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Iglesia: la réplica del Espíritu, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1976-8
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CAPITULO UNO

LOS CANDELEROS

Lectura bíblica: Ex. 25:31-39; Zac. 4:2-6; 10; Ap. 1:12-13, 20; 4:5; 5:6

En este libro queremos ver el Espíritu y la iglesia. Por consiguiente, en esta comunión debemos fijar nuestra atención en los candeleros de Exodo 25, Zacarías 4 y Apocalipsis 1. El candelero se menciona por primera vez en la Biblia con relación al tabernáculo en el Antiguo Testamento (Ex. 25:31-39). El candelero del Lugar Santo, el cual es mencionado en Hebreos 9:2, es uno de los principales elementos que componen el tabernáculo.

TRES PARES DE ELEMENTOS
RELACIONADOS CON EL TABERNACULO

El mobiliario vinculado al tabernáculo se halla dispuesto en pares. Existen tres pares de muebles en el tabernáculo. Primero, formando parte del atrio, están el altar de bronce (Ex. 27:1-8) y el lavacro (30:18-21), los cuales tipifican la sangre redentora y el Espíritu que lava y limpia, respectivamente. Ambos forman un par y constituyen nuestra experiencia inicial de Cristo. Segundo, se encuentra la mesa de la proposición en la parte norte del Lugar Santo y el candelero en la parte sur (Ex. 40:22, 24). El alimento que está sobre la mesa de la proposición representa la vida, y la luz del candelero, la luz de vida. “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Jn. 1:4). Estos dos muebles forman un par cuyo fin es dar continuación a nuestra experiencia continua de Cristo. El tercer par de artículos, que se hallan amueblando el tabernáculo, es el altar del incienso situado en el Lugar Santo, y el arca del testimonio ubicada en el Lugar Santísimo (He. 9:4). Debe existir una unidad estrecha entre el altar del incienso y el arca. Cubriendo el arca, está el propiciatorio, el cual es el oráculo, el lugar donde Dios habla al hombre (He. 9:4-5; Ro. 3:25). En el Nuevo Testamento el propiciatorio es el trono de la gracia donde nosotros podemos tomar la gracia. Hebreos 12:28 dice: “Tengamos la gracia,” que también puede traducirse como: “Tomemos la gracia”. Para tomar la gracia necesitamos acudir al trono de la gracia. Es en el trono de la gracia donde tomamos la gracia, y este trono es el propiciatorio donde Dios nos habla y se reúne con nosotros. Vemos que el trono de la gracia es el propiciatorio, adonde acudimos a tomar la gracia, y donde Dios habla y se reúne con nosotros. Somos aceptados por Dios en el altar del incienso; y Dios nos habla desde el propiciatorio del arca. Esto es un cuadro del tráfico existente entre Dios y el hombre. Entre el arca y el altar del incienso ocurre un tráfico divino; una comunicación, una comunión. El primer par de muebles que se encuentra en el tabernáculo representa la experiencia inicial que tenemos de Cristo; el segundo par, la continuación de nuestra experiencia de Cristo; y el último par, nuestra experiencia máxima de Cristo.

EL CANDELERO REPRESENTA A CRISTO,
AL ESPIRITU Y LA IGLESIA

Entre todos los muebles que componen el mobiliario del tabernáculo, el candelero es la pieza más peculiar. El altar de bronce, la mesa de la proposición, el altar del incienso y el arca poseen medidas específicas, excepto el candelero. Además, la forma del candelero no es fácil de describir. Si bien el lavacro tampoco tiene medidas específicas, no es tan peculiar como el candelero, puesto que su forma es mucho más definida. La forma del lavacro se asemejaba a la de un tazón, de modo que podía contener el agua con la cual se lavaban los sacerdotes. Sin embargo, por la falta de términos específicos, tales como rectangular, cuadrado, triangular, o redondo, no hay manera de describir la forma del candelero. Entre todo el mobiliario del tabernáculo, sólo el candelero y el lavacro carecen de medidas. El lavacro no tiene medida porque es un símbolo del Espíritu vivificante. El Espíritu no se puede medir, pues el Espíritu es inmensurable e ilimitado.

Resulta acertado decir que el candelero tipifica a Cristo, pero además debemos darnos cuenta de que Cristo es el Espíritu. El versículo 17 del tercer capítulo de 2 Corintios afirma claramente que “el Señor es el Espíritu”. En una ocasión, algunos hermanos confrontaron a ciertas personas que se nos oponían precisamente porque defendíamos esta verdad de que Cristo es el Espíritu. Uno de los hermanos les preguntó si creían en toda la Biblia; y ellos respondieron afirmativamente. Así que el hermano los remitió a 2 Corintios 3:17, donde dice: “El Señor es el Espíritu”, preguntándoles: “En este versículo, ¿quién es el Señor?”. Ellos dijeron: “Jesús”. “¿Y el Espíritu?”. Ellos dijeron: “El Espíritu Santo”. El hermano entonces agregó: “Esto significa que el Señor Jesús es el Espíritu Santo”. Dichos oponentes fueron derrotados con este único versículo. Cristo es ahora el Espíritu.

El candelero representa a Cristo. Nadie puede discutir al respecto. Mas el candelero tipifica algo más. El “vivero” de todas las semillas de las verdades bíblicas no sólo se halla en Génesis, sino también en los primeros cinco libros de la Biblia, el Pentateuco escrito por Moisés. No podemos decir que todas las semillas de la verdad fueron sembradas exclusivamente en Génesis, pues la primera mención del candelero no se encuentra en Génesis sino en Exodo (25: 31-37). Luego, se menciona en 1 Reyes como un mueble del templo que edificó Salomón (7:49). Finalmente, el candelero es mencionado nuevamente en Zacarías en relación con el templo recobrado (4:2). Zacarías es un relato del recobro del templo que fue destruido. Aunque el candelero descrito en Exodo representa a Cristo mismo, en el libro de Zacarías el candelero representa al Espíritu. Zacarías 4 nos dice que cuando Zacarías vio los candeleros, le preguntó al ángel qué era aquello que se le mostraba. El ángel le respondió diciendo: “Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con poder, ni con fuerza, sino con Mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (v. 6). El Señor le comunicó a Zacarías que el candelero era Su Espíritu. En Exodo el candelero era Cristo. En Zacarías el candelero era el Espíritu.

Puesto que en Exodo encontramos la simiente de la verdad con respecto al candelero, podemos decir que el candelero es Cristo. Luego, vemos el crecimiento de esta simiente en Zacarías, donde el candelero es el Espíritu. En Apocalipsis se halla la cosecha de esta verdad pertinente al candelero. La simiente consistía en un candelero, y la cosecha comprende siete candeleros. La cosecha constituye siempre una reproducción de la simiente, en este caso, la simiente se septuplicó. La simiente es Cristo, el crecimiento es el Espíritu, y la cosecha es la iglesia. ¡Aleluya por Cristo, el Espíritu y la iglesia! El candelero, primeramente, representa a Cristo, luego al Espíritu y finalmente la iglesia. Esto indica que el propio Cristo es el Espíritu, y que el Espíritu, junto con Cristo mismo, produce las iglesias. El candelero de Exodo, el candelero de Zacarías y el candelero de Apocalipsis constituyen tres fases de la verdad acerca del candelero.


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