Lecciones de vida, tomo 3por Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-295-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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(Se sugiere que esta lección, que es larga y profunda, se lea en dos partes, comenzando la segunda con la sección “Trasladados a Cristo” en la página 10).
Las veinticuatro lecciones de los dos tomos anteriores, nos dan una vista panorámica de los diferentes asuntos entre nosotros y Dios, los cuales nosotros, los pecadores, debemos comprender, conocer, y practicar después de haber creído en el Señor para ser salvos, y de haber sido hecho un santo de Dios y del Señor. A partir de este tomo, seguiremos adelante y examinaremos la salvación que Dios ha preparado para nosotros en Cristo. También veremos las riquezas que hemos obtenido, las experiencias que debemos tener, lo que debemos llevar a cabo, y la meta que debemos alcanzar en Cristo.
1) “El primer hombre es de la tierra” (1 Co. 15:47); “El primer ... Adán” (v. 45).
Aunque hay millones de personas en la tierra, solamente hay dos hombres a los ojos de Dios. El primero es Adán. La Biblia lo llama el primer hombre y también el primer Adán. El es de la tierra; por consiguiente, es terrenal. El es el principio del hombre, y no había hombre antes de él. Por lo tanto, él es el primer hombre, el hombre inicial. Todos nosotros, la gente en el mundo, somos sus descendientes; salimos de él, estamos en él y somos un hombre con él.
1) “El segundo hombre es del cielo” (1 Co. 15:47); “El postrer Adán” (v. 45).
Estos versículos se refieren a Cristo. Aquí la Biblia llama a Cristo el segundo Hombre. A nuestros ojos, puesto que el primer hombre es Adán, el segundo hombre debería ser su hijo primogénito, Caín, como la segunda generación de la humanidad. Sin embargo, la Biblia, pasando por alto a Caín y a millones de sus descendientes, dice que el segundo Hombre es Cristo. ¡Este es el punto de vista de Dios! A los ojos de Dios, el primer hombre después de Adán es Cristo. Antes de Cristo, solamente existió un hombre, Adán, y no existió ningún otro hombre aparte de él. Así que, Adán es el primer hombre, y Cristo es el segundo Hombre. Las Escrituras aquí no solamente llaman a Cristo el segundo Hombre, sino también el postrer Adán, es decir, el último Hombre. Esto nos muestra que Dios ve a Cristo no solamente como el segundo Hombre, sino también como el último Hombre, y no hay otro hombre después de El. Aunque sí existió un primer hombre antes de Cristo, no existe tercer hombre después de El. Adán es el primer hombre, y Cristo es el segundo Hombre. Por lo tanto, a los ojos de Dios, sólo hay dos hombres en el universo: Adán y Cristo. Todos los otros millones de personas o están en Adán, son de Adán y son un hombre con Adán, o están Cristo, son de Cristo y son un hombre con Cristo.
1) “Y de uno solo ha hecho todo el linaje de los hombres” (Hch. 17:26).
En este versículo, la frase una sangre se refiere a un hombre. Este hombre es Adán. De este hombre Adán, o de esta “uno solo”, Dios hizo todo el linaje de los hombres en el mundo. Todo el linaje de los hombres en el mundo es de Adán y está en Adán. Realmente, antes de nacer ya estábamos en Adán. Debido a que originalmente estábamos en Adán, se nos hizo posible nacer de Adán, y ser de Adán.
1) “Por la desobediencia de un hombre [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores” (Ro. 5:19).
De todas las cosas que tenemos en Adán, la primera es el pecado. Lo primero que Adán nos trasmitió fue el pecado. No es necesario cometer pecados para ser pecaminosos y pecadores. Por la desobediencia de un hombre, Adán, ya somos pecaminosos y ya fuimos constituidos pecadores. Adán era pecaminoso y pecador a causa de la desobediencia. Nosotros también somos pecaminosos y pecadores mientras estemos en él.
2) “Así que, tal como por un solo delito [el del Edén] resultó la condenación para todos los hombres” (Ro. 5:18).
Puesto que en Adán somos pecadores y pecaminosos, estamos bajo condenación. Ya que Adán hizo que fuéramos pecadores, también hizo que fuéramos condenados. Todos nosotros participamos en su ofensa en el huerto del Edén, porque todos estábamos en él. Mientras él pecaba, todos estábamos en él, pecando con él. Adán nos incluyó y nos llevó consigo cuando pecó.
3) “Porque así como en Adán todos mueren” (1 Co. 15:22).
De todas las cosas que obtuvimos de Adán y que ahora poseemos en Adán, la primera es el pecado, la segunda es la condenación, y la tercera es la muerte. Ya que tenemos el pecado, estamos condenados; y puesto que tenemos la condenación, seguramente moriremos. El resultado del pecado y de la condenación es la muerte. Esta muerte está en Adán y su significado abarca varios niveles. El primero es la muerte del espíritu, es decir que el espíritu del hombre pierde su función debido a la ruptura de su comunión con Dios. El segundo es la muerte del cuerpo, es decir que el cuerpo del hombre pierde su vida y regresa al polvo. El tercero es la muerte del alma, es decir que el alma del hombre va al Hades a ser atormentada (Lc. 16:22-25). El cuarto es la segunda muerte, es decir que el espíritu, alma y cuerpo del hombre son lanzados en el lago de fuego para sufrir el tormento eterno (Ap. 20:15; 21:8). Hoy en día los espíritus de la gente del mundo están muertos para Dios. Algún día sus cuerpos morirán y sus almas irán al Hades a ser atormentadas. En el último día, sus espíritus, almas y cuerpos serán resucitados y se juntarán para ser lanzados al lago de fuego y ser atormentados eternamente, lo cual es la muerte final y eterna. Estos son los significados incluidos en la muerte, la porción común de todo el mundo en Adán.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.