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Iglesia como el Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4182-0
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CAPÍTULO DIECINUEVE

LA COMUNIÓN DEL CUERPO DE CRISTO

Hechos 2:42 dice: “Perseveraban en la enseñanza y en la comunión de los apóstoles, en el partimiento del pan y en las oraciones”. Este versículo nos habla de perseverar en la comunión. Efesios 3:18-19 dice: “Seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”. Estos versículos nos hablan de comprender con todos los santos. Colosenses 2:19 dice: “Asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el Cuerpo, recibiendo el rico suministro y siendo entrelazado por medio de las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento de Dios”. Este versículo nos muestra que crecemos gradualmente con el crecimiento de Dios.

LA COMUNIÓN DEL CUERPO

Ya vimos lo relacionado con la autoridad en el Cuerpo de Cristo o el orden en el Cuerpo. También vimos lo que significa tener conciencia del Cuerpo y la coordinación del Cuerpo. Todos estos asuntos están relacionados entre sí. La coordinación del Cuerpo, el orden o la autoridad del Cuerpo, y tener conciencia del Cuerpo, están estrechamente relacionados. Si no hay orden ni autoridad, no puede haber coordinación; y si no tenemos conciencia del Cuerpo, la coordinación no será práctica. Además, la comunión del Cuerpo es otro gran asunto que lo experimentan aquellos que viven en el Cuerpo.

En el Cuerpo de Cristo, la comunión es muy práctica; más aún, el Cuerpo de Cristo no puede abandonar esta comunión ni siquiera por un momento. Por lo tanto, si un creyente desea vivir en el Cuerpo, debe vivir en la comunión del Cuerpo. Una vez que pierde la comunión del Cuerpo, definitivamente quedará desconectado del Cuerpo. Si alguien permanece en el Cuerpo, ciertamente permanece en la comunión del Cuerpo. La comunión del Cuerpo es difícil de definir. Pasajes de la Palabra de Dios, como por ejemplo 1 Juan 1, muestran que esta comunión está relacionada con la vida eterna de Dios: “La vida fue manifestada, y hemos visto y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó” (v. 2).

La vida eterna de Dios entró en nosotros, y esta vida trae consigo la comunión. La comunión en vida significa que esta vida es una comunión. Una persona que no tiene la vida de Dios a menudo le desagradan los hijos de Dios, incluso los aborrece, cada vez que se encuentra con ellos. Pero una vez que recibe al Señor, la vida del Señor entra en su ser y causa que él desee tener comunión con los hijos de Dios cada vez que los ve. Antes de recibir la vida de Dios, él no entendía las historias internas que tenían los hijos de Dios; las cosas espirituales que hablaban le parecían un idioma extraño. Sin embargo, después de recibir la vida de Dios, no sólo anhela tener comunión con los hijos de Dios, sino que también entiende lo que ellos experimentan internamente. A él le parece un deleite tener comunión con ellos, y a menudo se siente nutrido, abastecido e interiormente satisfecho. Asimismo, cuando deja de verse con los hijos de Dios por cierto tiempo, se siente seco interiormente, como si algo le faltara. Esto refleja la condición de su espíritu, la cual muestra que la vida de Dios lo ha introducido en la comunión.

EL SIGNIFICADO DE LA COMUNIÓN DEL CUERPO

Además, Filipenses y 2 Corintios nos muestra que esta comunión se da en el Espíritu Santo. “Si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión de espíritu” (Fil. 2:1). “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (2 Co. 13:14). Puesto que el Espíritu es la realidad de Cristo, cuando el Espíritu está en nosotros, Cristo y Dios entran también en nosotros. El Espíritu en todos nosotros es uno solo y es el mismo. El Espíritu que está en usted es el Espíritu que está en mí. Hay un mismo Espíritu en todos nosotros. Este Espíritu llega a ser nuestra comunión y también nos capacita para tener comunión unos con otros.

Muchas veces cuando nos encontramos con otro hijo de Dios, aunque no expresemos mucho con palabras, hay un fluir mutuo, una comunicación, entre ambos. Este fluir, esta comunicación, es del Espíritu. El Espíritu que está en nosotros es un Espíritu de comunión, así como la vida de Dios presente en nosotros es una vida de comunión. Podemos usar como ejemplo la electricidad en una bombilla eléctrica. Aunque puede haber muchas bombillas en un salón, sólo circula una corriente eléctrica por todas ellas. En un abrir y cerrar de ojos, la electricidad que está en una bombilla fluye a otra bombilla. La corriente eléctrica presente en las bombillas es la “comunión de las bombillas”; esto es un buen ejemplo de lo que significa la comunión.


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