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Servir en el espíritu humanopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3844-8
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CAPÍTULO CUATRO

SERVIR EN NUESTRO ESPÍRITU HUMANO

Lectura bíblica: Hch.17:16; 18:25; 19:21: 20:22; Ro. 1:9; 2:29; 7:6; 12:11; 1 Co. 2:4; 4:21; 5:3-4; 2 Co. 2:13; Gá. 6:1; Col. 2:5; 2 Ti. 1:7

En varios versículos el apóstol Pablo nos dice que él servía a Dios en su espíritu, que él ejercitaba su espíritu de muchas maneras diferentes en su servicio al Señor. Si oramos-leemos todos estos versículos podemos recibir una impresión profunda en cuanto a la manera en que el apóstol Pablo servía al Señor. En la narración que hace Pablo de la manera en que servía al Dios de sus antepasados en la religión judía antes de su conversión, él no mencionó nada acerca de su espíritu en relación con el servicio a Dios. (Véase Hch. 22:2-4; 26:4-5, 9-11; Fil. 3:5-6; y Hch. 9:1-2). Sin embargo, existen muchos versículos que nos dicen de qué manera o con qué órgano, él servía a Dios después de su encuentro con el Señor Jesús en el camino a Damasco. Queda muy claro que el apóstol Pablo servía a Dios en su espíritu.

CÓMO SERVIR: EN NUESTRO ESPÍRITU

En estos mensajes estamos considerando cómo debemos servir. El primer punto que hemos abordado es que tenemos que servir en el Cuerpo. En este mensaje abordaremos el segundo punto, a saber, que tenemos que servir en nuestro espíritu. Estamos hablando aquí de nuestro espíritu, nuestro espíritu humano. Quizás pensemos que servir en espíritu significa servir solamente en el Espíritu Santo y es posible que descuidemos completamente el asunto de servir a Dios en nuestro espíritu humano. En el Nuevo Testamento hay muchos versículos que aclaran el asunto del espíritu humano.

El Espíritu Santo y nuestro espíritu humano:
el poder y el interruptor

Sabemos, como cristianos, que para servir a Dios necesitamos al Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo, no tendríamos la posibilidad de servir a Dios. Sin embargo, necesitamos una visión, una revelación, y ésta es, que para servir a Dios es necesario que además conozcamos nuestro espíritu humano. El Espíritu Santo es el poder para que podamos servir a Dios, y el espíritu humano es el órgano, el medio, el instrumento, para que nosotros recibamos y contengamos el poder y lo apliquemos.

La manera de usar nuestro espíritu humano puede representarse con la aplicación de la electricidad. Antes de todo, es necesario que se instale la electricidad en un edificio. Después de que la electricidad se instala, ¿qué tenemos que hacer para usarla? Sería absurdo llamar a la compañía eléctrica y pedirles que envíen algo de electricidad. Lo que necesitamos hacer es simplemente usar el interruptor para aplicar la electricidad. Si nos damos cuenta que la electricidad ya ha sido instalada, simplemente necesitamos ir al lugar donde exista algún medio para que apliquemos la electricidad. Cuando encendemos el interruptor, inmediatamente la electricidad trabaja para nosotros.

Podemos compararnos con el edificio, y el Espíritu Santo con la electricidad celestial y divina. Esta “electricidad” espiritual es el Señor mismo, y Él ya ha sido instalado en nosotros. Tenemos que darnos cuenta de que ya tenemos la electricidad celestial instalada en nosotros. ¡Aleluya realmente ya tenemos esta instalación! Recibimos esta maravillosa instalación de Cristo en nosotros cuando le aceptamos. Ahora sabemos que necesitamos al Espíritu Santo, pero tal vez no entendamos claramente cómo aplicar al Espíritu Santo, el cual ha sido instalado en nosotros como la electricidad celestial. No hay necesidad de que ayunemos y oremos por tres días y tres noches sin dormir. No hay necesidad de que oremos fervientemente en voz alta y que derramemos lágrimas. La electricidad celestial ya ha sido instalada en nosotros y existe un interruptor dentro de nosotros. Cuando necesitamos la electricidad para algo, simplemente vamos al lugar adecuado a fin de tocar el órgano apropiado, que es el medio para aplicar la electricidad. Tocamos el interruptor y se enciende la electricidad. Es así de sencillo. Éste es el secreto maravilloso de aplicar la electricidad celestial.

La pregunta crucial entonces es dónde podemos encontrar el interruptor, dónde podemos encontrar el órgano, el medio para aplicar la electricidad celestial. Es evidente que el órgano adecuado no son nuestros ojos ni nuestra mente ni siquiera nuestro corazón. Dios creó el espíritu humano como el órgano específico para este propósito. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu [en el espíritu humano] [...] es necesario que adoren” (Jn. 4:24). Algunos se han opuesto al énfasis que ponemos en el espíritu humano puesto que ellos sólo prestan atención al Espíritu Santo y no reconocen la diferencia entre el espíritu, la mente y el corazón.

No hay manera de explicarles a las personas cómo pueden ser regenerados si no reconocen que Dios ha creado nuestro espíritu humano para tener contacto con Él. Ciertamente una persona que no es salva no puede ser regenerada en otra parte de su ser, ¡ni en su mente ni en su corazón! La regeneración se lleva a cabo en el espíritu humano. Juan 3:6 nos dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. En este versículo vemos dos espíritus: el Espíritu Santo y el espíritu humano. Lo que es nacido del Espíritu Santo es el espíritu humano. El espíritu humano es el órgano específico que nos sirve para tener contacto con Dios, quien es el Espíritu. Nuestro espíritu humano es el interruptor, el órgano adecuado o el medio para aplicar la electricidad que ha sido instalada en nosotros.

Hoy en día sabemos dónde podemos encontrar el interruptor y sabemos cómo usar el interruptor, cómo usar nuestro espíritu humano para tener contacto con el Señor, quien es la electricidad divina. ¡Qué lástima daría si no pudiéramos encontrar el interruptor o no supiéramos cómo accionarlo, cómo usarlo, para tener contacto con el Señor! El interruptor es el espíritu humano. Cuando hablamos de manejar, usar o tocar el interruptor, estamos hablando de ejercitar nuestro espíritu humano. Es tan sencillo. Si pudiera dejar en ustedes una profunda impresión en cuanto al ejercicio del espíritu humano, no necesitaría hablar más. ¡Qué importante es que aprendamos a usar nuestro espíritu humano, que sepamos cómo usar el interruptor!


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