Cristo como la realidadpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3063-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Los siete capítulos anteriores sobre la ofrenda de harina abarcaron cinco puntos principales. El primer punto fue acerca del significado de la ofrenda de harina. Vimos que la ofrenda de harina era un regalo para Dios, que consiste de la humanidad de Jesús que hemos experimentado, disfrutado y apreciado. Segundo, la ofrenda de harina constituye una adoración a Dios. Tercero, la ofrenda de harina constituye el alimento sacerdotal para el sacerdocio. Cuarto, la ofrenda de harina no sólo constituye la adoración a Dios y el alimento para el sacerdocio, sino que también produce las tablas derechas, que son la estructura principal de la morada de Dios. Cuando nosotros los sacerdotes nos alimentamos de la ofrenda de harina, todos llegamos a ser tablas derechas. Quinto, la ofrenda de harina forma el tabernáculo en virtud de que une todas las tablas.
El sexto punto es profundo y difícil de explicar. Es tal vez el aspecto más profundo de la ofrenda de harina; se relaciona con la producción de los dones. Los dones en Efesios 4 no son habilidades, sino personas dotadas, tales como los apóstoles, profetas, evangelistas, y los pastores y maestros. No son destrezas o habilidades, sino que son personas dotadas que poseen destrezas o habilidades. Más aún, Efesios 4:11-16 revela que no sólo los apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores y maestros son dones dados al Cuerpo, sino que cada miembro del Cuerpo es un don.
Consideren su propio cuerpo. Cada miembro de su cuerpo es un don a su cuerpo. No piense que sólo el apóstol Pablo fue un don dado al Cuerpo y que usted no lo es. Tal vez Pablo era un brazo, pero usted al menos puede ser un meñique. El brazo es un don del Cuerpo; pero no importa cuán pequeños seamos, aun menos que el más pequeño, seguimos siendo dones para el Cuerpo. Efesios 4 habla de la eficaz operación de cada miembro en su medida. Cada uno de nosotros es al menos uno de los muchos miembros, y todos los miembros son dones.
Ahora debemos ver cómo es que los dones son producidos o constituidos. Cuando Pablo era Saulo de Tarso no era un don; él era un perseguidor, un enemigo, del Cuerpo. Sin embargo, después que fue salvo, él llegó a ser un don. Pero la frase llegar a ser no es muy adecuada; es mejor decir que después que él fue salvo, fue constituido en un don. Él era un rebelde, un enemigo y perseguidor del Cuerpo, pero fue constituido un apóstol. Ser constituido un apóstol significa ser conformado o transfigurado con nuevos elementos que nos han sido añadidos. Si estos elementos no nos son añadidos, no seremos constituidos de ellos. Pablo era un rebelde, pero el elemento nuevo que le fue añadido a este rebelde destruyó sus gérmenes rebeldes. Otros elementos también le fueron añadidos, con los cuales fue edificado como un apóstol.
El punto que debemos ver es que el elemento principal con el que Pablo fue constituido un apóstol es la humanidad de Jesús. Para probar esto, debemos leer una mejor traducción de Salmos 68:18: “Subiste a lo alto, tomaste cautivos. / Tomaste dones de los hombres, / también de los rebeldes, / para que habite entre ellos Jah Dios”. Cristo ascendió a lo alto y, habiendo conquistado a todos Sus enemigos, llevó cautivo un séquito corporativo de enemigos vencidos, que incluía a Pablo, el apóstol. Entonces, el Señor recibió dones en el hombre y para el hombre, aun para el hombre rebelde. Él recibió los dones en Su humanidad para nuestra humanidad rebelde. Así que, en este versículo vemos dos clases de humanidades: la humanidad de Jesús, por medio de la cual Él recibió los dones, y nuestra humanidad rebelde, para quienes Él recibió los dones.
Creo que todos sabemos cómo Cristo hizo que un rebelde como Saulo de Tarso fuera un apóstol. Saulo había perseguido a Esteban y a otros en Jerusalén y, no satisfecho con esto, fue a los sumos sacerdotes y obtuvo autoridad para ir a Damasco a encarcelar a todos los que invocaban el nombre del Señor. Mientras Saulo iba de camino, una luz resplandeció del cielo, y él cayó a tierra. El Señor le preguntó: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Cuando Saulo le preguntó quién era, el Señor le contestó que Él era Jesús a quien él perseguía. Desde ese momento, algo del Jesús ascendido entró en ese rebelde. Saulo era tan inteligente y podía verlo todo; pero después que Jesús entro en él, fue cegado. No podía ver nada. Muchos de nosotros necesitamos ser cegados. Cuando verdaderamente Jesús entra en nosotros, ya no podemos ver más. Al principio Saulo era el que guiaba a otros, y ahora otros lo guiaban a él (Hch. 9).
El proceso por el que Saulo fue constituido un apóstol, continúa desde aquel día hasta llegar al capítulo 13 de Hechos. Jesús hizo de este rebelde un apóstol, y llegó a ser uno de los apóstoles más notables. Pero no piensen que llegó a ser un apóstol de la noche a la mañana. Tener la constitución de un apóstol requiere un periodo largo de tiempo; se requiere un largo proceso para que todos los elementos del Jesús ascendido le fuesen añadidos a Saulo. Jesús lo hizo un apóstol, forjando todos Sus propios elementos en él. Jesús ha recibido del Padre a todas las personas salvas, y todas ellas, incluyendo a Saulo, llegaron finalmente a ser dones. Cristo recibió estos dones en Su humanidad, y después dio todos estos salvos a Su Cuerpo para el perfeccionamiento del mismo.
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