Economía divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-443-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Oración: Señor, cuánto te agradecemos por Tu Palabra escrita. Te agradecemos Señor, que en estos últimos días nos has abierto Tu Palabra. Te damos gracias por Tu sangre limpiadora y por Tu Espíritu ungidor. Señor, también te damos gracias por las iglesias. Te agradecemos mucho que Tú hablas desde la tienda de reunión, y tenemos fe en que nos hablarás aún más. Señor, concédenos una mente sobria, un espíritu que te busque y un corazón que te reciba. Danos a conocer Tu mente, muéstranos Tu economía, e introduce a cada uno de nosotros en la realidad de Tu palabra para que nos impresiones con lo que Tú eres. Deseamos entrar en Ti y así disfrutarte durante todo el día. Oh Señor, obtén la victoria. Gana terreno en todos nosotros, y vence a Tu enemigo. Destruye el poder de las tinieblas, libera Tus riquezas, y libéranos a todos. A Ti sea la gloria en la iglesia. Amén.
Espero que podamos ver claramente la diferencia entre el Espíritu de vida y el Espíritu de poder. El Nuevo Testamento compara el Espíritu de vida al aliento (Jn. 20:22) y al hecho de beber agua (1 Co. 12:13; Jn. 7:38-39). El Espíritu de poder es comparado al viento (Hch. 2:2) y a la vestidura (Lc. 24:49). En lo que al Espíritu de vida se refiere, necesitamos respirarlo como nuestro aliento y también beberlo como nuestra agua viva; en lo que al Espíritu de poder se refiere, necesitamos vestirnos de El como nuestro uniforme, tipificado por el manto de Elías (2 R. 2:9, 13-15). El morar interior del Espíritu de vida tiene que ver con el aspecto esencial y es para nuestra vida y nuestro vivir; el derramamiento del Espíritu de poder tiene que ver con el aspecto económico y es para nuestro ministerio y obra.
Recibimos el aliento para nuestro vivir, pero el viento recio como poder es para que llevemos a cabo nuestra obra. Beber agua también es para nuestro vivir, pero la vestidura es para la apariencia exterior. Recibir y beber es lo más crucial para mantener nuestra vida física, y el caso es precisamente el mismo con nuestra vida espiritual. Necesitamos el aliento espiritual y la bebida espiritual para que tengamos vida y para que vivamos. El viento recio y la vestidura son para que nos movamos, actuemos, es decir, para que hagamos algo. Necesitamos el poder y la apariencia externa, es decir, el uniforme.
En el día de la resurrección, el Espíritu de vida fue soplado dentro de los discípulos. Ellos recibieron el aliento y comenzaron a beber del agua viva, pero aún así necesitaban el poder, es decir, el uniforme. Cincuenta días después, en el día de Pentecostés, ellos fueron revestidos de poder desde lo alto. Ese poder llegó a ser lo que llevaban por fuera, su uniforme exterior. La Cabeza de la iglesia bautizó en un solo Espíritu a todos Sus creyentes en un Cuerpo (1 Co. 12:13).
En 1 Corintios 12:7-10 trata de la manifestación del Espíritu, la cual es el producto de los aspectos esencial y económico del Espíritu. En el aspecto esencial, recibimos al Espíritu de vida como nuestra esencia. En el aspecto económico, el Espíritu descendió sobre nosotros para llevar a cabo el bautismo en el Espíritu. Nuestra función proviene de la esencia más la economía. El nacimiento físico de alguien es esencial y su educación es económica. Después de recibir una educación adecuada, podemos hacer muchas cosas, y hacer tales cosas es nuestra función. Esta función procede de nuestro nacimiento esencial más nuestra educación económica. En todas las corporaciones, la gente lleva a cabo sus funciones, y esto es la manifestación de su habilidad.
En 1 Corintios 12 vemos la manifestación del Espíritu. Primero, el Espíritu de vida nos regeneró esencialmente, y luego el Espíritu de poder descendió sobre nosotros económicamente. Ahora somos creyentes regenerados y llenos de poder, por lo que podemos funcionar. Nuestra función es la manifestación del Espíritu. Gracias al Señor por la regeneración que lleva a cabo el Espíritu de vida, por el bautismo que realiza el Espíritu de poder, y por la manifestación del Espíritu. El Espíritu esencial de vida es para nuestra regeneración, y el Espíritu económico de poder es para llevar a cabo la economía de Dios. La manifestación del Espíritu requiere los dos aspectos del Espíritu: el Espíritu de vida y el Espíritu de poder. La manifestación del Espíritu es producto tanto del Espíritu de vida como del Espíritu de poder.
En 1 Corintios 12:7 dice: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”. Esto es principalmente para el provecho de otros, para el provecho de la edificación de la iglesia, no principalmente para nuestro propio provecho. El versículo 8 nos dice que a unos les es dado por el Espíritu palabra de sabiduría, y que a otros, palabra de ciencia. La palabra de sabiduría es el aspecto más alto de la manifestación del Espíritu. Una cosa muerta jamás podría tener sabiduría. Una computadora es un aparato maravilloso, pero no puede tener sabiduría. Para tener sabiduría, hay que ser viviente y es necesario tener madurez. Es necesario tener la estatura de vida mediante el crecimiento en vida. Las personas de mayor edad generalmente tienen más sabiduría, porque la sabiduría proviene de la estatura de vida, de la madurez en vida.
Sin embargo, necesitamos darnos cuenta de que la sabiduría es mucho más alta que el conocimiento. En 1 Corintios la sabiduría se refiere a Cristo como lo profundo de Dios, predestinado por Dios para que sea nuestra porción (1:24, 30; 2:6-10). Lo profundo de Dios es Cristo. Dios ordenó de antemano que Cristo como lo profundo de Dios fuera nuestra porción hoy. Ya hemos visto que el Hijo vino con el Padre y mediante el Espíritu para estar con nosotros. Esta es la palabra de sabiduría. La sabiduría es más profunda que el conocimiento. El conocimiento es sencillo; la sabiduría es profunda. En una reunión de ministerio, algunas palabras son palabras de sabiduría, y otras son palabras de conocimiento. La palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento son los dos primeros puntos de la manifestación del Espíritu.
En el pasado, algunos me han preguntado si tenemos la manifestación del Espíritu en nuestras reuniones, o no. Lo que estas personas querían decir con “la manifestación del Espíritu” era el hablar en lenguas, la interpretación de lenguas, la profecía, la sanidad y el hacer otros milagros. Cuando me preguntaron si en nuestras reuniones teníamos la manifestación del Espíritu o no, les señalé, con base en la Palabra, que los puntos mayores de la manifestación del Espíritu no son el hablar en lenguas ni la interpretación de lenguas, sino la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento. En cada reunión, como primera manifestación del Espíritu, tenemos la palabra de sabiduría y luego, la palabra de conocimiento.
Muchos de aquellos que “hablan en lenguas” saben que la lengua que hablan no es genuina, no obstante, todavía la hablan. En 1963, el escritor de un artículo de un periódico pentecostal dijo que había consultado con doscientas personas que hablaban en lenguas, y que cada uno de ellos dudaba de la autenticidad de la lengua que hablaba. Entonces el escritor les dijo que no había necesidad de dudar, y los animó a que siguieran “hablando en lenguas”. En el entrenamiento que tuvimos en el verano de 1963 en los Estados Unidos, le pedí a un hermano que leyera ese artículo a los santos. Luego, les pregunté: “¿Creen ustedes que aquellos del grupo de ciento veinte personas que hablaron en lenguas en el día de Pentecostés comenzaron a dudar si lo que habían hablado era una lengua genuina o no”? Obviamente, ninguno de ellos dudó. ¿Por qué doscientas personas que hablaban en lenguas dudaban? Porque las lenguas que hablaban no eran genuinas.
En 1963 fui invitado a hablar ante un grupo pentecostal en San Diego. Mientras estuve en la reunión, ellos practicaron el hablar en lenguas y la interpretación de lenguas. Yo les dije que solamente debe importarnos el Cristo vivo y que El debe ser nuestro enfoque, nuestro objetivo, nuestra meta y nuestro todo. Después de la reunión, todos regresamos a casa; nos sirvieron una merienda y me acosté. El pastor de este grupo, junto con su esposa, aprovecharon entonces esta oportunidad y le impusieron las manos a uno de los hermanos que me acompañaban, para hacer que hablara en lenguas. Le dijeron que no hablara chino ni inglés, sino que hablara cualquier cosa que no conociera. Este hermano no sabía qué hablar, así que no podía decir nada. Otro hermano que estaba con nosotros, para que el pastor y su esposa no entendieran, le dijo en chino a este hermano que si no expresaba algo, el pastor jamás los dejaría en paz. Le aconsejó en chino que hablara algo que no tuviese sentido, y que de esta manera los dejarían ir a acostarse. La esposa del hermano era chino-indonesia, y él había aprendido un poco del idioma indonesio. Cuando él habló algunos disparates en indonesio, el líder del grupo y su esposa se regocijaron de que había “hablado en lenguas”. Al día siguiente escuché todo lo que había acontecido y le dije al pastor, durante el desayuno, que él había sido engañado. Le dije que el hermano a quien él y su esposa habían ayudado a “hablar en lenguas” en realidad había hablado unas palabras en indonesio que había aprendido de su esposa. Entonces dije: “Hermano, ¿acaso no es suficiente Cristo para nuestra predicación? ¿Por qué tenemos que predicar algo como esto?”
Otro líder de este grupo pentecostal nos dijo que había recibido la gracia de hablar chino. Luego, comenzó a “hablar en lenguas”, y nosotros, dos hermanos chinos, no entendimos ni una palabra de lo que habló. Le dije que yo hablaba mandarín, idioma nacional chino, y que el otro hermano que estaba conmigo hablaba cantonés. También le dije que los dos habíamos viajado por toda China y habíamos escuchado muchos dialectos diferentes pero que no habíamos podido entender ni siquiera una palabra de lo que había hablado. Este es un ejemplo del hablar en lenguas de hoy.
De los nueve puntos enumerados en 1 Corintios 12:8-10 acerca de la manifestación del Espíritu, el hablar en lenguas y la interpretación de lenguas figuran como los dos últimos, debido a que no son tan provechosos como los otros puntos para la edificación de la iglesia (14:2-6, 18-19). Estas dos cosas son la cola, no la cabeza. La cabeza es la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento, los dos puntos más importantes de la manifestación del Espíritu. De estos nueve dones y de los que están enumerados en 12:28-30, la profecía como predicción, la fe, los dones de sanidades, el hacer milagros, el hablar en lenguas y la interpretación de lenguas son milagrosos. Todos los demás: la palabra de sabiduría, la palabra de conocimiento, el hablar de parte de Dios y el proclamar a Dios en profecía por los profetas, el discernimiento de espíritus, el ayudar y las administraciones, son dones desarrollados por el crecimiento en vida, así como aquellos que están enumerados en Romanos 12:6-8. Para tener los dones milagrosos, especialmente el hablar en lenguas y la interpretación de lenguas, no se requiere nada de crecimiento en vida. Los corintios hablaron mucho en lenguas, pero todavía permanecieron en la infancia (3:1-3). Sin embargo, para tener los dones que se desarrollan en vida, se requiere el crecimiento en vida, incluso la madurez, para la edificación de la iglesia.
En 1 Corintios 14:4 dice: “El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia”. La profecía es principalmente hablar de parte de Dios y proclamarlo. También está incluido el asunto de pronosticar, esto es, predecir. Cuando hablamos de parte del Señor y proclamamos al Señor, la iglesia es edificada. El profetizar, es decir, el proclamar al Señor, no sólo edifica a los santos individualmente, sino también a la iglesia. Pablo además dijo en el versículo 5 que él prefería que los creyentes profetizasen, porque “mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación”.
El versículo 6 dice: “Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?” La revelación, el conocimiento, la profecía y la enseñanza son, en conjunto, palabras de sabiduría o palabras de conocimiento. De nuevo, esto indica que en la reunión de la iglesia el hablar la palabra de sabiduría y el hablar la palabra de conocimiento son los aspectos más importantes de la manifestación del Espíritu. Si uno no tiene cierta medida de crecimiento en vida, cierta medida de madurez, es difícil hablar esta clase de palabra en las reuniones. Incluso para poder hablar la palabra de conocimiento se requiere cierta medida de madurez en vida. Para hablar la palabra de sabiduría, se necesita más madurez y más aprendizaje. Esto significa que existe la necesidad de desarrollar la capacidad recibida en el nacimiento espiritual. Esta capacidad es desarrollada por medio del crecimiento en vida. El resultado de nuestro crecimiento en vida y de la madurez en vida es la capacidad de hablar la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento para la edificación de la iglesia.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.