Mensajes de la verdadpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6894-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando estamos en el Dios Triuno, somos uno; pero cuando estamos en nosotros mismos, somos divididos. Las enseñanzas externas en cuanto a la unidad no nos hacen uno. Cuanto más los cristianos hablan acerca de la unidad, más divididos están. Al igual que los corintios, ellos están en sí mismos, por lo que están acabados en lo que se refiere a la unidad genuina.
Ya dijimos que en Juan 14 el Señor Jesús dijo que iba a preparar un lugar para nosotros. Este lugar es Dios el Padre, y el camino que nos conduce allí es el Señor Jesús. En Juan 14:6 el Señor dijo: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí”. Cristo, el Hijo, es el camino, y el Padre es el lugar. Aunque los incrédulos sólo pueden morar en sí mismos, nosotros tenemos la opción de morar en nosotros mismos o morar en el Dios Triuno. No tenemos que quedarnos en nosotros mismos; pues podemos trasladarnos de nosotros mismos y entrar en el Dios Triuno. Un lugar ha sido preparado para nosotros, y se nos ha presentado una opción. El Señor dijo que después que preparara un lugar para nosotros en la casa de Dios, vendría a recibirnos a ese lugar; para que así, donde Él está, nosotros también estemos. El Señor está en el Padre, y desea que nosotros también estemos en el Padre. Dado que hay un lugar preparado para nosotros en el Padre, nosotros ahora, al ser santificados por la verdad, podemos trasladarnos a Él. Esto involucra tanto la Palabra como el Espíritu. Si continuamente tenemos contacto con la Palabra y permitimos que el Espíritu nos toque cada día, seremos santificados; es decir, nos trasladaremos de nosotros mismos, de nuestra vieja morada, al Dios Triuno, nuestra nueva morada. Al efectuarse este cambio de morada, la mundanalidad, la ambición, la autoexaltación y las opiniones quedan atrás.
Juan 17:23 dice: “Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad”. No sólo nos hemos trasladado al Dios Triuno, sino que además el Señor está en nosotros. El hecho de que Él esté en nosotros tiene que ver con quien vive en nosotros. Nosotros nos trasladamos de nosotros mismos a fin de estar en el Dios Triuno; y cuando estamos en el Dios Triuno, Cristo puede vivir en nosotros. Entonces, cuando permanecemos en el Dios Triuno y Cristo vive en nosotros, somos perfeccionados en unidad.
Si nos reunimos para participar en el servicio de la iglesia estando en nosotros mismos, nos será imposible ser uno. A fin de servir en unidad, tenemos que trasladarnos de nosotros mismos. Nosotros servimos al trasladarnos al Dios Triuno. Sin embargo, mientras cambiamos de morada para entrar en el Dios Triuno, debemos permitir que Cristo viva en nosotros. El hecho de que Él viva en nosotros nos perfecciona en unidad. Al trasladarnos de nosotros mismos y entrar en el Dios Triuno, experimentamos la unidad; sin embargo, esto aún no es la unidad perfeccionada. Es sólo cuando Cristo vive en nosotros que percibimos la realidad de la unidad genuina. Cuanto más el Señor vive en nosotros, más Su vivir nos perfecciona junto con otros en la unidad genuina.
La unidad genuina no consiste simplemente en reunirnos. A fin de experimentar la unidad genuina, primero tenemos que trasladarnos de nosotros mismos y entrar en el Dios Triuno; y, en segundo lugar, debemos permitir que el Señor viva en nosotros. Entonces, no solamente somos uno, sino que además somos perfeccionados en unidad. Aquí en esta unidad genuina no hay mundanalidad, ambición, autoexaltación ni opiniones; en vez de ello, simplemente tenemos al Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Esta unidad perfeccionada es la verdadera edificación. En 1954 por primera vez empecé a hablar acerca de la edificación. Les dije a los santos en Manila que ellos tenían que saber quién estaba sobre ellos, debajo de ellos y a su lado. Más tarde por experiencia aprendí que este concepto de edificación no era acertado, pues sólo se aplica a un edificio construido con materiales inertes, que no se mueve de un lugar a otro, y no a nosotros, piedras vivas, que podemos mudarnos de una ciudad a otra. Así que le pedí al Señor que me mostrara en qué consistía la edificación en la práctica. Poco a poco, principalmente a partir de Efesios 4, pude ver que la verdadera edificación es el crecimiento apropiado en vida. Cuando crecemos en vida de manera normal, salimos de nosotros mismos y entramos en el Dios Triuno, y Cristo vive en nosotros. Cuando ésta es nuestra experiencia, tenemos la unidad genuina y somos perfeccionados en unidad. Cuando somos perfeccionados en unidad, no tenemos problemas con respecto a la edificación. Adondequiera que vamos, podemos ser uno con los santos. Sin embargo, si permanecemos en nosotros mismos, tendremos problemas, no importa donde estemos.
La verdadera unidad no consiste simplemente en tener una relación con otros ni en coordinar con ellos; la verdadera unidad es el crecimiento en vida. Crecer en vida significa que nos trasladamos de nosotros mismos a fin de entrar en el Dios Triuno y permitimos que Cristo viva en nosotros. Si nos trasladamos al Dios Triuno y permitimos que Cristo viva en nosotros, podremos ser uno con los santos en cualquier localidad. Si usted tiene problemas en la iglesia, no culpe su entorno ni los santos. En lugar de ello, cúlpese a usted mismo por no haberse trasladado de sí mismo a fin de entrar en el Dios Triuno y por no haber permitido que Cristo viva en usted.
En Juan 17:22 el Señor Jesús dice: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno”. La gloria que el Padre le dio al Hijo es la filiación, que incluye la vida y la naturaleza divina del Padre (5:26), para que Él expresara al Padre en Su plenitud (1:18; 14:9; Col. 2:9; He. 1:3). El Hijo les dio a Sus creyentes esta gloria, a fin de que ellos también tengan la filiación con la vida y la naturaleza divina del Padre (Jn. 17:2; 2 P. 1:4) para expresar al Padre en el Hijo en Su plenitud (Jn. 1:16). Ésta es la gloria que el Padre le dio al Hijo y que el Hijo nos ha dado a nosotros. En esta gloria no existe la mundanalidad, ni la ambición, ni la autoexaltación ni las opiniones; en vez de ello, tenemos la vida y la naturaleza del Padre para que Él sea expresado en Su plenitud. Aquí, en la gloria, tenemos la unidad genuina.
Por medio de Su muerte y Su resurrección, el Señor preparó un lugar para nosotros en el Padre y nos abrió el camino para que entráramos en este lugar. Después de Su resurrección, Él empezó a introducirnos en el Padre, es decir, a hacer que nos traslademos de nosotros mismos y entremos en el Padre. Además, Él vive en nosotros a fin de introducirnos en la gloria, que es la expresión del Padre. Aquí, en la gloria, nosotros vivimos por la vida del Padre y por Su naturaleza a fin de expresarlo en Su plenitud. En esta gloria únicamente tiene cabida la vida y naturaleza del Padre para Su expresión. Es aquí donde el Señor Jesús está hoy y donde nosotros también debemos estar. Aquí, en la gloria del Padre, experimentamos la unidad genuina.
En el pasado, no vimos la verdad en cuanto a la unidad de una manera tan profunda como la vemos hoy. Si permitimos que el Espíritu de realidad forje esta verdad, esta realidad, en nuestro ser, experimentaremos la unidad genuina, una unidad donde no hay mundanalidad, ni ambición, ni la autoexaltación ni opiniones, sino únicamente la vida del Padre, Su naturaleza y Su santidad para que lo expresemos. Ésta es la verdad en cuanto a la unidad que obtenemos por medio de la santificación. Es preciso que todos experimentemos esta santificación por medio de la Palabra y del Espíritu a fin de poder entrar en el Padre y en Su gloria.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.