iglesia es esta comunión, no le interesarán cosas tales como el arreglo de las sillas en el salón de reunión. Además, ni las doctrinas ni las prácticas le distraerán de Cristo.
Les animo a todos que procuren experimentar y disfrutar la comunión del Hijo de Dios. Cuanto más disfrutamos la coparticipación en esta comunión, mejor será la vida de iglesia. Necesitamos disfrutar esta comunión en el hogar y en las reuniones. Entonces no nos dejaremos turbar por las opiniones, el chisme ni las diferentes enseñanzas, ya que lo único que nos interesará será disfrutar práctica y corporativamente al Cristo todo inclusivo quien es el Espíritu, la resurrección y el Dios Triuno. Esta comunión es la realidad de la iglesia, y siempre debemos procurar experimentarla. Entonces disfrutaremos a Cristo en la iglesia.
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