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Estudio-vida de los Salmospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0265-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 45 Sección 3 de 4

D. Bendice a Dios y exhorta a los piadosos
a que amen a Dios y a que se esfuercen
se alienten

En los versículos 21-24 David bendijo a Dios y exhortó a los piadosos a amar a Dios y a ser fuertes y cobrar ánimo.

VIII. EN EXPERIMENTAR EL PERDON DE DIOS

En el salmo 32 David expresó sus sentimientos en la experiencia que tuvo del perdón de Dios.

A. Experimenta su confesión
y el perdón de su pecado por parte de Dios

Los versículos 1-2a dicen: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad”. Esto tiene muchas implicaciones. Si no hubiera Redentor, ¿cómo podría el Dios justo no inculparnos de iniquidad? Si Dios hiciera esto sin Redentor, no sería justo. Dios perdona nuestra iniquidad basado en la redención de Cristo.

David dijo que es bienaventurado el hombre a quien Jehová no inculpa de iniquidad y “en cuyo espíritu no hay engaño” (v. 2b). Por un lado, David indica que sus pecados fueron perdonados; sin embargo, por otro, indica que no hay engaño en su corazón. Esto es contrario a las Escrituras. Si no hubiera engaño en el hombre, entonces no sería un pecador necesitado del perdón de Dios. Puesto que uno necesita el perdón de Dios, uno tiene que darse cuenta de que está lleno de engaño. ¿Qué persona hay que no tenga engaño en el espíritu, y que aun así confiese sus pecados? Esto está fuera de la lógica.

Los versículos 3-4a dicen: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi rugir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí Tu mano”. Aquí la expresión de David es buena en el sentido de que nos muestra que Dios lo trata en cuanto a sus pecados. El pasa a decir: “Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y Tú perdonaste la iniquidad de mi pecado. Selah” (vs. 4b-5). La iniquidad de su pecado se refiere al poder del pecado. Dios no sólo perdona nuestro pecado sino también el poder del pecado, que también merece castigo.

B. Exhorta a los piadosos a orar y a confesar mientras Dios puede ser hallado

El versículo 6 dice: “Por eso, que todos los piadosos oren a Ti en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él”. Esto muestra que aunque David confesó su pecado y se dio cuenta de la iniquidad de su pecado, aun así, consideraba que él mismo era piadoso. ¿Es él pecaminoso o piadoso? Este es un salmo acerca de la confesión, pero en esta confesión hay autojustificación. El confesó su pecado, pero también indicó que él no tenía ningún engaño en su espíritu, que él era piadoso, y que buscaba a Dios mientras podía ser hallado.

En el versículo 7 David dijo: “Tú eres mi escondedero; me guardarás de la angustia; con gritos de liberación me rodearás. Selah”.

C. La instrucción y la enseñanza de Dios

Luego Dios intervino para instruir y enseñarle a David. Los versículos 8-10 dicen: “Te instruiré, y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré; Mis ojos están fijos en ti. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti. Copiosas son las penas del impío; mas al que espera en Jehová, le rodea la benignidad”. David dijo que el impío tiene muchas penas, pero que a aquel que confía en Jehová le rodea la benignidad. ¿Era David una persona que tenía muchas penas, o una persona que confiaba en Jehová? Es difícil clasificar a David. Esto muestra que aquí su hablar concuerda con el concepto natural.

El versículo 11 dice: “Alegraos en Jehová y gozaos, justos; y dad voces de júbilo todos vosotros los rectos de corazón”. ¿Quiénes son los justos y quiénes son los rectos de corazón? No nos atrevemos a decir que nosotros seamos tales personas. Así que, éste es un salmo con un buen comienzo, y un final pobre. En el comienzo hay confesión, y al final hay autojustificación. En términos básicos, los salmos 31 y 32 nos muestran una persona que trata de guardar la ley sin Cristo.


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