Terreno genuino de la unidad, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3873-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Los hijos de Israel no solamente disfrutaban del oráculo de Dios, sino que también estaban completamente saciados de la grosura de la casa de Dios (Sal. 36:8). La casa de Dios se refiere al templo, el cual era la continuación y el agrandamiento de la Tienda de Reunión. En Salmos 36:9 el salmista dice: “Porque contigo está el manantial de la vida; en Tu luz veremos la luz”. Este versículo también se relaciona con el templo. Sólo en el templo podía el pueblo de Dios disfrutar del manantial de la vida. Además, era en el templo que podían ver la luz en la luz de Dios. Ésta es otra indicación que la esencia de la unidad de los hijos de Dios es vida y luz.
Este hecho es confirmado por el salmo 133, que comienza con estas palabras: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía!”. Luego este salmo concluye así: “Porque allí envía Jehová bendición y vida eterna”. Como lo indica claramente este salmo, la bendición de la vida está relacionada con la unidad del pueblo de Dios.
El salmo 133 también habla del óleo y del rocío de Hermón. El precioso óleo y el rocío no eran omnipresentes; al contrario, sólo podían disfrutarse en un lugar particular. Si un Israelita deseaba participar de la bendición que el Señor enviaba, tenía que estar en el lugar que guardaba la unidad. Esto significa que, al menos tres veces al año, tenía que hacer un viaje al monte de Sión. Supongamos que algunos de la tribu de Dan dijeran: “¿Por qué todos debemos ir a un mismo lugar para adorar a Dios? Esto es demasiado estrecho, demasiado sectario y demasiado exclusivista. Dios está en todas partes. Nosotros podemos quedarnos aquí en Dan y disfrutar, cantar alabanzas a Dios”. Los de Dan podrían disfrutar mientras cantaban, pero a menos que fueran al monte de Sión, no podrían disfrutar la bendición que Dios enviaba.
Aun hoy en día este principio tiene validez. Si hemos de estar bajo la bendición de vida ordenada por el Señor, debemos estar sobre el terreno de la unidad. Los disidentes podrán afirmar que tienen la bendición que Dios envía, pero en realidad no la tienen. Los que piensan que la tienen son supersticiosos. Dios no es ni estrecho ni exclusivista, pero sí es específico. Él es muy específico en cuanto a Sus principios y a Su economía. Dios nunca actuaría en contra de aquello en lo que Él es específico. El versículo 3 del salmo 133 es muy específico. Aquí el salmista dice que allí, donde está la unidad, el Señor envía bendición y vida eterna. Cuando los hermanos moran en unidad el óleo fluye, el rocío desciende y el pueblo de Dios disfruta de la vida. Si perdemos la unidad, perderemos la experiencia del óleo, del rocío y de la bendición de vida. Si hemos de permanecer en la unidad, debemos permanecer en vida, pues la vida es la que mantiene la unidad. Esto se cumplía con los hijos de Israel y también se cumple con nosotros hoy.
Hemos visto que la vida está relacionada tanto con el hombre corporativo que Dios creó en el principio como con Abraham y sus descendientes, los hijos de Israel. Ahora veremos cómo es que la vida y la luz son la esencia de la unidad de la iglesia, la nueva creación de Dios. En Juan 17 el Señor cubre el asunto de la unidad, pero no al enseñarle a sus discípulos acerca de la unidad sino orando por ella. Esta oración revela que la unidad puede preservarse y ser hecha real solamente en la vida divina. En el versículo 11 el Señor oró: “Padre santo, guárdalos en Tu nombre, el cual me has dado, para que sean uno, así como Nosotros”. Ser guardado en el nombre del Padre equivale a ser guardado por Su vida, porque únicamente los que nacen del Padre y tienen la vida del Padre y pueden participar en el nombre del Padre. El Hijo les ha dado la vida del Padre a aquellos que el Padre le ha dado a Él (v. 2). Por tanto, los creyentes disfrutan de la vida divina como la esencia de su unidad. Si somos guardados en la vida del Padre, seremos guardados en la unidad.
En el versículo 17 el Señor oró diciendo: “Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad”. Ser santificado es ser apartado del mundo y separado para Dios. En un sentido muy real, ser santificado consiste en ser preservado. Aquí el Señor ora al Padre para que santifique a los creyentes en la verdad, la cual es la palabra del Padre. El nombre del Padre está relacionado con la vida, y la verdad del Padre está relacionada con la luz. La vida y la luz son, por tanto, la esencia misma de la unidad.
Juan 17:22 dice: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno”. Este versículo indica que el Dios Triuno guarda la unidad de los creyentes con Su gloria. No somos guardados en la unidad por medio de las enseñanzas o las doctrinas; somos preservados en la unidad por medio de la vida y la luz. El Dios Triuno mismo es vida, y Su palabra con Su hablar es luz. Por medio de esta vida y esta luz se mantiene la unidad. Ésta es la razón por la cual Efesios 4 relaciona la unidad de la iglesia, el Cuerpo de Cristo, con el Dios Triuno: el Espíritu, el Señor y Dios el Padre.
En las reuniones de la iglesia disfrutamos de la presencia del Dios Triuno. Esto en particular sucede en la reunión de la mesa del Señor y en la reunión de oración. Yo disfruto de la dulzura del Señor mediante las oraciones que expresan los santos en la reunión de oración. Puedo testificar que siempre que vengo a la reunión de oración, disfruto de la unción del Señor. Muchos de nosotros podemos testificar que no teníamos tal disfrute antes de venir al recobro del Señor; pero mientras gustamos de la dulzura del Señor en las reuniones de la iglesia, recibimos la suministración de la vida y experimentamos el resplandor de la vida. ¡Oh, cuánto suministro e iluminación recibo en las reuniones de oración de la iglesia! El Dios Triuno con Su gloria realmente está presente con nosotros. Nosotros somos guardados en la unidad por medio del Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— con Su gloria. Por esta razón, después de la reunión de oración frecuentemente sentimos un amor fresco por los santos. También estamos conscientes de haber experimentado más edificación.
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