Experiencia de vida, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-632-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Gálatas 5:24 dice: “Pero los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. La posición correcta de la carne es estar en la cruz. Delante de Dios la consecuencia final de estar en la carne es muerte. ¡El veredicto de Dios sobre la carne es que se le debe dar muerte! Solamente cuando se le da muerte a la carne, Dios puede tener Su lugar correspondiente y hacer Su voluntad en el hombre.
Al estudiar los cinco puntos anteriores, nos damos cuenta de cómo toda la Biblia prueba que la carne es abominable delante de Dios, y que Dios la destruirá para siempre. La principal razón por la cual Dios aborrece profundamente la carne es que Satanás vive en la carne. La carne es el campo del enemigo de Dios y la más grande base de operaciones para su obra. Podemos decir que toda la obra de Satanás en el hombre es lograda por medio de la carne. Y toda su obra a través de la carne destruye el plan y la meta de Dios. Por eso, podemos decir que Dios odia la carne de la misma manera que El odia a Satanás y que El quiere destruir la carne de la misma manera que quiere destruir a Satanás. Dios y la carne nunca pueden habitar juntos.
La Biblia menciona tanto la carne como el viejo hombre. ¿Cuál es la relación entre la carne y el viejo hombre? ¿Cómo podemos distinguir entre estos dos? La carne es simplemente el vivir del viejo hombre; los dos son uno. En la vieja creación somos el viejo hombre. Cuando el viejo hombre vive y es expresado, es la carne. Por consiguiente, el viejo hombre y la carne en realidad se refieren a nuestro mismo ser. En cuanto al hecho objetivo, somos el viejo hombre; en cuanto a la experiencia subjetiva, somos la carne.
Este asunto está claramente establecido en el libro de Romanos. Romanos 5 habla de la herencia que tenemos en Adán, el capítulo 6 habla de lo que hemos obtenido en Cristo, el capítulo 7 nos habla de nuestra esclavitud en la carne, y el capítulo 8 proclama la liberación que tenemos en el Espíritu Santo. Los capítulos 5 y 6 están relacionados con los hechos objetivos acerca de Cristo y del viejo hombre, mientras que los capítulos 7 y 8 están relacionados con las experiencias subjetivas que tienen que ver con el Espíritu Santo y la carne. Tal como Cristo está relacionado con el Espíritu Santo, así el viejo hombre está relacionado con la carne. Igual que Cristo no puede ser experimentado sin el Espíritu Santo, así tampoco puede ser experimentado el viejo hombre sin la carne. A Cristo puede uno vivirlo en el Espíritu Santo; de igual manera, al viejo hombre puede uno vivirlo en la carne. Por ejemplo, la Biblia dice que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo. Esto es un hecho que fue logrado hace mil novecientos años, aunque para ese tiempo no habíamos nacido y nuestro viejo hombre no había sido expresado en nuestro vivir. Hoy, más de mil novecientos años más tarde, hemos nacido, y sabemos mentir y perder nuestra paciencia. Este es el vivir del viejo hombre, y lo llamamos la carne. Por lo tanto, aquello que fue crucificado con Cristo fue nuestro viejo hombre, el cual aún no había sido expresado en nuestro vivir en ese entonces, mientras que lo que está siendo tratado hoy es la carne, el vivir de nuestro ser. Por consiguiente, la carne es el vivir y la expresión del viejo hombre; es decir, la carne es lo que experimentamos del viejo hombre.
De esto podemos ver claramente que cuando la Biblia afirma que nuestro viejo hombre ha sido crucificado con Cristo, se refiere al hecho objetivo ocurrido en el pasado, y cuando dice que nuestra carne debe ser crucificada, se refiere a la experiencia subjetiva hoy. Por eso, el trato con la carne es enteramente un asunto de experiencia.
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