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Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6188-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 13 Sección 2 de 4

2 CORINTIOS 1:21-22

En 2 Corintios 1:21-22 se revela que el Dios [Triuno] nos ungió y nos adhirió a Cristo [el Hijo]. Estos versículos también nos muestran que Dios es quien nos ha sellado y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones. Primero, Dios ungió al Hijo en el río Jordán. Después, Dios ungió a los creyentes. En realidad, nuestro ungimiento es la continuación del ungimiento de Jesús. De hecho, Dios tiene una sola unción, y ésta es la unción de Cristo. El Cristo personal, el Cristo individual, fue expandido, extendido e incrementado en Su resurrección para llegar a ser el Cristo corporativo. Cristo como una persona individual era simplemente Jesucristo como la Cabeza; como tal, Él fue ungido cuando tenía treinta años de edad. Pero después de Su resurrección, este Cristo, la persona de Cristo, se expandió, se propagó, fue incrementado para ser el Cuerpo de Cristo, el Cristo corporativo. Este Cristo corporativo incluye a Jesucristo como la Cabeza y a todos Sus miembros como el Cuerpo. La Cabeza fue ungida primero, y el Cuerpo fue ungido después, pero éstos no deben ser considerados como dos ungimientos. De hecho, son dos pasos de un solo ungimiento. Finalmente, debemos decir que Dios ha ungido a Aquel que es “el Cristo”, esto es, el Cristo corporativo, para llevar a cabo Su economía neotestamentaria. Este Cristo corporativo incluye tanto la Cabeza como el Cuerpo.

El Señor Jesús, quien es la Cabeza de este Cristo corporativo, fue ungido en el bautismo de Jesús en el río Jordán. El Cuerpo de este Cristo corporativo fue ungido el día de Pentecostés y en la casa de Cornelio. En todo el universo sólo hay una unción, y el ungimiento del Cristo corporativo tuvo lugar en dos etapas. Todos los ungimientos en el Antiguo Testamento fueron tipos. Aarón fue ungido por Moisés y David fue ungido por Samuel. Todos los reyes y sacerdotes fueron ungidos. Ellos eran tipos que señalaban al ungimiento único. Este ungimiento único incluye al Cristo corporativo quien es tanto la Cabeza como el Cuerpo. Todos los creyentes judíos fueron ungidos en el día del Pentecostés (Hechos 1:5; 2:4), y todos los creyentes gentiles fueron ungidos en la casa de Cornelio (10:44-47; 11:15-17). Todos nosotros, los creyentes, fuimos ungidos para ser el Cristo corporativo con el propósito de llevar a cabo la economía neotestamentaria de Dios. Somos socios del Cristo individual (He. 3:14a). Somos los socios de Cristo en una corporación divina. Esta corporación es “Cristo y la iglesia incorporada”. No somos empleados de esta corporación, sino socios junto con Cristo. Ésta es una gran corporación universal que lleva a cabo el propósito eterno de Dios. Nosotros, como el Cristo corporativo, somos los socios de Cristo, cooperando con Él para llevar a cabo la economía neotestamentaria de Dios.

El Dios Triuno nos ha adherido firmemente a Cristo. Él ha adherido a cada miembro del Cristo corporativo al Cristo individual. Él nos ha ungido y nos ha hecho uno con la Cabeza. Hemos sido adheridos a Cristo por la conexión orgánica a través del aceite de la unción. El aceite de la unción es el Espíritu consumado como la consumación del Dios Triuno. Él es el Espíritu compuesto, todo-inclusivo y vivificante que pasó por un proceso, fue intensificado siete veces y mora en nuestro ser. Todos hemos sido adheridos a Cristo, la Cabeza, mediante este Espíritu. Somos el Cristo corporativo para llevar a cabo la gran y universal voluntad de Dios de llevar a cabo la economía de Dios y edificar el Cuerpo de Cristo de una manera orgánica.

Dios nos ha sellado y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones para este propósito. El ungir es el sellar. Ya que Dios nos ha ungido con Cristo, Él también nos ha sellado en Él. Las arras del Espíritu son el Espíritu mismo como las arras. El sello es una marca que declara que somos la herencia de Dios, la heredad de Dios y Su posesión particular. Las arras es la garantía de que Dios es nuestra herencia, o heredad, que nos pertenece a nosotros. El Espíritu dentro de nosotros es las arras, la prenda que nos garantiza que Dios en Cristo es nuestra porción.

Pablo escribió su segunda Epístola a los Corintios basado en esta revelación del Dios Triuno. El Padre ha ungido a Sus hijos y los ha adherido a su Hermano mayor, el Hijo primogénito de Dios. El Hijo primogénito de Dios es la Cabeza del Cristo corporativo y los muchos hijos son el Cuerpo del Cristo corporativo. Dios, mediante el ungir y adherir efectuados por Dios el Padre, ha hecho a todos Sus hijos uno con Su Primogénito a fin de que sean una sola entidad corporativa, un solo y único Cuerpo, que lleva a cabo Su propósito eterno. El Padre, para Su propósito, nos ha sellado y nos ha dado el Espíritu que sella como la arras internas que garantizan que Dios es nuestra herencia.


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