Cristo es contrario a la religiónpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1012-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto que el Evangelio de Mateo gira en torno a Cristo, quien es incompatible con la religión. Ahora llegamos al último capítulo de este libro. Este no es un capítulo largo; más bien, es bastante corto, pero todo lo que en él se relata está lleno de contrastes entre Cristo y la religión. Desde el principio hasta el final podemos ver la gran diferencia que existe entre Cristo y la religión.
En el versículo uno, leemos: “Pasado el sábado...”. Sabemos que el sábado era representativo de la antigua religión judía. Por consiguiente, cuando leemos: “pasado el sábado”, se refiere al final de la antigua religión. ¡Aleluya! La resurrección de Cristo es el fin de la antigua religión. Ha amanecido una nueva era, la era del Cristo resucitado, y no la era de la antigua religión. Además, leemos: “al amanecer del primer día de la semana...” Una nueva era amanecía; esto se refiere a la resurrección de Cristo. Algo terminó y algo nuevo empezó.
Observe ahora que fueron María Magdalena y la otra María las que vinieron a ver el sepulcro. Sabemos que todo el contenido de la Biblia tiene un gran significado. Debemos entender que, en el Antiguo Testamento, todo acontecimiento importante era siempre revelado a los hombres y no a las mujeres. Resulta bastante difícil encontrar en el Antiguo Testamento un solo caso en el que Dios haya revelado algo primero a una mujer. En el Antiguo Testamento las mujeres no eran tomadas en cuenta. Sin embargo, aquí leemos que el inicio de la nueva era fue descubierto por unas mujeres, y no por los hombres. Estas mujeres llevaban el mismo nombre: las dos se llamaban María. Allí no había hombres. Esto iba en contra de la vieja manera, en contra de los reglamentos religiosos. En la manera antigua eran siempre los hombres los personajes importantes, pero la nueva manera involucra siempre a las mujeres. Espero que los hermanos digan: ¡Aleluya!
Quiero averiguar algo con todos ustedes, especialmente con los hermanos. ¿Es usted hombre o mujer? En la nueva era todos debemos contestar que, hablando espiritualmente, somos mujeres, todos somos Marías. Esta debe ser nuestra visión en este nuevo comienzo. Ser el descubridor de la resurrección de Cristo es algo muy significativo. Debemos entender claramente que la resurrección ya había acontecido, pero nadie la había descubierto antes que las mujeres. Al final del capítulo veintisiete leemos que los principales sacerdotes y fariseos sellaron la tumba con una piedra, y colocaron una guardia. Pero no fueron estos guardias los que presenciaron la resurrección. La piedra seguía allí, pero Jesús ya se había ido. Aparentemente no sucedió nada. Nadie sabía que Jesús ya había resucitado, pero tal acontecimiento fue descubierto por la llegada de estas Marías. Leemos que hubo un gran terremoto y que un ángel del Señor descendió del cielo y removió la piedra (v. 2). ¿Por qué removió la piedra? ¿Para que Jesús saliera? ¡No! Mas bien, para mostrar a las hermanas que la tumba estaba vacía.
Podemos ver que la manera en que el Señor actúa no se conforma a la manera antigua. La era ya cambió. Su resurrección no fue descubierta por hombres, sino por mujeres. Espiritualmente hablando, esta no es la era de los hombres, sino de las mujeres. La religión afirma que toda revelación debe ser dada a los hombres, pero aquí vemos un evento crucial descubierto por las mujeres. Esto va completamente en contra de la religión.
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