Cristo todo-inclusivo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-626-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Después de la pascua, la siguiente experiencia que tenemos de Cristo es el maná. Después de disfrutarle como el cordero, seguimos adelante para disfrutarle como nuestro alimento diario. ¿Es el maná de la vida vegetal o de la vida animal? Consideremos la Escritura:
Números 11:7-9: “Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de bedelio. El pueblo se esparcía y lo recogía, y lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas; su sabor era como sabor de aceite nuevo. Y cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él.”
Exodo 16:31: “Y la casa de Israel lo llamó Maná; y era como semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel”.
Aquí hemos leído que el maná es como una clase de semilla y su sabor como sabor de aceite nuevo y de miel. En esto también vemos dos vidas mezcladas. Notemos ahora también que la apariencia del maná es como el bedelio. El significado correcto del bedelio es perla. En Apocalipsis 21 vemos que la perla es uno de los constituyentes del edificio de Dios. Por lo tanto, el maná, como perla, tipifica algo que ha sido transformado en material para el edificio de Dios. Bedelio es la misma palabra que se usa en Génesis 2. En ese pasaje se presentan el árbol de vida y luego un río en cuya corriente se encuentran varios materiales preciosos, uno de los cuales es el bedelio. Esto significa que cuando tomamos del árbol de la vida y bebemos del agua de vida, se produce la perla, el material transformado para el edificio de Dios.
Entonces, el maná es una substancia que comprende todas estas naturalezas: la de la vida vegetal, la de la vida animal y la de la vida transformada. Tenemos que disfrutar este aspecto de Cristo. Debemos disfrutarle como el cordero de la pascua con el pan sin levadura y las hierbas amargas, y debemos seguir adelante para disfrutarle como el maná, que incluye la vida vegetal, la vida animal y la naturaleza transformada. Por medio de participar de Cristo como nuestro maná diario, podemos ser transformados en material para el edificio de Dios.
Pero, ¿es esto suficiente? No, hay algo más. La manera de entrar en la tierra empieza en el capítulo 12 de Exodo y continúa hasta el último capítulo de Josué. Debemos leer todo esto concienzudamente para entenderlo claramente; entonces tendremos la manera de poseer la tierra.
Disfrutar a Cristo, primero como el cordero de la pascua y luego, día tras día, como el maná del cielo, es sólo el principio. Hay que seguir adelante para disfrutarle como el arca, que estaba contenida en el tabernáculo y cubierta por él (Ex. 25:10-22). ¿Qué es el arca? El arca es el testimonio de Dios. El testimonio de Dios sencillamente es la manifestación de Dios, la expresión de Dios. En el arca estaban las tablas de los diez mandamientos. ¿Qué son los diez mandamientos?
La impresión que tiene la mayoría de los cristianos acerca de los diez mandamientos es que simplemente son las estrictas exigencias de Dios. Debemos hacer esto y lo otro, no debemos hacer aquello ni lo de más allá. Esta es la impresión que nos da la enseñanza general del cristianismo. Pero, ¿qué es el significado esencial de los diez mandamientos? Aparentemente son leyes, pero el significado principal no es que son leyes; eso es secundario. El significado primordial es que son la expresión de Dios. Los diez mandamientos son la manifestación de Dios.
¿Qué clase de Dios es El? Lo podemos conocer por medio de los diez mandamientos. Usted nunca ha visto a Dios, pero aquí están “diez palabras” (Ex. 34:28, heb.) que le dan una descripción de El. La primera característica es que Dios es celoso. Dios quiere todo; nunca permitirá que nadie rivalice con El. Es un Dios celoso. La segunda es que El es un Dios santo. Luego hay otras características: El es un Dios de amor, El es un Dios justo, El es un Dios fiel, y así sucesivamente. De esta manera los diez mandamientos son la descripción, la expresión, la manifestación del Dios escondido. Nos dan una impresión del Dios invisible y nos muestran qué clase de Dios es. Es un Dios celoso; es un Dios santo; es un Dios de amor; es un Dios justo; es un Dios fiel. Por medio de estos diez mandamientos podemos discernir Su naturaleza. No ponga mucha atención a los diez mandamientos como leyes; eso es secundario. Debemos comprender que su significado principal es la descripción, la expresión, el testimonio del Dios glorioso y sin embargo invisible.
Estos diez mandamientos fueron puestos en el arca. Esto significa que Dios se puso a Sí mismo en Cristo. Los diez mandamientos son el testimonio de Dios, y el arca es el testimonio de Cristo. Por lo tanto, la plenitud de Dios habita en Cristo.
El arca claramente tipifica a Cristo con Sus dos naturalezas. Estaba hecha de madera cubierta de oro. La madera representa la naturaleza humana, y el oro representa la naturaleza divina. Es un cuadro de Cristo en la carne, mezclado con la naturaleza divina. El tiene la naturaleza del hombre, y al mismo tiempo, tiene la naturaleza de Dios, las naturalezas humana y divina. El es el arca, pero dentro de El está Dios mismo. Así como los diez mandamientos fueron puestos en el arca, así todo lo que es Dios fue puesto en Cristo. Así como el arca fue llamada “el arca del testimonio”, así Cristo es la manifestación y el testimonio de Dios. Esto es algo que va más allá del cordero de la pascua y el maná diario. Esto es algo sólido, perfecto y completo. Esto es la manifestación, la expresión y el testimonio de Dios. Con el cordero de la pascua, ¿se puede comprender cómo es Dios? Quizás un poco. Con el maná diario, ¿se puede recibir una impresión de la naturaleza de Dios? Es un poco difícil. No digo que no se pueda ver nada, pero digo que no se puede ver mucho. Llegamos ahora al arca. Considerémosla. Leamos acerca de ella. Inmediatamente llegamos a saber algo acerca de Dios. Dios es celoso; Dios es amor; Dios es santo; Dios es justo; Dios es fiel. Por el arca podemos comprender inmediatamente cómo es el Dios escondido.
Pero quisiera preguntar, ¿puede comerse el arca? o, ¿puede beberse el arca? No; pero éste es otro aspecto de Cristo, un aspecto más completo. Cristo es la expresión, la manifestación y el testimonio del Dios invisible. Al disfrutar a Cristo como el cordero de la pascua y como nuestro maná diario, también debemos tener a este Cristo más grande (y si se me permite usar esta expresión), como nuestro centro. Debemos tener como nuestro centro el arca del testimonio, es decir, el Cristo que es la expresión, la manifestación y el testimonio de Dios. Esto en verdad es algo más. No sólo debemos tener al cordero como nuestro Redentor, ni solamente el maná diario como nuestro alimento, sino también el arca del testimonio como nuestro centro.
Hermanos y hermanas, permítanme repetir. Temo que algunos de ustedes no hayan entendido. ¿Está disfrutando a Cristo diariamente como su maná? Eso es bueno, pero no suficiente. Hay que tenerlo como nuestro centro. ¿Qué es el centro? El centro es la expresión, la manifestación, el testimonio de Dios. ¿Tenemos entre nosotros tal centro? ¿Es éste verdaderamente el centro de nuestras reuniones, de nuestra vida de iglesia? Cuando las personas se acercan a nosotros, ¿pueden darse cuenta de que en nuestro medio está la expresión de Dios? Si otros vienen a vernos y sólo se dan cuenta de que somos personas redimidas, que disfrutamos a Cristo como el cordero, eso será totalmente inadecuado. Si sólo se dan cuenta de que nos alimentamos de Cristo día tras día como el maná diario, ni siquiera esto llega al blanco. Tenemos que darles la impresión de que entre nosotros, en nuestro medio, está la manifestación del Dios celoso, del Dios de amor, del Dios de santidad, del Dios de justicia, del Dios de fidelidad. ¿Tenemos tal centro entre nosotros o no? Cuando otros se acercan, ¿se dan cuenta de que aquí está la manifestación, la expresión, la definición, la explicación de Dios? ¿Se dan cuenta ellos de que somos el testimonio de Dios, de que damos testimonio a partir de la realidad de la experiencia que tenemos de Cristo, de que Dios es un Dios celoso, un Dios santo, un Dios de amor, un Dios justo y un Dios fiel? Debemos tener este testimonio como nuestro centro.
No es cosa sencilla poseer la tierra. ¿Piensa usted que inmediatamente después de disfrutar al cordero y de cruzar el mar Rojo, podemos entrar en la tierra? No. Después de Exodo 12, 13 y 14, es decir, después de celebrar la pascua y de cruzar el mar Rojo, hay muchas más experiencias para obtenerse. Todavía quedan por delante el resto de Exodo y los libros de Levítico, Números, Deuteronomio y Josué. Hay mucho más que enfrentar, mucho más que experimentar, mucho más que poseer, antes de que podamos entrar en la tierra.
Hay que ver todo el significado del arca. Sin duda existe el aspecto de los mandamientos como leyes; no tenemos espacio para tratar ese aspecto aquí. Pero más importante que eso, los diez mandamientos son la definición, la explicación, la interpretación, del Dios invisible. Y esta interpretación, esta explicación, está en Jesucristo, el Dios-hombre, el Cristo encarnado que tiene las naturalezas divina y humana. El es la explicación de Dios; El es la manifestación de Dios; El es Dios mismo. Este es quien debe ser nuestro centro. El es la expresión, el testimonio de Dios, y lo debemos tener como nuestro testimonio. No debemos dar testimonio de nada menos que de Dios manifestado en Cristo.
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