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Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7796-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 24 Sección 3 de 5

ÉL ES MAYOR Y MÁS QUE TODAS LAS COSAS

Durante este tiempo Jesús se reveló a la gente como Aquel que es mayor que el templo (12:6), Aquel que es más que Jonás (v. 41), Aquel que es más que Salomón (v. 42) y como Señor del Sábado (v. 8). A muchos cristianos nos gusta el Evangelio de Juan porque nos dice que Jesús es la vida, la verdad, el camino, la puerta y tantas cosas más. Pero algunos de los asuntos que Mateo reveló, Juan nunca los tocó. Juan no nos dijo que Jesús era más que Salomón. Tampoco nos dijo que Jesús era el Señor del Sábado. En Mateo vemos que Jesús es mayor que todo lo demás, porque Él lo es todo. Si le tenemos a Él, tenemos la morada de Dios; si le tenemos a Él, tenemos al profeta de Dios, la perspicacia de Dios y la sabiduría de Dios; si le tenemos a Él, tenemos la autoridad de Dios y Su reinado; y si le tenemos a Él, tenemos el verdadero reposo.

CAÑAS CASCADAS Y PÁBILOS HUMEANTES

¡Jesús es tan maravilloso! Él no sólo es maravilloso para Dios, sino también para los hombres. Él nunca quiebra la caña cascada, ni apaga el pábilo humeante (v. 20). En la antigüedad los judíos solían hacer una especie de instrumento musical con las cañas. Cuando una caña estaba cascada y no podía emitir un buen sonido, entonces la quebraban. No obstante, Jesús jamás quiebra las cañas cascadas. A veces somos como instrumentos cascados; debiéramos emitir un buen sonido, pero sucede lo contrario. Por regla general, debiéramos ser quebrados, pero Jesús nunca haría eso. Él viene a rectificarnos para que pueda producirse una música hermosa.

En aquellos días los judíos usaban pábilos ardientes cuando viajaban en la noche. Cuando el aceite se acababa, el pábilo empezaba a humear, y entonces lo apagaban y desechaban. Muchas veces somos como pábilos humeantes. Debiéramos iluminar, pero en vez de ello humeamos. Por regla general, el Señor debería apagarnos y desecharnos, pero Él jamás hace eso. Jesús sabe por qué humeamos; es porque estamos escasos de aceite. Es por eso que en vez de apagarnos, nos suministra el aceite. Cuando el pábilo absorbe el aceite, empieza a arder. No deberíamos desanimarnos con los hermanos y hermanas que son como pábilos humeantes. Todo lo que necesitamos hacer es suministrarles el aceite para que ardan e iluminen.

¡Jesús es tan maravilloso! Él no es alguien que se complace en quebrar ni apagar; a Él más bien le place rectificar y suministrar. No diga que usted es un caso perdido. Con Jesús no hay nada que no tenga esperanza. Él es muy bueno para rectificarnos. Él puede rectificarnos para la vida de iglesia. En nosotros mismos no estamos capacitados, pero Jesús nos capacita con Su vida. Independientemente de cuán cascados estemos y de cuánto humeemos, Jesús puede rectificarnos e impartirnos Su suministro. ¡Aleluya por esta persona!

EL MISTERIOSO JESÚS

Mientras Jesús viajaba y decía tantas cosas maravillosas, los religiosos estaban continuamente haciéndole preguntas. Los fariseos, los fundamentalistas de la antigüedad y los saduceos, los modernistas de esa época, se unieron con los políticos para hacerle preguntas (22:15-40). Ellos hicieron todo lo posible por enredarlo, pero no lo lograron. Él es el más sabio de todos los hombres; así que respondió a todas sus preguntas. Cuando ellos terminaron de hacerle preguntas, Él les hizo una pregunta: “¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?” (v. 42). Los religiosos que tenían el conocimiento de la Biblia rápidamente contestaron que Él era el hijo de David. Entonces Jesús respondió: “¿Pues cómo David en el espíritu le llama Señor, diciendo: ‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos bajo Tus pies’? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo?” (vs. 43-45). Ellos no pudieron responderle; y desde ese día nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

¿Qué significa esto? Simplemente significa que Jesús es un misterio. Ellos únicamente conocían un aspecto de Él, pero había otro aspecto. Ellos conocían a Cristo como hijo de David, pero no lo conocían como el Señor de todo. Incluso David, que era antes que Él, lo llamó Señor. Él es un misterio. Nunca debemos pensar que conocemos a Jesús de manera cabal. Tal vez conozcamos apenas un fragmento de lo que Él es. Él es muy completo e inescrutablemente rico. Es posible que conozcamos a Jesús, pero no podemos conocerlo a lo sumo. Es por eso que Él dijo: “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre” (11:27). ¡Alabado sea el Señor porque Jesús es tal misterio! En los últimos doce años en este país, hemos estado viendo más cosas acerca de Él. Pero incluso en la eternidad haremos muchos más descubrimientos de Jesús. ¡Él es rico sobremanera! Todos debemos abrirnos continuamente a fin de conocerle de una manera más rica y profunda. Tengo la certeza de que en los años venideros veremos algo adicional, algo más profundo, algo más elevado, algo más completo y algo más rico acerca de Cristo. Él es tan maravilloso e inescrutable.


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