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Ministerio de oración de la iglesia, Elpor Watchman Nee

ISBN: 978-1-57593-908-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 5 Sección 2 de 5

ARMONIA DE VOLUNTADES

Alguien podría preguntar por qué desea Dios que la tierra dirija el cielo. Si queremos entender esto, debemos recordar que nuestro Dios está restringido por el tiempo. El tiempo es el lapso que transcurre entre las dos eternidades. Existen la eternidad pasada y la eternidad futura. Entre estas dos eternidades está el tiempo. Dios se ha limitado dentro de esta sección llamada tiempo. El no está libre para hacer lo que quiera. Esta es una limitación que El se impuso al crear al hombre. Según Génesis 2, Dios le dio al hombre libre albedrío cuando lo creó. Dios tiene Su voluntad y el hombre tiene la suya. Cuando la voluntad del hombre no está de acuerdo con la voluntad de Dios, Dios es limitado. En este salón hay una mesa, algunas sillas, el piso y el techo. Si alguien entra, podría hacer lo quisiera sin sentirse restringido. La mesa, las sillas, el piso y el techo no podrían restringirlo. Ahora bien, Dios es un Dios poderoso, capaz de hacer cualquier cosa. Si la tierra estuviera llena sólo de materiales sin espíritu, Dios no estaría restringido. Pero un día El creó al hombre, el cual no era como una piedra ni como la madera ni como una mesa ni una silla, las cuales no pueden ofrecer resistencia a Su voluntad de moverlas como a El le plazca. El hombre creado poseía libre albedrío. El podía escoger entre obedecer y desobedecer la palabra de Dios. Dios no creó a un hombre que estuviera obligado a obedecerle. El lo creó con libre albedrío. Así que el hombre podía obedecer o desobedecer Su palabra. Habiendo creado al hombre con tal libertad, Su poder quedó limitado por este hombre. Dios ya no podía hacer lo que quería sino que tenía que preguntarle al hombre si quería lo mismo y si estaba dispuesto a hacer lo mismo. Dios no puede tratar al hombre como si fuera una piedra, un pedazo de madera, una mesa o una silla, porque el hombre tiene libre albedrío. Desde que Dios creó al hombre, éste puede escoger que se cumpla la autoridad de Dios o que se impida. Por esta razón, decimos que durante el tiempo, el período que se extiende entre las dos eternidades, la autoridad de Dios es limitada por el hombre.

Dios está dispuesto a ser limitado en el tiempo porque desea obtener una voluntad que esté en armonía con la Suya en la eternidad. El quiere que el libre albedrío del hombre armonice con Su voluntad. Esto es una gloria para Dios. Si usted pone un libro sobre una mesa, allí permanecerá. Si lo coloca en un estante, allí permanecerá. El libro le obedecerá. Sin embargo, aunque le obedezca, usted no estará satisfecho, porque el libro no tiene libre albedrío; esa clase de obediencia es completamente pasiva. Dios no quiere que el hombre que creó sea semejante a un libro que puede ser manipulado a capricho. Aunque Dios quiere que el hombre le sea plenamente sumiso, le dio libre albedrío. La intención de Dios es que el hombre ejerza su libre albedrío y decida obedecerlo. ¡Esta es una gloria para Dios! En la eternidad futura la voluntad libre del hombre se unirá a la voluntad eterna de Dios. La voluntad eterna de Dios se cumplirá y la libre voluntad del hombre estará en perfecta armonía con ella. Todo hombre tiene libre albedrío. En la eternidad futura el hombre lo seguirá teniendo, pero su libre albedrío estará del lado de Dios. El hombre todavía poseerá la capacidad de oponerse a Dios, pero no lo hará. ¡Aleluya! Aunque el hombre tendrá la libertad de oponerse a Dios, no se opondrá. El hombre hará lo que Dios desee. Esta armonía de voluntades es una gloria para Dios.

En la eternidad futura, la voluntad del hombre seguirá siendo libre, pero estará en conformidad con la voluntad de Dios, y no habrá voluntad que no esté sujeta a la voluntad de Dios. Sin embargo, en el tiempo Dios está limitado por el hombre, el cual no hace lo que Dios quiere. Si Dios desea hacer muchas cosas, el hombre sólo quiere hacer pocas. Tal vez Dios quiera hacer algo grandioso, pero el hombre quiere que sea pequeño. Si Dios quiere que algo sea pequeño, el hombre quiere que sea grandioso. ¡Dios no tiene libertad en absoluto! En la esfera del tiempo, lo que Dios hace está dirigido por el hombre. Decimos esto con relación a la iglesia. En el tiempo, todas las acciones de Dios están limitadas por la iglesia, porque la iglesia representa al hombre de la eternidad futura. Hoy la iglesia está sobre la tierra para hacer la voluntad de Dios. Si ella alcanza la norma de esta voluntad, Dios no será limitado; de lo contrario lo será, pues El hace lo que desea por medio de la iglesia. Hoy la iglesia está en la posición que el hombre tendrá en la eternidad. En la eternidad futura, aunque la voluntad del hombre aún será libre, estará incondicionalmente del lado de la voluntad eterna de Dios. Hoy la iglesia toma esta posición. Así como Dios se expresará en la eternidad por medio de la Nueva Jerusalén, la esposa del Cordero, así se expresa ahora mediante el Cuerpo de Cristo. Aunque la iglesia posee libre albedrío, ella lo somete a la autoridad de Dios como si aparte de la voluntad de Dios no existiera otra. Esto le permite a Dios hacer todo lo que desea. Cuando la iglesia somete su voluntad a la de Dios, El puede actuar de la manera que actuará en la eternidad; obrará como si no hubiera otra voluntad que se le oponga. Esto es una gloria para Dios.

Así podemos ver la posición que tiene la iglesia delante de Dios. No rebajemos a la iglesia al punto de considerarla una simple reunión. No, la iglesia es un grupo de personas que han sido redimidas por la sangre de Cristo, que han sido regeneradas por el Espíritu Santo, que se han entregado a Dios y que están dispuestas a aceptar Su voluntad y hacerla, y preservar el testimonio de Dios en la tierra.

Necesitamos entender que Dios obra según una ley. Puesto que existe en la tierra el libre albedrío, Dios no usará Su propia voluntad de tal modo que anule al hombre. Hermanos y hermanas, no pensemos que esto es extraño. Es un hecho que Dios está en el cielo; sin embargo, todas las obras que realiza sobre la tierra se pueden llevar a cabo solamente cuando hay una voluntad en la tierra que esté de acuerdo con la Suya y decida hacer tales obras. Dios no pasará por alto la voluntad del hombre que hay en la tierra, ni la suplantará obrando independientemente. Todo lo relacionado con El se puede lograr solamente cuando hay una voluntad en la tierra que coopera con El. Cuando la tierra obra, Dios obra. Cuando la tierra decide, Dios actúa. Dios necesita que la voluntad del hombre esté en armonía con la Suya. ¡Tal armonía de voluntades es una gran gloria para Dios!


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