Estudio-vida de Marcospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1437-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Necesitamos aprender del Señor a no llevar a cabo nuestro ministerio por nosotros mismos. Ni siquiera El lo realizó por Sí solo. Primero, eligió a los doce, y más tarde, a los setenta. Con esto vemos que tanto en el ministerio como en la vida de iglesia debemos aprender a ser diligentes y fieles y también a establecer a otras personas para que nos ayuden.
Llevar a cabo nuestro ministerio por nosotros mismos no es muy difícil. De hecho, los maestros y los predicadores tienden a hacerlo todo por sí mismos. Hoy entre los cristianos no es común compartir el ministerio con otros, ni enseñar, designar ni perfeccionar a otros para que cumplan el mismo ministerio. Pero según lo dicho por Pablo en Efesios 4, el ministerio de los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores y maestros consiste en perfeccionar a los santos para que ellos lleven a cabo la obra del ministerio. El ministerio del Señor tenía como fin perfeccionar a los apóstoles, y el de los apóstoles consistía en perfeccionar a los santos. Con esto vemos que el mover de Dios en la tierra no se lleva a cabo mediante un individuo, sino que lo realizan grupos de personas.
En los evangelios, primero encontramos un grupo de doce, y más tarde, uno de setenta. El Señor designó a los apóstoles para que predicaran, lo cual constituye un hecho suplementario importante en Su servicio evangélico. Todos debemos aprender de El. Los ancianos de una iglesia local deben aprender cómo perfeccionar a otras personas. Después de algún tiempo, no deben ser los únicos que cuidan la iglesia; deben establecer a otros que les ayuden en esta responsabilidad.
El Señor eligió a los doce en la primera parte de Su ministerio. Sin duda alguna, ellos no tenían mucha madurez. Dos de ellos, Jacobo hijo de Zebedeo y Juan hermano de Jacobo, fueron llamados Boanerges, que significa “hijos del trueno”. La palabra griega se deriva del arameo. A ellos se les dio ese sobrenombre debido a su impetuosidad (véase Lc. 9:54-55; Mr. 9:38). En el capítulo nueve de Marcos encontramos un ejemplo de los “truenos” de Juan. Pero cuando éste escribió su evangelio, sus epístolas y el Apocalipsis dicho trueno había perdido su estruendo.
Otro de entre los doce que el Señor Jesús eligió fue Simón el cananista (Mr. 3:18). La palabra cananista viene de la palabra hebrea canná, la cual significa “celoso”. No se refiere a la tierra de Canaán (Lc. 6:15; Hch. 1:13), sino a una secta de galileos que se conocía como los Zelotes. Ellos eran excesivamente celosos de su nación y amaban las tradiciones y las prácticas judías. El Señor escogió a uno de los Zelotes para que fuera un apóstol.
Uno de los doce, Mateo, era recaudador de impuestos. Al enumerar a los doce apóstoles en su evangelio, deliberadamente se describió como recaudador de impuestos (Mt. 10:3). Esto tal vez indique que recordaba con gratitud su salvación. Hasta un recaudador de impuestos menospreciado y pecaminoso llegó a ser apóstol del Salvador-Esclavo.
El último de los doce que menciona Marcos es Judas Iscariote. La palabra griega Iscariote probablemente tiene origen hebreo y significa hombre de Queriot, ciudad que estaba en Judea (Jos. 15:25). Judas fue el único apóstol que era de Judea; todos los demás eran galileos.
Al pensar acerca de cuáles hermanos pueden llevar responsabilidad en el cuerpo de ancianos de una iglesia local, quizás nos parezca que nadie es apto. Por ejemplo, tal vez digamos: “Este hermano es muy prominente y ama mucho al Señor, pero ¿qué de su pasado?” Si el Señor Jesús hubiese pensado de esta manera en cuanto a los doce, ¿a quién hubiera elegido? Mateo seguramente habría sido excluido. ¿Cómo es posible que el Señor hubiese escogido a un recaudador de impuestos para que fuera uno de los doce apóstoles? Tal vez nos parezca que El debió haber escogido un escriba. No obstante, uno de los que eligió era en efecto un recaudador de impuestos.
Necesitamos aprender del Señor que la perspectiva natural es diferente de la que concuerda con la percepción espiritual. El Señor hizo Su elección conforme a Su percepción espiritual y no según la perspectiva natural del hombre. Jacobo y Juan tenían un genio terrible, un genio que hacía estruendos. Nosotros nunca les habríamos elegido como apóstoles, pero el Señor sí lo hizo. Desde la perspectiva natural, nadie sería apto para ser apóstol del Señor Jesús. Ni Jacobo, ni Juan, ni Simón el zelote, ni Mateo el recaudador de impuestos serían aptos. ¡Alabado sea el Señor que El no hizo Su elección conforme al punto de vista natural!
Si nuestra perspectiva acerca de los santos que están en la vida de iglesia es natural, quizás pensemos que nosotros somos los únicos aptos para realizar ciertas cosas. Por ejemplo, es posible que en cierta localidad haya sólo un anciano. Quizás él diga que se necesitan por lo menos dos más. No obstante, tal vez añada: “Sí, el hermano fulano es apto en cierta manera, pero no lo suficiente”. Finalmente, conforme a la perspectiva natural, sólo él será apto. Los años pasarán y él permanecerá como el único aparentemente competente para llevar la responsabilidad. No hay “doce” mucho menos “setenta” que le ayuden. El es el único en su localidad apto para ser anciano.
El Señor Jesús, al contrario, eligió como Sus apóstoles a los que no eran aptos. Al igual que los doce, nosotros no somos aptos. No obstante, en el mover del Señor se necesitan ayudantes. Así que, uno de los hechos suplementarios que el Señor efectuó al llevar a cabo Su ministerio fue elegir a ciertas personas no aptas para que fueran Sus apóstoles.
Finalmente, lo que aconteció en el día de Pentecostés confirmó a Pedro. Yo no creo que él tuviera un alto nivel de educación. No obstante, poco después que el Señor Jesús fuera crucificado y resucitara, Pedro pudo ponerse de pie en el día de Pentecostés, tomando así la iniciativa entre los apóstoles. La Iglesia Romana considera a Pedro el primer papa. Pero ese “papa” era un pescador elegido por el Señor y luego confirmado por El en el día de Pentecostés.
Es muy importante que aprendamos a no ver el ministerio del Señor ni la iglesia según el concepto natural. El Señor no eligió a Nicodemo como uno de los doce. Tampoco escogió a ninguna persona docta. Al contrario, los que escogió parecían peculiares. Vimos que Jacobo y Juan fueron llamados “hijos del trueno”. A menudo cuando hablaban eran como estruendos. Si nosotros hubiésemos estado allí, nuestra actitud habría sido: “Hagan a un lado a éstos hasta que dejen de hacer estruendos. Una vez que cambien y que sus truenos dejen de rugir, entonces podemos usarlos en el ministerio”. Este es nuestro concepto natural, pero no es la perspectiva del Señor Jesús. ¿Es usted capaz de hacer que en su localidad los hijos del trueno sean útiles en el servicio de la iglesia? Necesitamos aprender del Señor y utilizar a personas como éstas en el servicio evangélico.
Ya vimos que el Señor Jesús se apartó de la multitud y pidió que se le tuviese lista una pequeña barca. El no hizo esto de manera natural. Lo hizo todo en el espíritu. Igualmente, tampoco designó a los doce de manera natural; al hacerlo estaba totalmente en el espíritu. Aunque sabía que Judas le traicionaría, de todos modos lo designó como uno de los doce. Naturalmente, nadie designaría a alguien como Judas. Pero el Señor Jesús, quien obraba conforme al espíritu, escogió aun a Judas.
Marcos 3:20-21 dice: “Y entró en una casa. Y se juntó de nuevo una multitud, de modo que ellos ni siquiera podían comer pan. Cuando oyeron esto Sus parientes, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de Sí”. Esto indica cuán ocupado, diligente y fiel era el Salvador-Esclavo como Esclavo de Dios en Su servicio evangélico.
No es fácil analizar ni sistematizar las acciones del Señor. La forma en que evitó la multitud en 3:7-12 parece contradecir lo que hizo en 3:20-21. Primero evitó la multitud, pero al juntarse ésta en la casa donde El se encontraba, no intentó alejarse de ella. Por lo que hizo en 3:7-12, esperaríamos que se mantendría alejado de la multitud para poder terminar de comer. Esperaríamos que dijera: “Estoy comiendo ahora y no tengo tiempo de estar con ustedes”. Pero El actuó de manera diferente; dejó de comer y se ocupó de las urgentes necesidades de los que estaban en la multitud.
Cuando se enteraron de esto los parientes del Señor, vinieron para prenderle y decían que estaba fuera de Sí. Esta exclamación expresó la preocupación natural de los familiares del Salvador-Esclavo. Como veremos en el siguiente mensaje, esto dio lugar para que los escribas blasfemaran contra El (v. 22).
Los parientes del Señor, posiblemente Sus hermanos en la carne, pensaron que El estaba fuera de Sí. Estaban preocupados de que El se ocupara sólo de la multitud y no de tomar Sus alimentos.
No debemos intentar analizar de manera natural lo que aparenta ser el factor de contradicción en el comportamiento del Señor. Cuando la multitud le oprimía, el Señor procuró evitarla. Pero cuando la multitud le ofrecía la oportunidad de ministrar vida a la gente, no se preocupaba ni siquiera de comer. Necesitamos ver la diferencia que existe entre la opresión de la multitud y la oportunidad de ministrar vida.
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