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Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7796-6
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LA REVELACIÓN DE TODA LA BIBLIA

Asimismo necesitamos tener una visión general de toda la Biblia. Si separamos alguna porción del contexto general, se nos hará difícil entender. Incluso para entender una sola frase de la revelación divina, necesitamos toda la Biblia. La Biblia empieza con las palabras “En el principio creó Dios...” (Gn. 1:1), y concluye con la Nueva Jerusalén (Ap. 21—22), que es la ciudad santa, la novia y el tabernáculo de Dios. Los judíos únicamente se aferran al Dios de Génesis 1:1. Dicen que ellos tienen a Dios, pero únicamente tienen a un Dios solo. Sin embargo, Dios desea obtener una pareja que lo complemente. Es por eso que necesitamos ver la revelación de toda la Biblia.

Mateo 1 nos dice que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, que será llamado Jesús, que significa “Jehová el Salvador”. Su nombre también es Emanuel, que quiere decir “Dios con nosotros”. Él no es simplemente Dios, sino Dios con nosotros. Hay algo más. Cuando hablaba acerca de esto en cierto lugar, un joven seminarista se ofendió. Me dijo: “Hermano Lee, ¿quiere decir usted que Dios no está completo? ¿Cree usted que a Dios le falta algo? ¿Por qué necesitaría Dios algo más?”. Yo simplemente no tuve el interés de responderle; pero en mi interior dije: “Joven, usted siga adelante con su Dios completo, ¡pero yo tengo a Dios más!”. El concepto religioso de hoy es terrible, pues dicen que Dios está completo y que no necesita nada, pero la Biblia dice que Dios desea obtener una novia. Es cierto que antes que viniera Jesús, Dios era solamente Dios; Él nunca se mezcló con el hombre, y jamás vino para estar con el hombre. Emanuel en realidad significa “Dios y algo más”; pero el concepto religioso natural rehúsa aceptar esto.

La primera vez que di un mensaje sobre comer a Jesús fue en Taipéi en 1958. Inmediatamente después de la reunión un hermano muy culto vino para hablar conmigo con mucha cortesía y diplomacia, y me dijo: “Hermano Lee, su mensaje esta noche fue realmente bueno, pero usó algunas expresiones que no son muy refinadas. De hecho son bastante salvajes”. Cuando le pregunté a qué expresiones se refería, dijo que hablar acerca de comer a Jesús no era muy aceptable. Le respondí que yo no había sido el primero en decir esto, pues el Señor Jesús mismo dijo en Juan 6:57: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí”. Más tarde, descubrí que la palabra comer en griego no sólo significa comer, sino también masticar, desmenuzando bien el alimento. Pero ése no es el concepto religioso que tienen todos los cristianos.

De la misma manera, los cristianos nunca han oído decir que Dios desea tener una pareja que lo complemente. Pero eso es lo que nos revela la Palabra divina. Después que el hombre fue creado, estaba solo. El hombre necesitaba una pareja que lo complementara. Así que Dios no le creó una pareja, sino que se la edificó: “De la costilla que Jehová Dios había tomado del hombre, edificó una mujer y la trajo al hombre” (Gn. 2:22). Al edificar cualquier cosa, es necesario tener el material. El material con el cual Dios le edificó al hombre su complemento fue un pedazo que sacó del hombre. Entonces Dios le trajo al hombre este complemento, y el hombre dijo: “Esta vez sí que es hueso de mis huesos, / y carne de mi carne; / ésta será llamada Varona, / porque del Varón fue tomada” (v. 23).

El comienzo de la Biblia revela cómo una novia procedió del hombre y le fue traída al hombre; el final de la Biblia también nos revela unas bodas, las bodas del Cordero (Ap. 19:7). Finalmente, esta novia es una “ciudad-señora”, la Nueva Jerusalén (21:9-10).

En el principio Dios estaba solo, pero en la consumación, al final, a Dios se ha añadido algo grande. En el principio solamente estaba Dios, pero en la consumación vemos a Dios rodeado de una gran ciudad con un alto muro edificado con piedras preciosas (v. 19). Dios está en el Cordero, porque Apocalipsis 21:23 nos dice claramente que Dios es la luz y el Cordero es la lámpara: “La gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara”. Del trono de este Cordero-Dios fluye el río de agua de vida: “Me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero” (22:1). A lo largo del fluir del agua de vida, crece el árbol de la vida (v. 2). Esto revela que el Cordero-Dios fluye para llevar el agua y el suministro a todos los rincones de la ciudad. Finalmente, toda la ciudad llegará a ser Su expresión. Ésta no es una expresión individual sino corporativa. Éste es el Cristo-Cuerpo como máxima consumación de toda la Biblia.


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