Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, Elpor Watchman Nee
ISBN: 978-1-57593-377-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La historia de Abraham se puede dividir en tres secciones. Génesis del 12 al 14 forman la primera sección, cuyo énfasis es la tierra de Canaán. Los capítulos del quince al veintidós constituyen la segunda, la cual gira en torno a su hijo. Y los capítulos del veintitrés al veinticinco forman la tercera sección, que narra lo que sucede con Abraham durante su vejez. Examinemos la primera sección.
Leemos en Génesis 12:4-5: “Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron”. Después que Abraham oyó el segundo llamado de Dios en Harán, salió de allí y fue a Canaán. Pero debemos darnos cuenta de que es posible que una persona llegue a Canaán sin saber para qué está ahí. No debemos pensar que al recibir la visión todo se producirá automáticamente. Una cosa es tener la visión celestial, pero es otra muy distinta obedecer dicha visión. Después de que Abraham llegó a Canaán, el versículo 7 narra lo siguiente: “Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido”. Esta es la segunda vez que Dios aparece a Abraham y la tercera que le habla. Dios se le aparece y le habla una vez más para que él tenga una impresión fresca y clara de lo que Dios le había encomendado.
Es muy fácil perder la visión del llamamiento de Dios. Aun al procurar deliberadamente ser buenos cristianos, es posible perder la visión. Podemos perderla aun mientras laboramos diligentemente día tras día. No piensen que sólo las cosas de este mundo pueden nublar nuestra visión; también las cosas espirituales pueden hacerlo. Si no vivimos continuamente en la presencia de Dios, nos será fácil perder la visión del llamamiento que se nos hizo. El llamado que recibió la iglesia es el mismo que recibió Abraham. Sin embargo, muchas personas no han descubierto la esperanza de este llamamiento. Esta es la razón por la cual Pablo oró diciendo: “Para que ... sepáis cuál es la esperanza a que El os ha llamado” (Ef. 1:18). La esperanza se refiere al contenido del llamamiento que Dios hace. Que Dios nos libre de ideas preconcebidas centradas en nosotros mismos. Sabemos que Dios nos llama con una meta definida. Nuestra salvación consiste en cumplir esta meta. Si no hemos visto la substancia del llamamiento de Abraham, no entenderemos el significado de nuestro propio llamamiento. Si no hemos visto la clave del llamamiento de Abraham, no veremos nuestro propio ministerio. Si no comprendemos esto, obraremos como si edificásemos una casa sin cimientos. ¡Cuán fácil nos es olvidar lo que Dios desea! Muchas veces, cuando tenemos demasiado que hacer y la obra se vuelve un poco más agitada, perdemos de vista nuestro llamamiento espiritual. Necesitamos volver al Señor una y otra vez y suplicarle: “¡Aparéceteme continuamente y háblame!” Necesitamos tener una visión continua y eterna; necesitamos ver la meta de Dios y lo que El está haciendo.
Abraham había llegado a Canaán. Después de su llegada, ocurrieron algunas cosas. Primero, edificó tres altares y luego fue probado tres veces.
Después de que Abraham llegó a Canaán, la Biblia nos dice que el primer lugar al que se dirigió fue Siquem, donde edificó un altar. El segundo lugar adonde se dirigió fue Bet-el, y ahí también edificó un altar. Más tarde, pasó a Egipto, y después al sur. De allí regresó a Bet-el, entre Bet-el y Hai, al lugar donde había edificado un altar. Más tarde pasó a Hebrón y ahí edificó otro altar. En estos tres sitios Abraham edificó tres altares. Los tres lugares tienen un altar y, por ende, son santificados. La Biblia nos muestra que Dios usa estos tres lugares —Siquem, Bet-el y Hebrón— para representar a Canaán. Ante Dios, Canaán tiene las mismas características de Siquem, Bet-el y Hebrón. Al examinar estos tres sitios, veremos lo que es Canaán. Veamos las características de estos tres lugares.
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