Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7126-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando la ley de vida entra en nuestra mente, ¿cómo llega a ser la ley de nuestra mente? Cuando entra en nuestra parte emotiva, ¿cómo llega a ser la ley de nuestra parte emotiva? Cuando entra en nuestra voluntad, ¿cómo llega a ser la ley de nuestra voluntad? La obra salvadora de Dios se lleva a cabo al renovarnos. Cuando Dios nos regenera, Él renueva nuestro espíritu. Él desea extenderse desde nuestro espíritu a nuestra alma para renovarla; esta obra renovadora se lleva a cabo por la ley de vida. La ley de vida es la operación del Espíritu, una función del Espíritu; es una función de la operación del Espíritu en nosotros.
El Espíritu Santo nos renueva interiormente por medio de la operación de la ley de vida. Dios lleva a cabo Su salvación al renovarnos, y esta obra de renovación se lleva a cabo plenamente por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo también entra en nuestra mente por medio de la ley de vida. Nuestra mente originalmente estaba puesta en las cosas del mundo, pero mediante la operación que realiza la ley de vida en nuestra mente, ella está siendo renovada y puede ser puesta en las cosas de Dios (Ro. 12:2; 8:6). Además, siempre que ponemos nuestra mente en las cosas mundanas y pecaminosas, la ley de vida en nosotros nos hace sentir incómodos porque hemos violado la ley. La confusión en nuestra mente se debe a que ponemos la mente en las cosas mundanas, en las cosas pecaminosas, en las cosas carnales, en vez de seguir la ley de vida.
Nuestro cuerpo físico siente dolor y molestias cada vez que actuamos de manera contraria a la ley de nuestro cuerpo. Si no actuáramos contra la ley de nuestro sistema digestivo que opera en nuestro estómago, no tendríamos dolor de estómago y muy probablemente tampoco sentiríamos la operación de una ley en nuestro estómago. Pero si al ingerir el alimento vamos en contra de la ley que opera en nuestro estómago, empezaremos a tener dolor de estómago. De la misma manera, nuestra mente muchas veces está confusa porque muchos de nuestros pensamientos van en contra de la ley de vida. Si simplemente pusiéramos nuestra mente en Dios, en el espíritu y en las cosas espirituales, nuestra mente estaría estable, concentrada y sumisa.
La ley de vida empieza a operar desde nuestro espíritu y avanza a nuestra mente, regulando nuestra mente y activándola para que ejerza su función y pueda fijar la atención en las cosas de Dios y en las cosas espirituales. Si cooperamos con esta ley y ponemos nuestra mente en Dios y en las cosas espirituales, nuestra mente estará bien concentrada, calmada, estable y lúcida. Pero si la ponemos en las cosas mundanas y en las cosas carnales, proveyendo para la carne, estaremos confundidos, nuestra mente estará perpleja y todo nuestro ser será incapaz de guardar la calma.
Conforme al mismo principio, cuando el Espíritu Santo que renueva entra en nuestra parte emotiva, la ley de vida opera en nuestra parte emotiva y hace que ésta espontáneamente ame a Dios, se incline por Dios y se deleite en Él. Si no hacemos caso a esta ley y en vez de amar a Dios e inclinarnos por Él, amamos otras cosas y nos inclinamos por ellas, nuestra parte emotiva se alterará y desestabilizará. A menudo alguien que tiene una parte emotiva inestable tendrá su corazón ocupado amando otras cosas, en vez de permitir que la ley de vida lo regule y lo lleve a amar a Dios. Un hermano joven tal vez ignore a Dios porque se inclina por el matrimonio, aunque la ley de vida lo está motivando a inclinarse por Dios, a amarle y a escogerle. Cuando contactamos a este hermano, podemos sentir que su parte emotiva es vacilante e inestable. Sin embargo, si nos encontramos con un joven que ama a Dios con un corazón puro y que permite que la ley de vida regule su parte emotiva para amar a Dios, meditar en Él e inclinarse por Él, sentimos que sus emociones son realmente estables. Cuando alguien coopera con la obra reguladora de la ley interna de vida, amará a Dios cada vez que la ley de vida le pida amar a Dios. Puesto que él no tiene una reacción o respuesta contraria, su ser interior está en paz.
Cuando la ley de vida regula nuestra voluntad mediante la obra renovadora del Espíritu Santo, hay una ley en nuestra voluntad que espontáneamente nos lleva a ceder a Dios, a escogerle, a someternos a Su autoridad y a obedecerle. En esos momentos nuestra voluntad vendrá a ser muy estable por cuanto hemos obedecido esta ley. Sin embargo, a veces podemos actuar contra la regulación de la ley en nuestro interior. Si resistimos y rechazamos esta ley, llegaremos a ser impredecibles y caprichosos, actuando de una manera en la mañana y de otra en la noche. Cuando contactamos a un santo que actúa de una manera en la mañana y de otra en la noche, o tiene una opinión hoy y otra opinión mañana, sabemos que dicha persona no permite que la ley de vida regule su voluntad.
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