Información del libro

Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4442-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 20 Sección 3 de 4

LA NECESIDAD QUE DIOS TIENE
DE UN TEMPLO ESTABLECIDO
EN LA BUENA TIERRA

Sin embargo, el tabernáculo no permanecía fijo en un lugar, sino que iba de un lugar a otro en el desierto. Dios no deseaba simplemente un tabernáculo móvil en el desierto; Él necesitaba un templo establecido en la buena tierra. Aunque el tabernáculo que vemos en el último capítulo de Éxodo era bueno, era temporal, no estaba establecido. Aunque los hijos de Israel tenían el tabernáculo y eran la morada de Dios, ellos no se habían establecido completamente porque aún estaban en el desierto. Por consiguiente, tenían que seguir adelante hasta entrar en la buena tierra.

Conforme a la Biblia, la buena tierra es un cuadro completo de Cristo. Cristo es el Ángel de Jehová, el Moisés que habla, el Cordero que redime, el pan sin levadura y el maná. Ahora debemos ver que incluso la buena tierra es un tipo de Cristo. Cristo hoy en día es nuestra buena tierra y, como tal, debemos entrar en Él. Le hemos disfrutado como el Ángel, el Cordero, el pan sin levadura y el maná celestial, pero probablemente aún no hemos entrado en Él como la buena tierra ni le hemos experimentado en este aspecto.

LA NECESIDAD DE SEPULTAR
A NUESTRO VIEJO HOMBRE

Anteriormente, los hijos de Israel estaban en Egipto. Después que cruzaron el mar Rojo, ellos estaban en el desierto. Ahora, a fin de entrar en la buena tierra, tenían que cruzar por agua nuevamente, esta vez tenían que cruzar el río Jordán. En el mar Rojo, los ejércitos de los egipcios fueron sepultados. Sin embargo, en esa ocasión los hijos de Israel no fueron sepultados. Aunque habían disfrutado a Cristo, aún estaban muy centrados en sí mismos. Debido a que estaban muy centrados en sí mismos, ellos tenían que cruzar por agua una segunda vez a fin de que su viejo hombre fuese sepultado. Cuando los israelitas cruzaron el Jordán, Dios les dijo que sacaran doce piedras del río, las cuales representaban a las doce tribus de Israel, y luego pusieran otras doce piedras en el fondo del río (Jos. 4:2-4, 8-9). Esto significa que el viejo hombre de los hijos de Israel fue sepultado. Su ser natural fue sepultado, y ellos llegaron a ser un pueblo resucitado. Ellos no sólo fueron redimidos y liberados, sino que también fueron resucitados. Ellos habían sido redimidos del juicio de Dios, habían sido liberados de la esclavitud egipcia y ahora habían sido resucitados a fin de dejar atrás su ser natural. Esto es más profundo que ser redimidos y liberados. Aquellos que aún viven en su hombre natural tienen que cruzar el Jordán para que su viejo hombre sea sepultado y ellos mismos puedan estar en resurrección. Cuando somos resucitados, de inmediato nos encontramos en la buena tierra, en Cristo.

LAS RIQUEZAS DE CRISTO
SEGÚN SE MUESTRAN EN LA BUENA TIERRA

El Cristo representado por la buena tierra es muy rico. Esta tierra es muy rica y espaciosa. La buena tierra es rica en cuatro categorías de cosas: el agua, el alimento, la vida animal y los minerales (Dt. 8:7-10; 32:14). Estas categorías representan las riquezas de Cristo como nuestra buena tierra. Cristo no es solamente el maná y el agua que fluye de la roca. En la buena tierra, hay arroyos, ríos y fuentes. Estos arroyos fluyen de las montañas, y en los valles hay abundancia de agua. Ahora que estamos en Cristo no nos falta el agua. Dondequiera que estemos, en la montaña o en el valle, el agua fluye. Tanto en los momentos placenteros en que nos hallamos en la cima de la montaña, como en los momentos de aflicción en los cuales nos hallamos en los valles, tenemos abundancia de agua.

En Cristo, nuestra buena tierra, también tenemos una gran variedad de alimentos: trigo, cebada, higueras, vides, olivos y granados. Cristo es el trigo, la cebada, las uvas, los higos, las olivas y las granadas. Él es el trigo y la cebada como pan que podemos comer. Él es el vino de uvas que nos alegra y la higuera que nos satisface. Él es también el aceite, que representa la plenitud del Espíritu Santo, y la granada, que representa la expresión de las riquezas de la vida. Él es también el ganado, que representa Su vida que redime y nutre. ¡Cristo es tan rico! Si usted desea conocer detalladamente todos estos aspectos de Cristo, le sugiero que lea el libro El Cristo todo-inclusivo.

Cristo no es solamente el agua, el alimento y el ganado, sino también los minerales que se extraen de las montañas. Él es las piedras, el hierro y el cobre. Si leemos la Biblia detenidamente, veremos que las piedras están destinadas al edificio de Dios. La piedra representa a Cristo, quien es la piedra de edificación (1 P. 2:4-6) con la cual se establece el reino (Dn. 2:35). El hierro y el cobre son metales que se utilizan para elaborar armas de guerra. Estas armas son usadas para sojuzgar al enemigo.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

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