Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1188-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Leamos Deuteronomio 14:23 para encontrar más alimentos: “Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días”. En este versículo descubrimos tres categorías de alimentos que no provienen del ganado. Son tres vegetales. El grano procede del trigo o de cualquier cereal. El vino se extrae de la vid, y el aceite del olivo. Después de las tres categorías de vida vegetal, encontramos las primicias de las manadas y de los ganados. Las primicias son los primogénitos. Se trata del primogénito de las vacas y de las ovejas.
Este versículo dice que debemos aprender a temer siempre al Señor nuestro Dios. ¿Qué significa esto? Usemos el siguiente ejemplo: cuando pagamos los impuestos, tememos al gobierno. Debemos tener cuidado de pagar la debida cantidad. Si no abonamos la suma exacta, cometemos un delito contra el gobierno. A eso se refiere lo dicho en este versículo. Dios dio este precepto para que Su pueblo aprendiera a temerlo. Si no ofrecían el diezmo de todos los granos de sus campos ni de las primicias de sus vacas y sus ovejas, mostrarían que no temían a Dios, que lo hacían todo según su propio deseo, su intención y su voluntad, y no según Dios. Por lo tanto, no temían a Dios. Estos preceptos fueron dados para que aprendieran a temer a Dios.
Algunos tal vez pensarán que todo eso pertenece a la ley. No digamos tal cosa. En la actualidad, nos sentimos cómodos y, por ende, vamos a las reuniones. De lo contrario, no vamos. Después de ir a las reuniones, si nos sentimos alegres, diremos algo, si no, no diremos nada. ¿Qué indica eso? Que no sentimos temor del Señor. Sin lugar a dudas, si tememos al Señor, asistiremos regularmente a las reuniones, y cuando vayamos, ofreceremos a Cristo.
Volvamos a nuestro ejemplo: si uno se cansa de pagar los impuestos sobre la renta y decide no pagarlos, demuestra que no teme al gobierno. Si uno teme al gobierno, como debe, pagará a tiempo los impuestos. El gobierno de este país tiene muchas regulaciones acerca de los impuestos. Debemos temer al país y pagar los impuestos según las leyes y los requisitos legales.
Al estudiar la tipología, me di cuenta de que ir a la reunión denota temor a Dios, pues no nos queda alternativa. Debemos ir a la reunión y ejercer allí nuestra función, pues es nuestra obligación. Tememos a nuestro Dios. No podemos quedarnos en casa cuando la iglesia se reúne. Si uno puede quedarse tranquilo en casa y tocar piano, ver la televisión o relajarse, en vez de ir a la reunión, demuestra que no teme al Señor como debería. Es como si su Dios no tuviera ningún gobierno ni ninguna ley.
A veces cuando estamos cansados, quizás queramos llegar tarde a la reunión. Llegamos diez minutos después de haber comenzado la reunión. Esto no es solamente pereza, sino también falta de temor de Dios. Estoy seguro de que Dios está presente esperando antes de la hora de reunión. Yo no quisiera que El tuviera que esperarme. Yo debería ir y esperarlo a El. Si un hermano lo invita a uno a cenar a las seis de la tarde y uno llega a las siete, esto demuestra que uno no lo respeta ni tiene temor de ofenderlo.
Personalmente puedo testificar que no tengo paz para quedarme en casa sabiendo que hay una reunión de la iglesia, y no lo hago a menos que esté muy enfermo o que tenga un compromiso ineludible. No siento paz si estoy en casa mientras se reúne la iglesia. Mi conciencia me censura y me reprende. Parece que tuviera un agujero que debe repararse. Esta es la razón por la cual debemos aprender a temer a Dios e ir a las reuniones con constancia, funcionando y llegando a tiempo. Debemos sentir el debido temor de Dios. No estamos jugando ni estamos sirviendo a los ídolos de una religión. Si uno sirve a los ídolos, la puntualidad no tiene importancia. Si el gobierno de un país está en caos, quizás no haya diferencia entre pagar los impuestos y no pagarlos, y tal vez nadie lo moleste a uno por ello. A mí no me gustaría vivir en un país así. Pero este país es bueno, pues tiene orden en todo. Tiene leyes establecidas. Si queremos ser buenos ciudadanos, debemos sentir el debido temor del gobierno. Debemos tener la misma actitud hacia Dios en lo relativo a las reuniones.
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