Dios Triuno es vida para el hombre tripartito, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0254-8
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Toda la Biblia revela que Dios es vida para Su pueblo escogido. En el Antiguo Testamento, Su pueblo escogido era Israel, pero en el Nuevo Testamento, los creyentes son Su pueblo escogido. Como creyentes, fuimos escogidos para ser santos a fin de que podamos tener Su naturaleza, y fuimos predestinados para ser Sus hijos a fin de que podamos tener Su vida (Ef. 1:4-5). La intención de Dios es impartirse en nosotros como nuestra vida y naturaleza. Después de impartirse en nosotros, Él comienza a impartirse en nuestro ser de una manera muy detallada. A fin de experimentar al Dios Triuno impartiéndose como vida en nuestro ser, necesitamos ser personas que viven con Cristo, Emanuel.
Si nos adentramos en lo profundo de la Biblia, podemos ver que para ser vida al hombre tripartito, el Dios Triuno tuvo que pasar por dos procesos principales. El primero fue la encarnación, y el segundo fue la resurrección. Mediante estos dos procesos, Él llegó a ser dos cosas. Por medio de la encarnación, Él se hizo hombre (Jn. 1:1, 14). En resurrección Él fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45).
La encarnación fue el nacimiento de Emanuel (Mt. 1:20-23). Éste fue el primer proceso que nuestro Dios Triuno pasó a fin de llegar a ser vida para el hombre. Por medio de la encarnación, Él, como Renuevo de Jehová, se extendió en Su divinidad a la humanidad. Él llegó a ser un Dios-hombre con divinidad y humanidad. Los judíos incrédulos tienen a Dios, pero su Dios sólo es divino. El Dios de los cristianos no sólo es divino, sino también humano. Él es Jesús, Jehová el Salvador (Mt. 1:21). Jesús fue el nombre que Dios le dio, y Emanuel, que significa Dios con nosotros, fue el nombre dado por los hombres (v. 23). Su nombre era Jesús, pero aquellos que lo experimentaron, llamaron Su nombre Emanuel. Ahora Jesús, nuestro Emanuel, es el Dios Triuno con el hombre tripartito.
Todo el libro de Mateo trata de que el Dios Triuno está con el hombre tripartito. Allí se revela que la presencia de Jesús es Emanuel (Mt. 1:21, 23; 18:20; 28:20). El capítulo 1 revela dos nombres: Jesús y Emanuel. En Mateo 18:20 dice: “Porque donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. ¿A cuál de los dos nombres se refiere la frase Mi nombre? Según el capítulo 1, el nombre dado por Dios era Jesús, pero aquellos que experimentaron a Jesús llamaron Su nombre Emanuel. Desde el punto de vista de Dios, el nombre en que nos congregamos es Jesús, pero según nuestro punto de vista, el nombre es Emanuel. Debemos estar congregados en el nombre de Emanuel.
Muy pocos se dan cuenta de que el nombre en el cual nos congregamos es Emanuel. La mayoría diría que nos congregamos en el nombre de Jesús. Para decir que la frase Mi nombre en el versículo 20 se refiere a Jesús, no necesitamos visión ni revelación, pero para decir que el nombre mencionado aquí es Emanuel se requiere visión, revelación y experiencia. Emanuel es algo nuevo. Hoy día en nuestra experiencia, el mismo Jesús en cuyo nombre estamos congregados es Emanuel. En Mateo 28:20 el Señor dice: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del siglo”. Aquel que está con nosotros todos los días es Emanuel. Emanuel es la presencia de Jesús.
Mateo es un libro acerca de Emanuel, es decir, Dios encarnado para estar con nosotros. Emanuel, en el sentido práctico, es el Espíritu de realidad (Jn. 14:16-20). Cuando Pedro y los otros discípulos escucharon la palabra del Señor en Mateo 18:20 y 28:20, tal vez se preguntaron de qué manera el Señor habría de estar con ellos. Quizás pensaban que el Señor estaría con ellos como lo estaba antes de Su muerte y resurrección. Tal vez pensaban que el Señor continuaría con ellos físicamente, y quizás esto les alegraba mucho. Pero en Juan 14 el Señor Jesús les dijo: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (v. 16). Luego en los versículos 17 y 18 el Señor indicó que Él mismo sería ese Consolador.
En Juan 14 el Señor quería ayudar a Sus discípulos a comprender la Trinidad Divina. La Trinidad Divina está corporificada en el Hijo (Col. 2:9). Como corporificación del Dios Triuno, el Hijo era un Consolador para todos Sus discípulos. Pero debido a la muerte inminente del Señor, tal vez ellos pensaban que iban a perderlo como su Consolador. Por esta razón, el Señor los preparó diciéndoles que Él rogaría al Padre que les diera otro Consolador. El segundo Consolador sería el primer Consolador en otra forma (Jn. 14:16-20).
En Mateo 28:20 el “Yo” que se menciona es Emanuel. En Juan 14 el “Yo” que vendrá en el versículo 18 es el Espíritu de realidad que se menciona en el versículo 17. Desde el Evangelio de Mateo hasta el Evangelio de Juan, se ve una progresión en la revelación divina. Hoy en día el Espíritu de realidad es Emanuel. En el libro de Hechos y en las Epístolas, el Espíritu de realidad es la presencia misma del Dios Triuno consumado que está en nuestro espíritu. Él, el Dios Triuno, está con nosotros, los hombres tripartitos, principalmente de una manera interior. El Dios Triuno no puede cumplir Su intención de impartirse en nuestro ser estando fuera de nosotros. Por lo tanto, Su manera de estar con nosotros debe ser interior.
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