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Experiencia que tenemos de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4619-1
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CAPÍTULO CINCO

TENER ESTE ÚNICO PENSAMIENTO

Filipenses 2:12 dice: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor”. ¿Qué debían obedecer los filipenses? Ellos debían obedecer las palabras de Pablo en cuanto a tener el único pensamiento y estar unidos en el alma. El pensamiento que ellos debían tener era el de experimentar a Cristo para la vida del Cuerpo. También podemos decir que este pensamiento consistía en disfrutar a Cristo para la vida del Cuerpo. Pablo les imploraba a los filipenses que tuvieran este único pensamiento.

EL ÚNICO PENSAMIENTO

Éste único pensamiento se revela claramente en el capítulo 3, donde Pablo habla acerca de la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús el Señor (v. 8). Experimentar a Cristo como nuestro disfrute por el bien de la iglesia es algo excelente. Todo lo demás es basura, desechos, comida de perros. Cualquier cosa que no sea este pensamiento es desechos, comida de perros, no es algo para nosotros los cristianos. Como hijos de Dios que somos, no debemos alimentarnos con comida de perros; más bien, debemos comer de la comida que se sirve en la mesa. Según Mateo 15, Cristo vino como el pan para los hijos de Dios, no como comida para perros. Sin embargo, cuando los perros gentiles, que estaban debajo de la mesa, comieron del pan que era para los hijos de Dios, ellos llegaron a ser hijos de Dios. Hoy en día, ya no somos perros gentiles, sino hijos de Dios. Los judíos, quienes originalmente eran hijos de Dios, rechazaron el alimento y han llegado a ser perros. Los perros mencionados en Mateo 15 se refieren a los gentiles, pero, como veremos más adelante, los perros mencionados en Filipenses 3 se refieren a los incrédulos judíos religiosos. Aunque los judíos son el pueblo escogido por Dios, ellos no comen del alimento que es para los hijos de Dios. En lugar de ello, prefieren alimentarse de comida de perros. Los dietistas dicen que uno es lo que come. Por lo tanto, en términos espirituales, los que comen comida de perros llegan a ser perros y los perros gentiles que comen del alimento de los hijos de Dios llegan a ser hijos de Dios. Por medio del comer hemos sido transformados de forma metabólica de perros a hijos de Dios.

Aunque los filipenses habían sido transformados de perros a hijos de Dios, hubo un momento en que se alejaron y volvieron a alimentarse de comida de perros. Esto fácilmente nos puede suceder a nosotros hoy. El bote de basura, el lugar donde se tiran los desechos, o sea, la comida de perros, se halla principalmente en la mente, en el caso de los hermanos, y en la parte emotiva, en el caso de las hermanas. Por lo tanto, tener este único pensamiento y estar unidos en el alma elimina este bote de basura y toda la comida de perros que hay de él. Nosotros nacimos de nuevo para ser hijos de Dios, no en nuestra mente ni en nuestra parte emotiva, sino en nuestro espíritu. Nuestra mesa de comedor se encuentra en nuestro espíritu. Cuando nos volvemos a nuestro espíritu, nos encontramos en la mesa donde Cristo está. El Señor Jesucristo es nuestro alimento, y la mesa de comedor está en nuestro espíritu.

En Filipenses 2, Pablo estaba alentando a los filipenses a que tuvieran un único pensamiento y estuvieran unidos en el alma. El único pensamiento no es simplemente el Cristo objetivo, sino la experiencia subjetiva que tenemos de Cristo como nuestro disfrute por el bien de la vida de iglesia. Éste único pensamiento debe ocupar nuestra mente todo el tiempo. Continuamente debemos pensar en cómo experimentar a Cristo como nuestro rico disfrute, a fin de poder tener una vida de iglesia apropiada. La vida corporativa propia del Cuerpo es el resultado de la experiencia y disfrute que tenemos de Cristo. Cuando disfrutamos a Cristo, la vida de iglesia surge espontáneamente. Por consiguiente, la vida de iglesia es el resultado de nuestra experiencia de Cristo.

No sólo debemos pensar en esto, sino incluso debemos soñar con esto. ¿Alguna vez ha soñado con celebrar un banquete con todos los santos? Muchos de nosotros nunca hemos tenido este tipo de sueño. Los sueños se deben a impresiones, deseos o pensamientos que hemos tenido. A menudo, lo que soñamos es lo que hemos estado pensando o lo que deseamos. Debemos pensar acerca de experimentar y disfrutar a Cristo hasta que soñemos con ello. Éste es el único pensamiento que el apóstol Pablo les mandó a los filipenses que pensaran.


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