Busqueda del cristiano, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4158-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando un cristiano vive una vida normal delante de Dios, exhibe ciertas características que lo distinguen de las demás personas. Tito 2:14 dice que Dios nos redimió de toda iniquidad y que purificó para Sí un pueblo especial o peculiar. Esto significa, que si una persona, que ha recibido la salvación de Dios, vive en dicha salvación hasta convertirse en un cristiano normal, su modo de vivir parecerá peculiar para los demás. Puesto que él no sigue la corriente del mundo como otros lo hacen, llega a ser una persona peculiar para los hombres. Ésta es una característica del cristiano. Los cristianos son diferentes a la gente del mundo. Los que practican una religión se comportan casi igual que la gente del mundo, pero no sucede así con los cristianos. Puesto que ellos han recibido la salvación de Dios, el mundo los considera peculiares por la manera en que se conducen en su vida diaria normal. Por tanto, los cristianos son un pueblo peculiar. Es así como ellos se manifiestan ante los hombres.
Por otro lado, un cristiano experimenta contradicciones internas. Si un cristiano vive delante de Dios, sin apartarse del camino correcto, los hombres lo verán como una persona peculiar. Al mismo tiempo, también experimentará contradicciones internas. Cuanto más una persona ame al Señor, más peculiar será para los hombres y más contradicciones internas experimentará. Eso significa que algo en su interior desaprueba todo lo que hace, habla y expresa externamente. Su ser interior se opone, entra en conflicto y contradice su ser exterior. Si un cristiano no es peculiar ante los demás ni experimenta contradicciones interiores, entonces hay algo que no está bien con respecto a él. Puesto que todo lo que hablamos aquí se encuentra dentro de la esfera del vivir cristiano, quisiera presentar estos dos aspectos como dos principios que están delante de todos nosotros; y esperamos que los tomemos y los usemos siempre como un patrón para medirnos a nosotros mismos. Siempre que perdamos nuestra característica externa de ser peculiares y nuestra característica interna de experimentar contradicciones internas, podemos estar seguros de que nos hemos degradado. Si un cristiano es normal delante de Dios, definitivamente será peculiar para los hombres y tendrá contradicciones internas. Ser peculiares y experimentar contradicciones son dos requisitos que tiene una persona que ama al Señor.
Además, debemos considerar otro principio. ¿Delante de Dios, cuál debe ser el punto de partida del andar cristiano? En otras palabras, cuando un cristiano realiza cierta acción, ¿dónde se origina dicha acción? Por ejemplo, una persona podría pedirme —como cristiano que soy— que haga algo por él. Por supuesto, yo tendría en cuenta de si esto sería beneficioso para él. Si es beneficioso, lo haré. Pero esto, es hacer las cosas conforme a mi manera de pensar. Si pienso que es correcto, lo hago; de lo contrario, no lo hago. Eso significa que yo actúo tomando mi manera de pensar y mi criterio como el punto de partida. Otro ejemplo, es cuando alguien que no es cristiano recibe una invitación para asistir a un banquete, él empieza a considerar si debe ir. Por supuesto, el hecho de reflexionar o pensar viene a ser el punto de partida para su decisión. Sin embargo, los cristianos normales no deben conducirse conforme a su manera de pensar o criterio, sino según el sentir que tienen en la parte más profunda de su ser.
¿Por qué la parte más profunda de nuestro ser debe ser el punto de partida de nuestro andar cristiano? Tenemos que comprender que nuestra capacidad para considerar y discernir las cosas no es digna de confianza. Aun si fuera acertada, es posible que la decisión no fuera agradable a Dios, puesto que tiene un punto de partida equivocado. Como cristianos, tenemos al Espíritu de Dios quien mora en nosotros (Ro. 8:11), y también tenemos a Dios en nosotros (Fil. 2:13; He. 13:20-21). Este Dios que está dentro de nosotros vive en nuestra parte más profunda, que es nuestro espíritu. No es fácil analizar el espíritu, pero sí podemos percibirlo. Ese sentir que tenemos en lo más profundo de nuestro ser, es el sentir que está en nuestro espíritu. Cristo vive en la parte más profunda de nuestro ser, que es, en nuestro espíritu (Ro. 8:10; 2 Co. 13:3, 5). Por consiguiente, un cristiano normal es alguien que se conduce conforme al sentir en su espíritu. Si queremos ser de aquellos que siguen a Cristo, debemos seguir el sentir que está en la parte más profunda de nuestro ser, porque es allí donde Cristo mora.
Espero que no tratemos este asunto de forma ligera. Sobre todo aquellos que han sido salvos recientemente deben prestar mucha atención a esto. Muchos cristianos tienen una gran carencia en su experiencia espiritual porque no entienden este asunto. Las religiones siempre se enfocan en enseñar de forma externa a las personas; su punto de partida está fuera de nuestro ser. Pero la salvación de Dios no es así. Después de haber recibido la salvación de Dios, esta salvación permanece en nosotros y nos exige tomar un punto de partida que está dentro de nosotros. Desde ese momento, ya no debemos andar según nuestro propio discernimiento y según lo que percibimos; más bien, debemos andar según el sentir de la parte más profunda de nuestro ser, esto es, el sentir de nuestro espíritu, debido a que Cristo vive en nuestro espíritu, que es la parte más profunda de nuestro ser.
Permítanme darles un ejemplo. Supongamos que un día mientras oramos y buscamos del Señor, sentimos en lo más profundo de nuestro ser que no debemos seguir usando la ropa que vestimos. No se trata de si nos gusta o no nos gusta esa ropa; más bien, percibimos un sentir de desaprobación mientras oramos. Por tanto, nos sentimos incómodos si seguimos usando esa ropa. Quizás procuremos tener comunión y le consultemos a cierto hermano al respecto. Tal vez el hermano sea discreto y nos diga: “Esa ropa se ve bien. No veo por qué no debiera usarla”; sin embargo, seguimos incómodos a pesar de lo que él nos dice. ¿Qué debemos hacer entonces? ¿Seguimos su consejo o actuamos según el sentir interno? Un cristiano normal sin considerar nada más, debe tomar el sentir interno como el punto de partida para su andar diario.
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