Información del libro

Cómo reunirnospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6637-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 23 Sección 1 de 3

CAPÍTULO TRECE

CON EL CRISTO QUE CANTA
EN NUESTRAS ALABANZAS

La cumbre y cúspide de la oración es la alabanza. La alabanza es superior a la oración, por lo cual tenemos que avanzar de la oración a la alabanza. Cuando oramos y oramos hasta alcanzar la cumbre, cesarán las oraciones y comenzarán las alabanzas. Habremos alcanzado el punto culminante de la oración, el cual es la alabanza. ¿Piensan ustedes que todavía oraremos en la Nueva Jerusalén? Les aseguro que en aquel día cantaremos todo el tiempo. Cantaremos: “¡Consumado es, consumado es! ¡La oración ha cesado y la alabanza ha comenzado!”. Es imprescindible que ahora probemos este anticipo de la Nueva Jerusalén.

Ahora debemos conocer aspectos más profundos de la alabanza; es necesario que veamos algo no solamente de una manera general, sino de una manera más profunda. Jamás había estado tan preocupado por las palabras que debo usar como en este caso. El tema que abordaremos es muy profundo y delicado. Es fácil hablar sobre un tema superficial, pero es verdaderamente difícil presentar un asunto tan profundo y precioso como éste. Espero en el Señor que ustedes ejercitarán su espíritu conjuntamente con su entendimiento para que logren entenderme.

ANUNCIA EL NOMBRE DEL PADRE

¿Alguna vez escucharon un mensaje en el que se les dijo que el Señor Jesús canta alabanzas a Dios? En Hebreos 2 hay un versículo (v. 12), una cita de Salmos 22:22, que dice: “Anunciaré a Mis hermanos Tu nombre, en medio de la iglesia te cantaré himnos de alabanzas”. He aquí el propio Señor Jesús declarando: “Anunciaré Tu nombre”, es decir, el nombre del Padre. Y después dice: “En medio de la iglesia te cantaré himnos de alabanzas”. ¿En qué momento el Señor declaró el nombre del Padre a Sus hermanos? ¿Cuándo fue que el Señor cantó himnos de alabanza a Su Padre? ¿Habían ustedes reflexionado sobre esto? Fijémonos en el salmo 22, donde estas palabras fueron dichas originalmente.

La primera parte de este salmo trata sobre la crucifixión de Cristo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (v. 1). Cuando el Señor Jesús estaba en la cruz, Él clamó con estas mismas palabras (Mt. 27:46), y Su clamor fue causa de asombro para todos aquellos que le escucharon. Él citaba Salmos 22:1 y también lo cumplía. En el versículo 16 de este salmo leemos: “Horadan mis manos y mis pies”, y el versículo 18 declara: “Reparten entre sí mis vestidos, / y sobre mi ropa echan suertes”. Estos versículos relacionados con la muerte del Señor hallan su cumplimiento en los cuatro Evangelios donde son citados (Lc. 23:34; Mt. 27:35). Después, un tanto abruptamente, se inicia la segunda parte de este salmo en el versículo 22, donde el Señor declara: “Anunciaré a mis hermanos Tu nombre”. ¿Qué es esto? Esto tuvo su cumplimiento en la resurrección del Señor. Después de la crucifixión, que se describe en la primera parte del salmo 22, en la segunda parte se nos habla sobre la resurrección. Mientras Él estaba en la cruz, clamó a gran voz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, pero después en Su resurrección Él declaró el nombre del Padre a Sus hermanos. En la mañana del día de la resurrección, tal como se relata en Juan 20:17, Jesús le dijo a María: “Ve a Mis hermanos, y diles: Subo a Mi Padre y a vuestro Padre, a Mi Dios y a vuestro Dios”. Jesús no le dijo a María: “Ve a Mis discípulos”, ni tampoco: “Ve a Mis amigos”, sino “Ve a Mis hermanos”. Antes del día de la resurrección, ningún ser humano era hermano de Cristo, el Hijo de Dios. Fue en Su resurrección que todos los discípulos, todos Sus creyentes, se convirtieron en Sus hermanos. Así que, Él le dijo a María: “Ve a Mis hermanos”. Mediante la resurrección de Cristo, Dios nos engendró (1 P. 1:3), Dios nos regeneró y nos hizo hijos Suyos; así que, hemos llegado a ser los hermanos del Señor. Fue entonces que Él declaró el nombre del Padre a Sus hermanos.

CANTA ALABANZAS EN LA IGLESIA

Entonces, ¿cuándo fue que, en medio de la iglesia, el Señor cantó alabanzas al Padre? ¿El día de Su resurrección? La iglesia no fue formada el mismo día de la resurrección; no fue sino hasta el día de Pentecostés que la iglesia llegó a existir de manera concreta. Pero aquí encontramos una dificultad, pues en el día de Pentecostés Jesús estaba en los cielos. ¿Cómo entonces podría Él cantar alabanzas al Padre en medio de la iglesia? El día de Pentecostés, Pedro le dijo a la gente que “a este Jesús resucitó Dios” y que Dios le dijo a Él: ‘Siéntate a Mi diestra’” (Hch. 2:32, 34). Si Jesús está a la diestra de Dios, ¿cómo puede Él cantar himnos de alabanza al Padre en medio de la iglesia?

El día de Pentecostés, cuando el Señor Jesús estaba en los cielos sentado a la diestra de Dios, la iglesia comenzó a existir. En aquel día había ciento veinte discípulos además de tres mil nuevos creyentes, con lo cual hubo un total de tres mil ciento veinte personas que constituyeron la iglesia. A fin de considerar esto de una manera sencilla, consideremos únicamente cincuenta creyentes que se reúnen en una localidad como la iglesia. ¿Cómo podría Jesús cantar alabanzas al Padre en medio de esa iglesia? ¿Alguna vez han estado en una reunión en la que vieron a Jesús cantando en medio de la iglesia?


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